Los taxistas de Nueva York, que como los de otras metrópolis se ven en grandes apuros a causa de la plataforma de coches compartidos Uber, comenzaron el contraataque: ahora ofrecen vehículos más cómodos y una aplicación de reservas en línea.
Esta semana, la espaciosa minivan NV200 de Nissan se convirtió oficialmente en el modelo de referencia que todas las compañías deberán comprar a medida que renueven su flota.
Estéticamente, este taxi no es ni remotamente parecido al emblemático coche inmortalizado por Martin Scorsese en “Taxi Driver”. Pero tiene otras ventajas: asientos cómodos, control individual de aire acondicionado, espacio cómodo para cuatro personas en la parte trasera, cargadores de teléfonos y techo panorámico.
Al señor Chang, un chofer hongkonés de 58 años, le parece “más cómodo que el Crown Victoria”, el modelo de base actual construido por Ford. Pero aún ha tenido muy poca respuesta de los clientes, cuenta.
Cerca de 800 minivans NV200 amarillas ya recorren las calles de Nueva York, según Josh Clifton, del departamento de comunicación de Nissan en América del Norte.
“En promedio, los propietarios de taxis en Nueva York compran o reemplazan cerca de 2.600 vehículos por año”, explica. Por tanto, de aquí a cinco años la mayoría de los 13.000 taxis amarillos de la metrópolis ya deberían ser NV200.
Al imponer este modelo (excepto en caso de que se compre un vehículo de motor híbrido), las autoridades locales buscaron revalorizar el servicio que ofrecen hasta ahora los taxis tradicionales, que están siendo desafiados por la irrupción de Uber en el mercado.
Luego de una pulseada con la firma californiana, el alcalde de Nueva York suspendió, a fines de julio un proyecto que buscaba poner límite al crecimiento de vehículos Uber.
Uber es una aplicación a través de la cual los usuarios pueden compartir sus vehículos para trasladarse, tras anotarse como conductor o como pasajero. La tarifa suele ser menor a la de los taxis tradicionales, que como defensa acusan la ausencia de controles de este novedoso sistema. “Los negocios no van tan bien”, constata Chang. “Antes, se podían hacer tres o cuatro viajes por semana al aeropuerto. Ahora, vamos una vez cada dos semanas”.
Ahora es posible reservar:
El otro frente en el contraataque del ejército amarillo es una aplicación para teléfonos inteligentes: se llama Arro y fue lanzada oficialmente esta semana.
La reserva de taxis es un servicio que casi no existía en Nueva York, donde sólo se consigue un coche llamándolo en la calle. Arro ahora propone un sistema de reserva en base a puntos similar al de Uber, a través de la geolocalización. El usuario ve en su teléfono dónde están los taxis más cercanos y puede tener un estimado del tiempo que demorarán en buscarlo.
Pero, a diferencia de Uber, la tarifa de la carrera no se fija de antemano.
Arro se asoció con la firma especializada en tecnología para taxis Creative mobile technologie (CMT), que ya ha equipado a 7.000 coches en Nueva York, a fin de popularizar rápidamente la aplicación.
Por ahora, Arro no percibe ningún ingreso de parte del pasajero y no ha definido cuál será su modelo económico, explicó su portavoz Michael Woloz, según quien por ahora la firma busca “sobre todo ganar clientes”. (AFP)
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