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Mujeres rurales, defensoras y defensores de Derechos Humanos son vitales para que el proceso de paz sea exitoso.
El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, está en Washington esta semana para reunirse con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Esta primera reunión cara a cara de los dos presidentes será una oportunidad importante para que Estados Unidos reafirme su firme apoyo al proceso de paz en Colombia. Después de 50 años de conflicto armado interno, el Acuerdo de Paz entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo (FARC-EP), que entró en vigor el 1 de diciembre de 2016, aún está en las primeras fases de su implementación. Este acuerdo histórico proporciona una oportunidad para construir una paz justa y sostenible en Colombia. Pero el proceso de implementación del Acuerdo enfrenta muchos desafíos y el apoyo internacional es crucial para su éxito.
Los Estados Unidos, en particular, tienen un papel clave que desempeñar. Después de proporcionar al gobierno colombiano 10.000 millones de dólares en asistencia militar y policial desde el año 2000, ahora es un momento crítico para que el Presidente Trump señale el firme compromiso de su gobierno con el proceso de paz colombiano a través de una asistencia financiera sustancial y un apoyo político sostenido.
Hacer la paz no es fácil, sobre todo después de cinco décadas de conflicto alimentado por desigualdades e injusticias, especialmente en las zonas rurales. Para que el proceso de paz tenga éxito, es necesario avanzar hacia el mejoramiento de los medios de vida en las zonas rurales, lo que a su vez requiere eliminar las barreras de acceso a la tierra y otros recursos para las mujeres rurales y sus comunidades afrocolombianas, indígenas y campesinas.
En palabras de Edilia Mendoza, lideresa de la Plataforma de Incidencia Política de Mujeres Rurales Colombianas, “Si no tenemos tierra, no tenemos paz”. Las mujeres organizadas en Colombia hicieron historia cuando abogaron con éxito por un asiento en la mesa de negociaciones a través de una subcomisión de género, un mecanismo único en la historia de la resolución de conflictos que aseguró que se integrara una perspectiva de género en todo el Acuerdo de Paz. Ahora es fundamental que las voces, las contribuciones y las preocupaciones de las mujeres se tengan en cuenta en el proceso de aplicación. Pero ha habido desafíos en la implementación que han impedido una amplia participación de la sociedad civil.
La plataforma de incidencia política de mujeres rurales colombianas y Oxfam están especialmente preocupadas por un reciente proyecto de decreto gubernamental sobre ordenación del territorio, destinado a aplicar las disposiciones del primer capítulo del Acuerdo de paz sobre el desarrollo rural integral. Si bien el proceso no permitió a las comunidades rurales revisar el borrador, un fuerte clamor por parte de algunos parece haber llevado a revisiones. Pero queda por ver si este decreto, una vez finalizado, ayudará a facilitar el acceso progresivo a la tierra de las mujeres rurales y de la población más vulnerable, como se afirmó en el Acuerdo de Paz. Esta situación apunta al papel crítico de la sociedad civil en responsabilizar a los actores políticos para asegurar la aplicación plena y efectiva del acuerdo de paz.
La mejor manera de abordar este y otros problemas similares en el proceso de paz es asegurar un compromiso fuerte y activo de la sociedad civil en el proceso de implementación. Sin embargo, el aumento de los asesinatos y las amenazas contra lideresas, líderes y activistas de la sociedad civil representa un desafío en este sentido, y por lo tanto es un obstáculo para lograr la paz en Colombia. Es urgente detener este alarmante aumento de la violencia contra los defensores de los derechos humanos, en particular los líderes rurales que defienden sus derechos al territorio y a un medio ambiente sano.
Para que el proceso de paz en Colombia tenga éxito requiere que muchos actores trabajen juntos durante los próximos meses y años. Es vital la plena participación de la sociedad civil, particularmente de las mujeres rurales y sus comunidades, en el proceso. El camino hacia una paz sostenible y duradera todavía enfrenta muchos obstáculos. Pero el fuerte y continuo apoyo del gobierno de los Estados Unidos puede contribuir en gran medida a convertir en realidad la esperanza de paz en Colombia.
Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización
Stephanie Burgos es Directora Asociada de Asuntos Gubernamentales de Oxfam America y Maite Matheu es Directora de Oxfam en Colombia
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SOURCE: Los Blogs de OXFAM
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