Una reforma asocial

Por: Andrés Quintero Olmos. 


El Gobierno Santos II hace una reforma tributaria para dizque desarrollar las inversiones sociales en el país. ¿Nos creen tan ingenuos? La realidad es que la reforma no amplía en nada las políticas sociales. Lo único que hace es llenar el hueco fiscal de más de 12.5 billones de pesos, fruto del derroche del Gobierno Santos I: en el 2010 el gasto del Gobierno era de 165 billones para pasar en el 2015 a 216 billones de pesos, una desproporción en relación al crecimiento económico de estos años. Se aumentaron en 18 mil los puestos de planta del Estado y en 73 mil las contrataciones del Ejecutivo sin sector defensa: a modo de ejemplo sólo la Cancillería pasó de tener 1208 empleados a tener 2704.

¿Consecuencias de la reforma? Perjudicará a la clase media porque afectará sus ingresos laborales (sobretasa del Cree), la formalización del empleo porque amentará los cargos tributarios empresariales (sobretasa del Cree), la bancarización porque quitará la devolución de parte del IVA en tarjetas de créditos, la infraestructura del país porque gravará a las inversiones en etapa improductiva (entre ellas la construcción de represas), la inversión extranjera porque cambia las reglas de tributación a corto plazo procurando inseguridad jurídica a largo plazo (según el sector petrolero, más de la mitad de las inversiones se irán a otras latitudes) y tantas otras cosas que no caben aquí.

Lo único destacable de la reforma es el fortalecimiento del impuesto al patrimonio (ahora riqueza), pero el Gobierno se equivoca en su implementación: éste debería únicamente recaer en las personas naturales en aras de reducir las desigualdades entre ellas y no en las empresas creadoras de –justamente- riqueza y empleo formal.

¿Sabe Santos en qué contexto se implementará su reforma? En una situación en donde las tasas de interés estadounidenses aumentarán y las inyecciones públicas de capital desaparecerán lo cual implicará que ya no habrá abundancia de dólares baratos (como lo muestra la revaluación del mismo frente al peso) y dificultará conseguir préstamos asequibles. De la misma manera, se agudizarán los dumpings fiscales entre los países para competir por las inversiones extranjeras. Lo anterior enmarcado en el escenario de una caída de la producción nacional de hidrocarburos y de la preocupante disminución de nuestras reservas que dan para sólo 6 años más si no se estimula considerablemente la actual capacidad de exploración. Todo esto, en contradicción directa con el querer de este proyecto de ley que perjudicará tanto al recaudo fiscal como a la competitividad.

Pero todo esto no importa porque, al fin y al cabo, la reforma tributaria es un salvavidas de plomo que hundirá a la clase media y a los empresarios, teniendo éstos que pagar por la mermelada santista -tras su raspada reelección-, a costa de salvar el flujo de caja de la Unidad Nacional en tiempos de elecciones locales. Los Congresistas Name, Cepeda, Gerlein, Musa Besaile, Ñoño Elías, García, Amín, Gnecco, entre muchos otros, deben de estar felices socializando.

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