Por: Samuel Azout.
“Pobreza no es falta de dinero, es falta de justicia.” Sally Osberg
Todos los años aproximadamente 1000 emprendedores sociales provenientes de más de 65 países se reúnen durante cuatro días en la Universidad de Oxford para debatir y dialogar sobre las soluciones a los problemas más apremiantes de la humanidad. El denominado Foro Mundial de Emprendimiento Social, es patrocinado por La Fundación Skoll y por La Escuela de Negocios Said de la Universidad de Oxford. La misión es simple: conectar a los mejores emprendedores sociales con destacados líderes y pensadores para acelerar los cambios que requiere la humanidad.
Este año el Foro se realizó entre el 12 y el 15 de Abril y asistieron algunos de los emprendedores sociales más importantes de Colombia, incluyendo a Vicky Colbert de Escuela Nueva – en mi opinión la emprendedora social número uno de Colombia. También participaron las destacadísimas Catalina Escobar de Fundación Juan Felipe Escobar, Catalina Cock de Fundación Mi Sangre y Clemencia Vargas de Vive Bailando. En esta ocasión el evento tuvo un interés especial para los emprendedores sociales colombianos por la actuación de Juanes en la ceremonia de entrega de los Premios Skoll, uno de los eventos más importantes del Foro.
Una de las intervenciones que más impacto causaron fue la de Sally Osberg, Directora Ejecutiva de Skoll Foundation, y co-autora del libro Getting Beyong Better. La Dra. Osberg argumentó magistralmente que el camino a un mundo más próspero y justo es inspirado por la idea de justicia. El anhelo de justicia proporciona la fuerza y el coraje para abordar asuntos vitales para la humanidad: desde el logro de la convivencia y la paz, hasta el goce de derechos básicos como alimentación, educación, salud, trabajo y vivienda.
Es la injusticia la que roba las oportunidades a los más pobres, la que desplaza a las familias de sus hogares y la que somete a millones a vidas a miseria, desesperanza y exclusión.
Para resolver estos problemas, las instituciones gubernamentales y los esfuerzos empresariales han demostrado ser insuficientes. Nos corresponde recurrir a los emprendedores sociales capaces de entender como se crean, se enquistan y se combaten las injusticias. Esta cualidad les permite pasar del diagnóstico a la acción y poner en marcha iniciativas suficientemente poderosas para alcanzar un nuevo equilibrio social. El hambre de justicia es lo que impulsa al emprendedor social y lo lleva de la insatisfacción a la visión, y de las ideas al impacto de gran escala.
Colbert señaló que es importante saber detectar el auténtico emprendedor social y definir adecuadamente la palabra justicia. Muchas veces mencionamos las palabras injusticia social como si hubiera otra clase de injusticia. Toda justicia es inherentemente social y está inexorablemente enlazada con el funcionamiento de la sociedad.
Al combatir las injusticias, debemos condenar las contradicciones fundamentales de nuestra civilización. Debemos reconocer que el país más rico tiene el 25% de los prisioneros del mundo, que en nombre de religiones se han cometido los crímenes más atroces, y que los países que más crecen son los que más violan los derechos civiles y ambientales.
Como agentes de cambio, los emprendedores sociales no solo se dedican a condenar lo malo, sino a luchar por lo bueno. Ellos imaginan un mundo en paz, sostenible y con prosperidad colectiva. Los emprendedores sociales cuestionan la contribución de los gobiernos y las empresas privadas al avance social, y promueven un nuevo orden para transformar el mundo. Son persistentes y no se detendrán hasta lograrlo.
Mientras los mayores problemas de la humanidad desafían la determinación y tenacidad de los emprendedores sociales, la luz que los guía es invariablemente la idea de justicia.
[1] Fragmentos de esta columna traducidos directamente del discurso de Sally Osberg, Foro Mundial de Emprendimiento Social.
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