Tras el precio de los alimentos que consumimos se ocultan las historias de los millones de personas que los cultivan, los pescan y los procesan hasta que, finalmente, llegan a nuestras mesas. Pero en la industria alimentaria mundial, que genera miles de millones de dólares, demasiadas de estas personas se ven obligadas a vivir y trabajar en condiciones inhumanas por salarios de pobreza.
Las consecuencias de esta injusticia recaen de manera desproporcionada sobre las mujeres, ya que ocupan la mayoría de los empleos menos estables y peor remunerados, y sufren discriminación laboral y salarial.
El sufrimiento de estas personas jamás debería ser un ingrediente de nuestra comida.
Súmate a nuestro llamamiento para exigir a los responsables políticos que garanticen que las personas que cultivan, pescan y producen los alimentos que consumimos reciban un trato y un salario justos. Cuantas más personas les mostremos nuestro apoyo, antes conseguiremos que el sufrimiento humano deje de ser un ingrediente de los alimentos que compramos.
¿Sabías que hay trabajadores en barcos pesqueros del sudeste asiático que trabajan hasta 14 horas al día, 27 días al mes, por tan solo 0,50 dólares la hora? ¿Y que se fumigan plantaciones de fruta tropical en Costa Rica con sustancias agroquímicas altamente tóxicas mientras las personas están trabajando?
Ya provengan de la pesca o de granjas, o los encontremos en mercados locales o las estanterías del supermercado, gran parte de los alimentos que compramos se produce a costa del sufrimiento de millones de personas.
En todo el mundo, millones de personas que cultivan, pescan o procesan nuestros alimentos se ven obligados a vivir y trabajar en condiciones inhumanas. En la industria alimentaria mundial, que genera miles de millones de dólares, demasiadas personas trabajan largas jornadas en condiciones deplorables, por salarios de pobreza.
Las mujeres pagan el precio más alto
Como sucede a menudo, las consecuencias de esta injusticia recaen de manera desproporcionada sobre las mujeres, quienes ocupan los empleos menos estables y peor remunerados y sufren discriminación laboral y salarial, sin que se reconozcan sus derechos. Muchas trabajadoras y productoras de la industria alimentaria reciben amenazas, son acosadas o sufren violencia, carecen de acceso a bajas maternales suficientes e incluso se ven obligadas a hacerse pruebas de embarazo.
Trabajar en estas condiciones mantiene a estas personas sumidas en la pobreza. Y su situación está empeorando. Conforme los gigantes de la industria alimentaria acaparan más poder, una cantidad cada vez menor del dinero que pagamos por los alimentos que consumimos llega a manos de las personas que tan duramente trabajan para cultivarlos y producirlos. A menudo, menos del 10%.
La injusticia de la industria alimentaria: cinco cifras sobrecogedoras
5% | Las personas que cultivan y producen productos como los bananos de Ecuador, las judías verdes de Kenia, el té de la India, las gambas de Vietnam o el atún en conserva de Tailandia apenas reciben el 5% del precio que los consumidores europeos y estadounidenses pagan por dichos productos.
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4.000 | Una trabajadora de cualquier instalación de procesamiento de gambas en Indonesia o Tailandia tendría que trabajar durante más de 4000 años para ganar lo mismo que el director mejor remunerado de una cadena de supermercados estadounidense en un año.
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75% | En una encuesta realizada en junio de 2017, el 75% de las trabajadoras de las explotaciones de frutas y verduras de Italia afirmaron que, debido a su escaso salario, en el mes anterior, ellas o algún miembro de su familia se había visto obligado a reducir el número de comidas diarias.
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4% | A pesar de que desde mediados de los noventa el precio del zumo de naranja de Brasil se ha incrementado casi un 50% en Europa y los Estados Unidos, el porcentaje que llega a las personas que trabajan en su producción ha disminuido de un 17% a un 4%.
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800.000 | Costa de Marfil produce más del 40 % del cacao del mercado mundial del chocolate, valorado en 100.000 millones de dólares. Sin embargo, las 800.000 personas que se encargan de producirlo viven en la pobreza.
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Cambiemos las cosas
En un mundo donde la industria alimentaria mundial mueve miles de millones de dólares, es incomprensible que las personas que producen nuestros alimentos no tengan suficiente para comer. Si rechazamos aceptar que el sufrimiento humano sea un ingrediente de los alimentos que consumimos, podemos acabar con las condiciones inhumanas en las que viven y trabajan estas personas.
Aquí es donde nuestros actos pueden tener un enorme impacto. Utilicemos nuestro poder como ciudadanos, consumidores y usuarios de redes sociales y medios de comunicación para hacer campaña y exigir a quienes ostentan el poder que garanticen que las personas que producen los alimentos que consumimos puedan vivir de forma digna y justa.
Hombres y mujeres de todo el mundo que cultivan, pescan, producen y compran alimentos ya se han sumado a este llamamiento. Súmate tú también. Acabemos con el sufrimiento humano que se oculta tras el precio de los alimentos que consumimos.
Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: Oxfam
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