Por: Samuel Azout.
“Para qué es el crecimiento si no es para que la gente del común pueda prosperar?”: Winnie Byanyima (Oxfam)
En 1955 el economista Simón Kuznets argumentaba que parte significativa del crecimiento económico se convertía en más y mejores puestos de trabajo para la gente, lo cual automáticamente mejoraría la distribución de ingresos entre la población. Kuznets estaba equivocado. Hoy sabemos que el crecimiento económico no necesariamente viene acompañado de reducción de pobreza y/o desigualdad. Es más, ya nadie discute que las soluciones a los problemas sociales y ambientales dependen mucho más de la colaboración entre líderes políticos, empresariales e innovadores sociales que del crecimiento de la economía.
El Premio Nóbel de Economía, Angus Deaton, en su libro The Great Escape señala que el progreso económico ha permitido que millones de personas escapen la pobreza en los últimos 50 años, pero reconoce que demasiada gente ha quedado atrás. La evidencia señala que la globalización y la expansión económica no ha ayudado a reducir la desigualdad de ingresos, antes por el contrario, esta última ha aumentado en la mayoría de los países.
La desigualdad importa, e importa mucho. Mayor desigualdad significa menos oportunidades de educación y empleo. Mayor desigualdad significa menos participación política porque aquellos con menores ingresos suelen estar inequitativamente representados. Mayor desigualdad significa ciclos más cortos y tasas menores de crecimiento económico. Mayor desigualdad significa menos cohesión social. La desigualdad atenta contra nuestros valores democráticos fundamentales.
El indicador económico preferido de muchos gobiernos y empresarios es el crecimiento del PIB – Producto Interno Bruto. Viene la pregunta: si el crecimiento económico no reduce desigualdad de manera automática, para qué darle tanta importancia al aumento del PIB? Los economistas más progresistas han insistido la necesidad de introducir un indicador simple que capture las mejoras en bienestar social, sin considerar variables económicas.
Finalmente, ya existe una nueva medición que toma en cuenta el progreso, no la riqueza. Este indicador se llama Índice de Progreso Social (IPS) y captura tres dimensiones del desarrollo: necesidades básicas, bienestar, y oportunidad. En necesidades básicas el indicador mide nutrición, atención médica, saneamiento básico, habitabilidad y seguridad personal. En bienestar mide acceso al conocimiento, acceso a información y comunicación, salud y calidad del medio ambiente. En oportunidad el indicador mide derechos personales, libertad para elegir, tolerancia e inclusión, y acceso a educación superior. En total son 12 componentes. Lo importante es que el IPS mide verdaderos resultados, no esfuerzos. Es decir, mide las verdaderas condiciones y realidades de la gente, no el dinero invertido o el número de personas atendidas en determinados programas.
Colombia obtuvo un puntaje de 70.84 en IPS, ocupando el puesto # 48 entre 133 países. Los resultados más bajos fueron en acceso a educación superior, seguridad personal y calidad del medio ambiente. Colombia estuvo mejor que Guatemala (61.68), Venezuela (62.60), Nicaragua (63.03), Bolivia (64.73), El Salvador (63.36), Paraguay (67.44), México (70.02), Perú (70.09), pero inferior a Brasil (71.70), Panamá (73.02), Argentina (75.20), Uruguay (80.12), Costa Rica (80.12) y Chile (82.12). La idea es que Colombia se pueda acercar a países como Argentina o Costa Rica que tienen brechas de bienestar mucho menores, entendiendo que estos países tienen PIB per cápita (ajustado PPP) no tan alejados del Colombiano.
Lo interesante de este indicador es que algunos países pueden experimentar niveles similares de Progreso Social y muy diferentes PIB per cápita. Esto ocurre porque algunos aspectos del progreso social mejoran poco con mayor riqueza. E inclusive, si se afectan los eco sistemas, una mayor riqueza puede destruir bienestar. Nueva Zelandia (87.08), por ejemplo, logra un Progreso Social casi tan alto como el de Noruega (88.36), con la mitad de su PIB per cápita (US$32,808 vs. US$62,448).[1]
El índice de Progreso Social está cambiando la forma como enfrentamos los problemas más apremiantes de la humanidad. Es el indicador que debemos adoptar para construir un mundo más justo y sostenible. En sociedades avanzadas y también en aquellas menos desarrolladas el IPS está re definiendo prioridades. Por fin, las necesidades de la gente, no la acumulación de riqueza, toman máxima prioridad en la agenda de desarrollo.
[1] Fuente: Social Progress Index / Resumen Ejecutivo / Deloitte
Imagen en página principal cortesía de Duron123 en FreeDigitalPhotos.net
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