Por: Robert J. Samuelson.
WASHINGTON – Está comenzando a parecer que el juego económico de 2016 será un forcejeo, definido por una simple pregunta. ¿Será descarrilada la lenta pero constante recuperación de Estados Unidos por la debilidad de las así llamadas “economías emergentes”, lideradas por China, Brasil y otros países? La apuesta (hasta el momento) es que la recuperación norteamericana sobrevivirá, pero no es un hecho nada seguro. El resultado, no hace falta decirlo, podría afectar decisivamente la elección presidencial.
El sólo hecho de que se formule la pregunta constituye una asombrosa reversión de la opinión general. Tras la crisis financiera 2008-9, el consenso era que el Nuevo Mundo (China y los demás países de mercados emergentes) rescataría al Viejo Mundo (Estados Unidos, Europa y Japón). Con clases medias en rápida expansión, el Nuevo Mundo—especialmente China—continuaría importando vastas cantidades de materias primas y sofisticados artículos de consumo y de inversión.
Pero los hechos no han seguido ese guión.
“Tuvimos una enorme caída en el crecimiento de los mercados emergentes,” expresa Nariman Behravesh, economista jefe de la firma consultora IHS. Según los cálculos de IHS, el crecimiento económico en esos países cayó alrededor de la mitad, de un 7,4 por ciento en 2010 a un 3,8 por ciento en 2015. Algunos países perdieron velocidad; China cayó de un 10 por ciento en 2010 a menos de un 7 por ciento este año, según muchos cálculos. Otros países sufrieron recesiones. Se espera que la economía de Brasil, que creció más de un 7 por ciento en 2010, se reduzca un 3 por ciento este año.
Como resultado, los precios de las materias primas—especialmente el petróleo—cayeron drásticamente. Algunas industrias globales tienen excedente de capacidad de producción, y las importaciones de los mercados emergentes están bien por debajo de las expectativas. Las consecuencias ya afectaron la economía norteamericana. Caterpillar recientemente anunció 10.000 despidos hasta 2018, porque la demanda de los equipos de remoción de tierra—muy usados en las operaciones de minería—ha sido suave. La Reserva Federal citó recientemente la incertidumbre global como una razón para no elevar las tasas de interés de Estados Unidos.
Aún así, muchos economistas dudan que la debacle de los mercados emergentes aplaste la recuperación de Estados Unidos. “El consumidor norteamericano y el mercado de la vivienda son grandes fuerzas impulsoras,” dice Behravesh. Las exportaciones de Estados Unidos a los países de mercados emergentes representan sólo el 4 por ciento de la economía (producto bruto interno). Toda pérdida de las exportaciones puede quedar abrumada por el aumento del gasto del consumidor, que representa casi el 70 por ciento del PBI. Behravesh piensa que el gasto del consumidor seguirá siendo sólido por muchos motivos: un fuerte crecimiento de las fuentes de trabajo (alrededor de 200.000 al mes); tasas de interés bajas (los pagos de los intereses de las familias como porción de los ingresos disponibles son los más bajos desde mediados de la década de 1980); y los precios bajos de la gasolina.
David Stockton—ex economista en jefe del Peterson Institute—está de acuerdo en que los países de mercados emergentes tienen “sólo pequeños excedentes” para Estados Unidos. La economía norteamericana, dice, debería continuar en expansión el año que viene. Pero a Stockton le preocupa la posibilidad exterior de que una mayor ralentización en China desencadene una reacción más amplia. A causa de la depreciación de la moneda china, el yuan, las exportaciones chinas se podrían abaratarse. Para protegerse, otros países podrían realizar devaluaciones competitivas. A medida que la incertidumbre creciera, se produciría un “freno en la asunción de riesgo” en todo el mundo. Los individuos y las empresas gastarían menos. Los mercados de valores globales caerían.
Lo que aumenta el peligro, dice, es que los gobiernos parecen carecer de armas para combatir una nueva crisis. Los bancos centrales (la Fed en los Estados Unidos, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón) ya tienen las tasas de interés cerca de cero. Hay poco entusiasmo por déficits presupuestarios mayores.
Así pues, la economía global no está coqueteando con una nueva recesión—todavía no, de todas formas. Pero tampoco es una posibilidad remota. Sea lo que sea, lo que ocurra afectará la elección y todos los candidatos están en la misma situación: No pueden hacer mucho al respecto.
(c) 2015, Washington Post Writers Group
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