Por: Jérôme Fauré.
Oxfam Canada, Director de Oxfam en Cuba.
El sol castiga fuerte en la región y las reservas de agua son insuficientes. Se trata de una sequía que tendrá efectos sobre la seguridad alimentaria del país, todavía poco estudiados y conocidos, aun cuando ha sido declarada por el gobierno como asunto de prioridad nacional.
La agricultura en Cuba no alcanza aún a suplir las necesidades de alimentación de los cubanos y las cubanas:
Y es que la agricultura en Cuba, a pesar de la reciente redistribución de más de un millón de hectáreas de tierra en usufructo o medidas para diversificar la comercialización y aumentar los créditos —audaces si se las mira en el contexto regional—, no alcanza aún a suplir las necesidades de alimentación de los cubanos y las cubanas. Las autoridades se han visto obligadas a asumir el reordenamiento de los precios dentro de los mercados, demasiado altos para los ingresos de las personas.
En tanto, la más reciente evaluación de un proyecto de reforzamiento de la agricultura urbana en 85 cooperativas agrícolas [1] —a cargo de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y el Instituto Nacional de Investigaciones Fundamentales de Agricultura Tropical (INIFAT), acompañadas por Oxfam— demuestra claramente que simples inversiones en sistemas de irrigación solares, molinos para la energía eólica o talleres de reparación de maquinaria agrícola, pueden aportar insumos para al menos duplicar la producción de frutas, legumbres o tubérculos. Si los Estados Unidos levantaran o flexibilizaran rápidamente el embargo sobre un acceso masivo de productores y productoras cubanas a material y equipamiento de calidad, la “normalización de las relaciones” empezaría a ser más fructífera.
Podemos también imaginar que Cuba, además de ofrecer alimentos sanos a quienes vienen como turistas (más de un millón anuales), pudiera así proporcionar a su población alimentos más diversos, accesibles y mejor presentados: una producción agroecológica y nacida de una cadena de circuitos cortos, la cual sería también puesta en valor. Sin embargo, vemos cada vez con más frecuencia productos importados en los establecimientos del Estado, con precios de difícil acceso para la mayoría. Aquí, la “cadena de valor” es aún muy inicial: no se piensa en términos de demanda ni preferencias de los consumidores; y la relación entre el plan y el mercado sigue siendo un desafío a la satisfacción de todos y todas.
El rol de las mujeres rurales en la transformación del campo cubano:
Por otro lado, la ANAP y otras organizaciones como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), la Asociación Cubana de Producción Animal (ACPA) o la Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales (ACTAF) han hecho notar el rol que pueden desempeñar las mujeres rurales en la transformación del campo cubano. Un rol central, aun cuando la representación de las mujeres en el sector no llega al 20%.
Es muy probable que el presidente Obama celebre los nuevos y pequeños emprendimientos que se desarrollan en Cuba, y en particular, aquellos que han abierto restaurantes (“paladares”) en La Habana, pero ¿qué llegaría a saber de las productoras de microorganismos biológicos o de esas artesanas y artesanos del bambú que buscan su espacio en las pequeñas ciudades de provincia?
Ahí, no obstante, habría una oportunidad para tender puentes entre esta nueva generación de agentes económicos y el mundo rural: que conjuguen sus energías en función del desarrollo de la agricultura y la multifuncionalidad del sector. El ascenso de esos sectores combinados, junto con la creación de nuevas cooperativas, debería contribuir a modelar la riqueza del tejido económico y social en los territorios. Las mujeres y las jóvenes para quienes la capital o el extranjero sigue siendo una atracción, podrían encontrar allí un sitio donde permanecer.
Cuba, en su avance hacia la descentralización, podría llegar a un modelo que articule en torno a los gobiernos locales una amplia diversidad de instituciones sociales y agentes económicos, tanto públicos como privados. Por su parte, la investigación en agronomía cuenta de varios institutos que, a través de los medios adecuados para transferir el conocimiento y con la tecnología en función de la tierra, podrían catalizar la transformación de los modelos agrarios. Las ONGs internacionales que están presentes y activas en el país desde hace unos 15 o 20 años están dispuestas a acompañar esas innovaciones.
Permitiendo que fundaciones, otras organizaciones filantrópicas y ONGs norteamericanas colaboren con esas organizaciones presentes en el país, el Sr. Obama podría favorecer también el desarrollo de las zonas rurales en Cuba.
Queda mucho aún por ver en el curso de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos:
El sector de la agricultura parece estar en la agenda. Su ministerio en la Isla se reorganiza, y se trata de hacer sostenibles y viables algunas recientes iniciativas como las que promueven el agroturismo, la certificación participativa o las prácticas agroecológicas.
Una sugerencia a quien sucederá pronto al Sr. Obama: en la próxima visita, no olvide los campos de Cuba.
[1] Cofinanciado por la Unión Europea, el Gobierno Vasco y la Embajada de Japón
Trabajo de Oxfam en Cuba:
Desde 1993, Oxfam acompaña a los cubanos y las cubanas, sus organizaciones y asociaciones, y a los gobiernos locales, en procesos que garanticen la reducción de brechas de equidad y la resiliencia de las comunidades. La región Oriental del país, donde se concentran las mayores vulnerabilidades ante el cambio climático y los fenómenos naturales, así como los principales riesgos sociales de las políticas y reformas económicas, sigue siendo el principal anclaje de sus acciones.
Twitter: @Oxfam_Cuba
Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización
SOURCE: Oxfam
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