La pasada XIII Conferencia Regional sobre la Mujer, organizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) fue en Montevideo, un lugar muy apropiado dado que en Uruguay ha habido importantes avances en materia de derechos de las mujeres, como en otros ámbitos y políticas sociales. Esto seguro será reconocido en el próximo Encuentro Feminista Latinoamericano que también se realizará en esta ciudad en noviembre del 2017.
La Conferencia celebró 40 años de propuestas y declaraciones de la CEPAL que han ofrecido un marco teórico y conceptual para los avances en términos legislativos, normativos y de política pública en materia de los derechos de las mujeres en la región.
También se planteó una propuesta prospectiva en el marco de Horizontes 2030, y de acuerdo con La autonomía de la mujeres e igualdad en la Agenda de Desarrollo Sostenible, que anuncia una disyuntiva de entrada, generando eco también con las discusiones del movimiento feminista alrededor de la Conferencia.
No hay desarrollo sostenible sin igualdad
Venimos de varios años de crecimiento económico y mayor sensibilidad en políticas sociales en la región y aún cuando ha habido muchos déficits en materia de los derechos de las mujeres ¿qué pasará ahora que varios gobiernos replantean la austeridad como salida en vez de profundizar en el combate de la desigualdad?
El riesgo es alto, la pérdida de derechos aún cuando han sido precariamente conquistados y el aumento de la pobreza y la desigualdad. Se me hace conocido ese cuento, ya lo hemos vivido antes en la región.
En este contexto, la consigna de la Conferencia de que el desarrollo sostenible, al cual todos los gobiernos de la región se han comprometido avanzar de aquí al 2030, no sería posible si se mantienen las desigualdades de género, suena como una llamada de alerta.
Y hay que hacer una llamada de alerta, no solo por el retorno de la austeridad como medida probada y fracasada en tiempos de crisis, sino tal vez más preocupante, es el sentir la creciente influencia de una ofensiva conservadora y casi fundamentalista que categoriza a igualdad de género y los derechos de las mujeres como una “ideología de género” que resquebraja los fundamentos cristianos, patriarcales, y roles tradicionales de la familia de la edad media.
La Conferencia resaltó la “autonomía económica” de las mujeres, que se refiere entre otras cosas a la brecha salarial entre hombres y mujeres, la informalidad y precariedad del empleo de las mujeres que ganen muchas veces por debajo el salario mínimo, el techo de cristal que enfrenta las mujeres más y mejor calificadas, la carga y la responsabilidad (no compartida ni con el Estado ni con los hombres) de la economía del cuidado y el tiempo de las mujeres dedicado al trabajo no remunerado, todos temas esenciales para la igualdad de género en términos económicos.
Las mujeres y el derecho a decidir
Pero a mí me llamó mucho más la atención la discusión sobre la “autonomía física” de las mujeres. Por ejemplo, el tema del aborto, que sigue generando controversia. A pesar de las estadísticas espeluznantes de los costos, riesgos y amenazas que enfrentan las mujeres por la práctica ilegal y riesgoso del aborto, algunos gobiernos están promoviendo la penalización del aborto en cualquier situación de embarazo, no deseado, no buscado, incluso producto de una violación.
Me cuesta entender por qué simplemente no se establece que las mujeres tengan el derecho de decidir, esto no obliga a nadie abortar, no impone nada a nadie, simplemente establece un derecho, que obvio debe ser acompañado por educación sexual y reproductiva para que quienes transitan por la adolescencia tengan la información necesaria.
No entiendo la ignorancia como una base para el ejercicio de derechos. El resultado es el porcentaje altísimo de mujeres adolescentes de entre 15 y 19 años que son madres en la región (un promedio de 13%). La consigna “Nada sobre nosotras sin nosotras” fue un reclamo constante, cuando debe ser un principio de sentido común.
Por una América Latina libre de violencia de género
El otro componente de la autonomía física se refiere a la violencia ejercida contra las mujeres, que está llegando a niveles de epidemia, con niveles de brutalidad inhumana e inimaginable, sin que haya una reacción por parte de los Estados para enfrentarla.
El dato de la conferencia es que 12 mujeres fueron asesinadas diariamente en la región por el hecho de ser mujeres (2014). ¿Alguien se ha puesto a pensar cuánto nos cuesta esta estadística, en vidas productivas y creativas perdidas?
Marina Arizmendi, Ministra de Desarrollo Social de Uruguay, abrió la conferencia anunciando que las mujeres queremos una América Latina, libre de violencia de género, libre de femicidios/feminicidios, libre de violencia de sus parejas.
Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, planteó que este tema ya no es un tema privado, es un tema público. Y claro está porque la violencia no solo es ejercida en los espacios privados. El acoso es una constante, en las calles, y los parques, en el transporte público ¿son estos realmente espacios públicos libres de violencias?
Este encuentro me dejó la sensación de que hay que cambiar radicalmente la conversación. Hay que trabajar sobre los imaginarios que permiten y naturalizan esta situación. Leyes hay, no necesitamos más, lo que necesitamos es que se implementen, pero recursos claramente no hay, ni cerca de lo que se necesita para prevenir este fenómeno.
Como comentó alguien en la conferencia “en la política y en el gobierno, el amor se demuestra con el presupuesto”.
Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización
SOURCE: Oxfam
3 Responses to "La igualdad de género es la clave del desarrollo sostenible"
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