Reducir el salario a funcionarios y pensionados con mesadas de entre los 10 y 20 millones de pesos ha sido una de las decisiones implementadas por el Gobierno como fuente para apoyar a los trabajadores independientes y de clase media y baja que se han visto afectados por la COVID-19, medida que regirá desde el primero de mayo hasta el 31 de julio de 2020, según dispone el Decreto 568 de 2020. Pero, ¿qué pasará cuando estos tres meses se cumplan?, ¿cuál será la situación de los trabajadores informales cuando la crisis sanitaria mejore?, ¿cuáles serán sus condiciones laborales? Ni esta medida, ni las otras solucionarán la realidad laboral crítica del país que, como afirma Pulido, está en cuidados intensivos y necesita cambios radicales y de fondo.
Según estadísticas del DANE, la tasa de desempleo en Colombia aumentó de marzo del año pasado a marzo de este año en un 1,8%, dejando a 12,6% de la población en edad de emplearse sin trabajo, lo que es igual a un total de tres millones de personas que no reciben ingresos laborales frente a las más de 20 que sí lo hacen. Sin embargo, el panorama no es alentador al saber que casi la mitad de los empleados son informales (46,7%).
En 2009 esta era la situación laboral de los vendedores ambulantes, trabajadores independientes y de otros oficios, pero luego empezó a mimetizarse en muchos sectores. Para este psicólogo del trabajo, ellos no cuentan con la debida protección social y de salud, no tienen estabilidad económica y son mal remunerados.
Esta situación se complejiza aún más con el tema de la pandemia, afectando en esencia a la clase media y baja con empleos informales, pues el dinero de estos trabajadores y sus familias depende del día a día, situación que ha restringido su labor por las medidas implementadas para controlar la propagación del virus. Adicionalmente, estos hogares no cuentan con alternativas para reemplazar los ingresos que acostumbraban a producir.
Pesquisa Javeriana habló con el profesor Hernán Camilo Pulido sobre los múltiples cuestionamientos que aparecen alrededor de la incertidumbre que hay en el futuro laboral.
Pesquisa Javeriana: Después de la pandemia, ¿qué cambios pueden surgir en el ámbito laboral?
Hernán Camilo Pulido: Los estudiosos de las ciencias sociales han advertido, de múltiples formas, que las crisis sirven para que el sistema se calibre al reconocer dónde pueden presentarse problemas y oportunidades, de manera tal que se hagan correctivos para seguir su marcha. Entonces, cambios posiblemente habrá, pero no sabemos si vayan a ser para mejorar, pues dentro de las cosas que ha evidenciado la historia del trabajo es que en momentos como el actual, en el que aparece un evento catastrófico, no precisamente se mejoran las condiciones laborales. Por el contrario, tal como vemos en las propuestas que hoy circulan, se deterioran esas condiciones, por ejemplo, suspendiendo primas y reivindicaciones que los trabajadores habían alcanzado, flexibilizando los contratos laborales o simplemente despidiendo a los trabajadores. Las crisis pueden servir para que los que trabajamos quedemos en una condición más incierta. Se puede ver fácilmente que las soluciones a las crisis, y esta no parece ser la excepción, se conciben alrededor de seguir vulnerando la situación de los trabajadores y protegiendo a las empresas.
En este sentido, la incertidumbre no ha llevado a las personas que diseñan las políticas laborales a pensar en cómo hacer para fortalecer las condiciones de seguridad con condiciones de contratación más estables. Hay más bien una tendencia a pensar en contratos por menos tiempo, con pocas garantías y sin protección. Esto ya se vio en las reformas que tuvieron lugar en el año 2002, con la que se acabó precarizando el trabajo, partiendo del supuesto de que si se levantaban las protecciones sociales habría más empleo; sin embargo, hasta ahora eso no ha pasado, no ha habido una producción de empleo masivo. Entre tanto, se han desdibujado las protecciones sociales que procuraban estabilidad para el trabajador de épocas anteriores.
PJ: Desde su experiencia, ¿cuáles son las necesidades inmediatas que debería cubrir la política laboral colombiana?
HCP: La política pública debe pensar en la estabilidad laboral. Un reto mayor está relacionado con cómo hacer para que los ciudadanos en caso de que lo necesiten puedan acceder a una renta mínima que les permita sobrevivir dignamente. Es indispensable pensar en cómo salir de las condiciones en las que estamos, que son condiciones de mucha desigualdad; pensar en qué se puede hacer para que los empleos flexibilizados (informal, prestación de servicios, independiente, etc.) garanticen protección y a su vez cierta estabilidad. Si uno se da cuenta de lo que ha pasado a nivel de legislación, ha sido un constante deterioro a la situación del trabajador. Es necesario retomar cosas que fueron transformadas, tal vez no con las mismas ventajas de antes pero quizá con algunas.
Dentro de la informalidad hay situaciones muy complejas para las personas que trabajan, por ejemplo, una de las cosas que hemos visto en las investigaciones que hemos realizado desde la Facultad de Psicología, es que se ha generado una especie de rivalidad entre los trabajadores permanentes y los que tienen un contrato temporal flexibilizado, pues estos últimos se convierten en los trabajadores que tienen que mostrar su máxima eficiencia, ya que todo el tiempo están a la espera de que los contraten de forma estable y esto los lleva a una suerte de autoexplotación para mostrar que pueden ser más eficientes que los trabajadores permanentes y a la vez a un deterioro del clima laboral de la empresa.
La pandemia nos golpeó y lo que muestra es la situación en la que está el país desde hace mucho. Queda claro que es fundamental pensar en la estabilidad, en condiciones dignas e igualitarias, y aquí el papel de las universidades es muy importante para pensar todos estos problemas y generar posibles soluciones.
PJ: ¿Por qué hace énfasis en la relevancia que tiene la academia para pensar el trabajo?
HCP: Las universidades tiene un papel fundamental para discutir los problemas del trabajo y la estructura del sistema. La academia es además un espacio para hacer investigación y traducirla en políticas públicas, así quienes legislan podrán gobernar con herramientas que son reflejo de la realidad, de aquello que está ocurriendo en el terreno. Sin embargo, hace falta mucho camino por recorrer. En Colombia la formación académica sobre el trabajo, especialmente en una disciplina como la psicología, ha estado enfocada en la organización y la gestión y poco en la realidad laboral del país.
Por ejemplo, los profesionales en psicología organizacional y del trabajo se han dedicado a estudiar e intervenir principalmente en lo que compete a las organizaciones, procesos de selección, evaluación, liderazgo, clima y cultura organizacional, tratando de responder preguntas sobre cómo administrar el trabajo. Pero, están dejando de considerar preguntas acerca de los problemas fundamentales como ¿cuáles son los juegos políticos que configuran el mundo laboral?, ¿qué papel juega la psicología cuando solamente considera los afectos de los trabajadores y no busca cuestionar las condiciones laborales?, ¿por qué básicamente respondemos a los problemas de la gerencia?, ¿qué tenemos que decir de las condiciones informales en las que trabaja gran parte de la población?
Por otro lado, en estos momentos, donde hay ansiedad, angustia e incertidumbre, porque el trabajo está en riesgo y por lo tanto la economía también, las respuestas generales de algunos psicólogos giran en torno a: “maneje su estrés”, “haga yoga”, “proporcione primeros auxilios psicológicos”, “haga tele-psicología”, “utilice el tiempo productivamente”, etc. Sin embargo, estas técnicas si bien ayudan, tienden a localizar la problemática sobre el individuo, a responsabilizarlo de lo que pasa, a sabiendas de que el problema central está en la forma en cómo está estructurado el sistema.
PJ: Entonces, ¿cuál es el llamado para lo que deben hacer los psicólogos del trabajo en estos tiempos?
HCP: Vale la pena que como psicólogos no solo nos centremos en el individuo como tal, es necesario empezar a pensar en la estructura del trabajo del país. Más allá de responsabilizar al trabajador de que cuide su salud mental y maneje su estrés ante estas circunstancias en donde se siente a la deriva, vale la pena que, como profesionales en el mundo del trabajo, podamos contribuir a repensar el escenario laboral y la posibilidad de hacer cambios estructurales, a través del análisis del contexto. Creo que lecturas de este estilo pueden ayudar para que las soluciones que se piensen no estén concentradas solamente en precarizar y flexibilizar, en suspender reivindicaciones, reducir salarios y primas que, en términos generales, ponen en una situación cada vez más difícil a los trabajadores. Creo que es el momento de repensar la relación entre el Estado, las empresas y los trabajadores, no solo buscando fórmulas que se centren en cómo salvar a las empresas desmejorando la condición del trabajo. De esta relación la Universidad tiene mucho para decir y mucho para mediar en su papel de crítica de la sociedad.
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