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Por: Francisco Manrique.

Hace 13 años, el presidente de la época, Juan Manuel Santos, con el convencimiento de que sería imposible acabar con la guerra por la vía de las armas, tomó la decisión de emprender conversaciones de paz con el grupo guerrillero más antiguo de Colombia. Su antecesor, Alvaro Uribe, lo había intentando durante ocho años, reduciendo su capacidad de daño, pero sin lograr su rendición.

Durante cuatro largos años se adelantaron conversaciones en la Habana Cuba. Finalmente, después de un proceso jurídico y político bastante complejo, se logró llegar a una serie de acuerdos para la desmovilización de las FARC. Han pasado nueve años desde que se firmó la paz, y la transición no ha sido fácil.

Como se había previsto, fenómenos de violencia como los experimentados en Centro América se reprodujeron en Colombia, pero a una escala mucho mayor. Sin embargo, gracias a la movilización, cada vez más dinámica, de diferentes grupos de la sociedad colombiana, hoy este país suramericano puede mostrar con orgullo, cómo aprovechó el proceso de paz y su manera de manejar creativamente esta oportunidad histórica, que se ha convertido en un referente para el mundo.

En esta semana se inicia el evento internacional organizado por el Gobierno de Colombia, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, en el cual se expone la experiencia colombiana en el manejo del post conflicto, como un ejemplo internacional. Porque a pesar de las dificultades que aun subsisten, hay un gran interés por parte de las delegaciones de más de 80 países que se han reunido en Bogotá, para ver las lecciones aprendidas en el proceso.

Colombia ha hecho poco a poco la transición de una historia de violencia e intolerancia, hacia una nueva narrativa, más alineada con las realidades y retos de un país relevante, en un entorno cada vez más globalizado. Por ejemplo, en el país se formó un movimiento de gente joven, que es cada vez más fuerte, conectado y visible, el cual se atrevió a experimentar y echar a andar sus ideas de cambio, a través de la innovación, la tecnología y la creatividad.

Hoy estos jóvenes son agentes de cambio en sus entornos y han logrado un impacto muy significativo no sólo a través de sus ideas innovadoras y sus emprendimientos, si no al trabajar en redes de colaboración con sus pares de todos los rincones del país.

A la vez, este fenómeno de jóvenes ha terminado por impactar el sistema educativo de manera importante, pues ha venido generando una conciencia cada vez mayor respecto a la orientación, que debe de tener la educación para fomentar el liderazgo, la creatividad y el emprendimiento innovador en los alumnos.

En este sentido es muy interesante ver cómo se ha logrado construir una cultura de colaboración institucional, que hace unos años no existía, la cual ha sido fundamental para intervenir toda la cadena de valor del sistema educativo y cambiarlo.

Así mismo se han establecido redes de liderazgo local, que son las que han permitido la identificación de jóvenes con alto potencial, capacitarlos y conectarlos alrededor de proyectos de alto impacto en sus comunidades.

La conexión de más de 1000 grupos de jóvenes agentes de cambio en diferentes puntos de la geografía colombiana, y la visibilidad que le han dado los medios de comunicación formal e informal a nivel nacional e internacional, ha ido cambiando el imaginario colectivo de forma muy positiva. Es por esto que la popularidad de nuevas series de TV, transmitidas principalmente por la web, donde los protagonistas interactúan con su público, han servido para poner en el imaginario colectivo nuevas historias basadas en la realidad. En estos espacios se ha hecho mucho énfasis a la participación de los jóvenes, que han ido despertando a sus comunidades, para que asuman la responsabilidad en la construcción de su propio futuro.

De otro lado el uso de novedosas tecnologías de medición, como una que sirve para capturar las historias de la gente común, (llamadas micro narrativas) es cada vez más extendido en la mayoría de las regiones del país. Estas herramientas de medición han permitido a las autoridades y a otras organizaciones, ajustar en tiempo real sus programas de apoyo al proceso que está en marcha, de forma que resultan mucho más costo-efectivos.

Lo más significativo al hablar con diversos actores que han participado de este proceso de cambio, principalmente con jóvenes que hoy son ejemplo en varias regiones del país, es la pasión que transmiten, el sentido de propósito superior compartido que hay, y el hecho de que se sienten parte de una gran comunidad, que hoy opera en red en muchos municipios colombianos.

Hay que resaltar el liderazgo de un grupo pequeño de personas y de organizaciones, que tuvieron la visión de ver una oportunidad en el proceso con las FARC, como una “autopista” para echar a andar cambios sustanciales que el país necesitaba. Hay que recordar que esta no era una tarea fácil, ya que la iniciativa de Santos y la oposición de Uribe, fracturó a la sociedad colombiana. Apoyar el proceso no era lo más popular y los obstáculos fueron muchos.

A pesar de las dificultades, el grupo perseveró y fue construyendo las bases conceptuales y prácticas, para vender la idea de crear una nueva narrativa para Colombia, a partir de las historias de cambio protagonizadas por jóvenes en todos los rincones del país. Decidieron buscarlos, conectarlos, darles las oportunidades y las herramientas y, como si fuera poco, se atrevieron a intervenir todo el sistema educativo para que éste pudiera formar a las nuevas generaciones como agentes de cambio, desde la primera escuela hasta la universidad.

El grupo se formó a finales del año 2012 cuando las negociaciones de paz con las FARC apenas empezaban. Y fue en ese momento cuando vieron con claridad que lo que sucedía en La Habana, era la oportunidad para confrontar a la sociedad colombiana con su papel en esa historia, de muchas décadas de violencia y muerte y las posibilidades de escribir entre todos un nuevo cuento para Colombia. En palabras del profesor Ronald Heifetz en Harvard, “el reto adaptativo era muy grande, ya que no había una solución sencilla. Y sin embargo, la mayoría de la sociedad colombiana así lo exigía”.

Era imperativo que el cambio permitiera hacer la transición de una cultura violenta e intolerante, a una mas abierta al manejo de sus diferencias de manera productiva. Una cultura que aceptara el riesgo y promoviera el emprendimiento, incorporando las nuevas tecnologías que ofrece el siglo XXI. En cualquier caso, el reto de introducir cambios culturales, era una tarea monumental. El grupo se propuso demostrar de manera experimental que era posible innovar en el sistema educativo, para iniciar ese cambio hacia un desarrollo sostenible basado en la convivencia. Y por lo tanto, el foco debería estar centrado en las nuevas generaciones: niños y jóvenes.

Impactar el sistema educativo era ya un gran reto porque había que hacerlo de manera integral y decidieron abordarlo junto con otras tres grandes tareas: identificar jóvenes líderes y emprendedores, visibilizarlos y luego conectarlos, de manera que pudieran convertirse en los nuevos modelos de rol que personificaran la nueva narrativa, que se quería construir.

Doce años después, hay muchos proyectos y emprendedores que han surgido a lo largo de esta historia. Pero tal vez la innovación más importante que han logrado es la arquitectura que se armó para crear acciones colaborativas, entre una gran cantidad de actores. Hoy, en diferentes partes del país, estos grupos tienen una visión compartida y un propósito bien definido, que les ha permitido avanzar.

La tecnología, a través de diversas herramientas y plataformas, les permite compartir experiencias y aprendizajes. Y el resultado más palpable es que en Colombia está emergiendo un grupo numeroso de nuevos líderes, que han venido desplazando del imaginario colectivo, a los “Pablos Escobares”, que durante décadas fueron los modelos de rol de la juventud de este país.

Están surgiendo unas nuevas camadas de líderes jóvenes, algunos de los cuales han entrado al ejercicio de la política con gran fuerza. Pero además con una visión diferente, marcada por la idea suprema de trabajar por el bien común. Bogotá acaba de elegir al alcalde más joven de su historia, precisamente una persona que tuvo la oportunidad de formarse en los espacios de liderazgo, que se abrieron en estos años. Y este es apenas un ejemplo de los miles de jóvenes que han comenzado carreras exitosas de emprendimiento empresarial y social que trabajan en sus redes locales.

Las expresiones de Innovacion x Educación = Desarrollo +Paz, Sumatoria de actividades = Capacidades a la n, Experiencia x Entusiasmo= Cambio, son las nuevas ecuaciones que soportan la nueva narrativa colombiana. Se podría decir que es una manera diferente de darle sentido a las matemáticas, para apostar al desarrollo sostenible de un país.

Es emocionante poder ver de primera mano los cambios que se han producido en este país suramericano en un tiempo tan corto. Hay que recordar que en 1999, The New York Times lo declaraba como un país fallido. Hoy Colombia es un ejemplo de cambio. Un país con nueva narrativa donde cada vez hay más gente joven que se atreve a soñar, a experimentar, y están convencidos que juntos pueden hacer la diferencia.


The Economist : Tim Collins, Bogotá, agosto 17 del 2025


El lector de este blog se debe de preguntar si no vale la pena hacer el esfuerzo para que Colombia sea esta noticia internacional en un futuro no muy lejano, y si las nuevas generaciones puedan asumir el papel que les corresponde. Por mi parte, desde hace tres años largos estoy trabajando para convertir esta visión del futuro, en una realidad. A mi tierna edad de 66 años. me siento un orgulloso exponente de las nuevas generaciones….


 

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