En Saint-Louis, ciudad de Senegal entre el océano y el río, las olas se han llevado por delante las barreras y empiezan a devorar las viviendas. Y a pocos kilómetros, los desajustes del clima han obligado a evacuar aldeas.
“Las olas nos sorprendieron de noche. Fue el 20 de octubre. El agua golpeó fuerte y derribó las paredes”, afirma Awa Sarr Fall, de 68 años, delante de su casa frente al océano.
Sarr Fall vive en el barrio de los pescadores de Goxu Mbath, en la lengua de tierra de Barbarie, una estrecha franja arenosa situada entre el Atlántico y el río Senegal, a 270 kilómetros al norte de Dakar. “Pedimos la ayuda del Estado y estamos dispuesto a irnos a otra parte”, insistió.
Coloridas piraguas se encuentran amarradas en esta poblada zona, donde viven apiñadas cerca de 120.000 personas, amenazada a la vez por la subida de la marea y por la de las aguas del río, causadas por el aumento de las lluvias estacionales.
Estos desajustes “se deben en parte al cambio climático”, pero las consecuencias se han agravado porque “las poblaciones acondicionaron mal sus residencias” en zonas inundables, explica Pape Goumbo Lô, geólogo y especialista de la lucha contra la erosión costera.
Delante de las casas con las paredes tambaleantes, ladrillos de cemento y bloques de piedra enrollados en redes de pesca sirven para impedir que la tierra ceda.
La isla de Saint-Louis, primera ciudad fundada por los franceses en África subsahariana, en 1659, y antigua capital del África occidental francesa, con su famoso puente Faidherbe sobre el río y sus casas coloniales, forma parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad.
“Queremos mudarnos, pero no tenemos los medios adecuados. Ninguna autoridad ha venido a vernos después de los destrozos. Sólo se interesan en lo que tenemos que decir en época electoral”, se queja Abibatou Fall, otra habitante.
“Las previsiones son pesimistas para la Lengua de Barbarie” que corre el riesgo de desaparecer, afirmó Balla Guèye, el responsable municipal encargado de medioambiente.
“Todo el litoral de Saint-Louis está amenazado. Las viviendas construidas por las autoridades se han visto afectados por los daños” víctimas de la subida del mar, pero sólo el Estado tiene los medios para solucionar el problema, estimó.
El gobierno anunció recientemente la construcción de rompeolas por un coste de mil millones de FCFA (más de 1,5 millones de euros).
Pueblo engullido
A cinco kilómetros de Saint-Louis, el desbordamiento del río preocupa. En unos diez minutos en piragua motorizada, a través del manglar y las aguas fangosas del río, se llega a una isla ahora engullida, Doune Baba Dièye.
Secciones de paredes y canaris gigantes (vasijas de barro cocido) emergen de un espacio de tierra que ha reaparecido con la marea baja. “El agua ha engullido la isla y los habitantes se han ido”, contó el antiguo dirigente de este pueblo, Ameth Sène Diagne.
Su familia fue la última en abandonar Doune Baba Dièye, en noviembre de 2012. Los 841 habitantes, es decir 74 familias, fueron realojados en los alrededores, en tierra firme.
En 2003, para preservar Saint-Louis de las consecuencias de inundaciones causadas por las lluvias, el Estado abrió en la Lengua de Barbarie un canal para evacuar el agua hacia el océano.
Pero de cuatro metros al principio, esta brecha se ha agrandado más de 5 kilómetros.
Un pueblo vecino, Keur Bernard, fue igualmente desalojado y otros, como Pilote Barre, corren el riesgo de desaparecer, según los expertos. “La vida era mejor en Doune Baba Dièye. Teníamos pescado y verduras frescos cada día. Ahora estamos obligados a ir a Saint-Louis y el transporte nos cuesta 625 francos CFA (alrededor de un euro)”, afirma Nata Diop, que reside en un nuevo lugar llamado Doune Baba Dièye 2.
La brecha también tuvo un coste humano. “Cerca de 200 personas han muerto” desde 2003, afirmó El Hadji Boubacar Dia, un responsable local de medioambiente, a causa del peligro de navegar para los pescadores en esta expandida brecha.
La fauna -tortugas marinas y aves migratorias- está también amenazada por la desaparición de su hábitat.
Al menos, “desde la apertura de la brecha, ya no hay inundaciones en Saint-Louis”, matiza un responsable regional de medioambiental. AFP
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