Por: Sri Mulyani Indrawati.
Managing Director & Chief Operating Officer del Banco Mundial.
Por primera vez en la historia, la cantidad de personas que viven en extrema pobreza ha bajado a menos del 10 %. El mundo nunca ha tenido metas tan ambiciosas en materia de desarrollo como sucede hoy.
Luego de la adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la firma del Acuerdo de París sobre Cambio Climático a fines de 2015, la comunidad mundial está ahora evaluando las mejores y más eficaces vías de alcanzar estos hitos.
En esta serie de cinco partes, me referiré a lo que el Grupo Banco Mundial está haciendo y lo que estamos planeando realizar en áreas clave que son cruciales para poner fin a la pobreza a más tardar en 2030: buen gobierno, igualdad de género, conflicto y fragilidad, creación de empleos y, por último, prevención y adaptación al cambio climático.
A fines de 2030, más de la mitad de las personas pobres del mundo vivirán en países muy pobres afectados por conflictos y fragilidad, o altos niveles de violencia.
En estos lugares, los Gobiernos no pueden proveer de manera adecuada servicios básicos ni seguridad; la actividad económica está paralizada, y las labores de desarrollo son muy difíciles de llevar a cabo. Aquí también la pobreza es mayor. Los problemas que enfrentan estos países no saben de fronteras. Alrededor de la mitad de los 20 millones de refugiados del mundo provienen de naciones pobres. Muchos más se encuentran desplazados dentro de sus propios países.
Algunos países presentan bajos niveles de violencia, pero se encuentran “atrapados en una situación de fragilidad”, y la amenaza de la violencia resulta en una paralización del desarrollo. Naciones como la República Centroafricana, Malí, Haití y Sudán han estado en una lucha constante con situaciones de fragilidad en los últimos 20 años.
El conflicto y la fragilidad echan por tierra los avances en materia de desarrollo logrados con tanto esfuerzo. Esto tiene un alto costo económico (PDF, en inglés) a nivel global: aproximadamente US$ 14,3 billones (dólares estadounidenses) en 2014, o el 13,4 % de la economía mundial. Según las Naciones Unidas, los conflictos causan muertes, desplazan a las familias y representan el 80 % de todas las necesidades en ayuda humanitaria.
Obviamente, el mundo no puede poner fin a la pobreza extrema si no aborda estos desafíos de manera más adecuada. Nuestra labor en 29 de los países más pobres del mundo se concentra en la búsqueda y la entrega de soluciones que tengan un verdadero impacto.
Estas son algunas maneras cómo estamos ayudando:
1. Abordar los factores que impulsan la fragilidad
La violencia está aumentando y adquiriendo mayor complejidad. La cantidad de conflictos en curso aumentó a 50 en 2015, en comparación con 41 el año anterior. Desde 2012, los incidentes terroristas se han incrementado en un 120 %. Es cada vez más crucial determinar las causas subyacentes de la fragilidad y la violencia y tratar de neutralizarlas.
Los factores que impulsan la fragilidad incluyen las desigualdades económicas y regionales; el desarrollo dispar; los conflictos relacionados con el uso de la tierra; la escasez de transparencia en la gestión de los recursos naturales, y la falta de oportunidades y empleos.
Estamos realizando “evaluaciones sobre fragilidad” en los países, junto con análisis económico y social, para abordar mejor estas cuestiones.
Por ejemplo, algunos proyectos que se realizan en la región de los Grandes Lagos de África aplican las mejores prácticas y las enseñanzas extraídas de lo que hemos hecho en la República Democrática del Congo y Côte d’Ivoirepara encarar la prevalencia de la violencia de género en las zonas fronterizas de la región.
En las Islas Salomón, a través del Proyecto de Creación Rápida de Empleo se contrataron 12,000 jóvenes de comunidades vulnerables y se crearon 664 000 días de empleo para construir infraestructura y dar apoyo a 1,200 pequeños proyectos en Honiara, la ciudad capital.
Nuestro objetivo es diseñar programas adaptados para situaciones de fragilidad específicas y fortalecer, al mismo tiempo, las instituciones públicas para que sean responsables, y además desarrollar la capacidad de la sociedad civil de exigirles que rindan cuentas.
Por ejemplo, en la República Centroafricana estamos ayudando en la recontratación de empleados estatales y el restablecimiento de las instituciones del sector público, después de dos años de inseguridad política y el desplazamiento de un cuarto de la población.
2. Enfrentar el desplazamiento forzado
En la actualidad, enfrentamos una crisis sin precedentes de personas desplazadas por la fuerza en el mundo, impulsada por el conflicto, la guerra y la persecución. Casi la mitad de los refugiados en todo el planeta provienen de Siria, Afganistán y Somalia. Grandes cantidades de refugiados han huido también de Sudán, Sudán del Sur, la República Democrática del Congo, Myanmar, Iraq y Eritrea.
El desplazamiento forzado se considera cada vez más como un problema mundial que necesita soluciones en materia de desarrollo a largo plazo unidas a una respuesta humanitaria. Esto porque las crisis humanitarias y el desplazamiento a menudo se prolongan por años.
Estamos dando asistencia a los desplazados internos y las comunidades que han recibido a los refugiados en las regiones de los Grandes Lagos, el Cuerno de África, el Sahel y el Oriente Medio. En la República Centroafricana, entregamos financiamiento para actividades cruciales destinadas a abordar una crisis de alimentos y reforzar la seguridad alimentaria en 2014, luego que una gran cantidad de personas fueran desplazadas dentro del país como resultado de la inestabilidad y la violencia. Alrededor de 150,000 personas se beneficiaron con el proyecto que distribuyó 5,005 toneladas métricas de alimentos y ayudó a aumentar la producción de semillas en 371 toneladas métricas.
Además, colaboraremos estrechamente con los países y otros asociados para fortalecer el diálogo basado en datos empíricos y la programación que ayude a aliviar la enorme presión que existe sobre las poblaciones desplazadas y los países de acogida.
Y continuaremos desarrollando y mejorando nuestras inversiones y nuestro modelo de operaciones para que no solo podamos responder de manera oportuna y con flexibilidad, sino también lograr resultados efectivos y duraderos.
3. Formar alianzas que tengan impacto
Estamos trabajando con organizaciones como las Naciones Unidas y la Unión Europea para llegar a aquellos que necesitan ayuda en los países de bajo ingreso y frágiles que enfrentan situaciones de inestabilidad política, instituciones deficientes y contratos sociales sometidos a tensiones.
El presidente del Grupo Banco Mundial, Jim Yong Kim, y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, han viajado juntos a las regiones de los Grandes Lagos, el Sahel, el Cuerno de África y el Oriente Medio en los últimos tres años para reunirse con líderes locales y encontrar soluciones a los desafíos de desarrollo y una vía hacia el progreso.
También colaboramos con la ONU en estudios analíticos para fortalecer los enfoques en materia de justicia y seguridad. Por ejemplo, en Liberia, el Banco Mundial y la ONU trabajaron juntos para responder a la crisis de ébola y ayudar a recuperarse a los países afectados.
Las alianzas con organizaciones no gubernamentales, el sector privados y otros nos han permitido hacer avances en medio de entornos inseguros. En Afganistán, 31 asociados —incluido el Banco Mundial— han apoyado el desarrollo de base comunitaria a través de más de 33,000 consejos de la comunidad elegidos democráticamente. Estos últimos identificaron 86,000 pequeños proyectos para mejorar el suministro de agua y el saneamiento, los caminos rurales, el riego, la electricidad, la salud y la educación entre 2003 y 2015. El programa ha generado más de 52 millones de días de empleo para trabajadores calificados y no calificados.
No podemos poner fin a la pobreza extrema sin hacer avances en los países afectados por la fragilidad y la violencia. ¿Qué se necesita para terminar con la “trampa” de la fragilidad y el conflicto? Sabemos que es más probable que tengamos éxito si seguimos estando involucrados, si confrontamos los factores que impulsan el conflicto y si fomentamos instituciones públicas responsables que puedan dar seguridad, administrar justicia y crear empleos.
Nota: Todas las páginas de los países mencionados en este blog están disponibles en inglés.
Post publicado por primera vez en Huffington Post, y luego en Voces, Perspectivas del desarrollo del Banco Mundial, reproducido en PCNPost con autorización.
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