Tras dos fracasos, Atenas y la Eurozona, liderada por Alemania, preparan este viernes un nuevo cara a cara para intentar alcanzar un acuerdo sobre la financiación de Grecia, y evitar un nuevo periodo de incertidumbre para Europa.
Sin un acuerdo, Grecia corre el peligro de encontrarse rápidamente sin fondos y abocada a la salida de la zona euro. Una perspectiva que inquieta sobre todo a Estados Unidos.
Esta reunión de ministros de Finanzas de la Eurozona, la tercera en menos de diez días, debe desembocar en un acuerdo sobre la extensión del programa de ayuda a Grecia, que expira el 28 de febrero.
Grecia quiere pasar página de la austeridad. Pero Alemania, con la inflexibilidad que encarna su ministro de Finanzas, el conservador Wolfgang Schäuble, exige que Atenas siga saneando sus finanzas públicas y las reformas estructurales que le exigieron a cambio de dos planes de apoyo por valor de 240.000 millones de euros.
Berlín no está solo, cuenta con el respaldo de Finlandia y los países bálticos al norte, de España y Portugal al sur.
La ministra portuguesa de Finanzas, Maria Luis Albuquerque, dejó claro este viernes en la prensa alemana que hay “un marco” en la zona euro y que los socios de Atenas “no están dispuestos a negociar bajo otras condiciones”.
El primer ministro eslovaco Robert Fico dijo por su lado al Financial Times que sería “imposible” para él “explicar a la gente (en su país) que hay que dar dinero para los salarios y las pensiones en Grecia”.
Pero la que realmente “bloquea” es Alemania, confió este jueves una fuente europea. “Es cierto que existe un problema de personas” entre el austero Wolfgang Schäuble y su homólogo griego, el brillante Yanis Varoufakis. La prensa reseña desde hace días las tensiones entre ambos hombres.
Atenas dio el jueves un paso importante hacia un compromiso y se decidió a pedir una “extensión” del acuerdo de asistencia financiera que la zona euro le conminaba a aceptar esta misma semana.
– ‘Caballo de Troya’ –
En una carta dirigida al Eurogrupo, el Gobierno griego también dijo estar dispuesto a aceptar la “supervisión” de sus acreedores (UE, BCE y FMI) y se comprometió a abstenerse de “cualquier acción unilateral” que socave sus objetivos presupuestarios.
A cambio, reclama cierta “flexibilidad” que permita rectificar las medidas de austeridad más dolorosas, tal como prometió Alexis Tsipras, el nuevo primer ministro de izquierda radical, durante su campaña victoriosa. El término “flexibilidad” será sin duda muy debatido por el temor de varios países de que Grecia lo emplee para no cumplir sus compromisos.
Apenas recibida la solicitud de extensión, el Ministerio alemán de Finanzas, lo rechazó con sequedad y dijo que no veía ninguna “solución sustancial”. .
Atenas filtró la posición defendida por Alemania en una reunión de altos funcionarios preparatoria del Eurogrupo, que ilustra toda la desconfianza de Berlín respecto al nuevo Gobierno griego: Alemania comparó su solicitud a un “caballo de Troya” para obtener “una financiación puente” de varios meses y “poner fin al programa actual” y por ende a las medidas de austeridad que contiene.
En un último intento de convencer a Berlín, Alexis Tsipras sostuvo una reunión telefónica de unos 50 minutos la noche del jueves con la canciller Ángela Merkel. La canciller almuerza este viernes en París con el presidente François Hollande, con el que tratará el caso de Atenas.
Este viernes un portavoz gubernamental griego negó que el ejecutivo haya renunciado a sus compromisos electorales.
“Si el gobierno hubiera dado un giro de 180 grados, habríamos firmado [un acuerdo] hace diez días” en las dos precedentes y fracasadas reuniones del Eurogrupo.
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