Por: Samuel Azout.
Para cosechar los ‘bienes’ de la globalización, necesitamos invertir en instituciones que mitiguen los ‘males’. Ian Goldin
Los últimos cuarenta años han sido verdaderamente extraordinarios para la humanidad. Para comenzar, la expectativa de vida ha aumentado 25 años. Paralelamente, la población creció dos mil millones de personas y los ingresos subieron considerablemente para la mayoría de los habitantes. Durante este período el analfabetismo bajó del 50% al 25% y la mortalidad infantil también se redujo muy ampliamente.
Lo que viene hacia el futuro será aún más impresionante. La medicina regenerativa basada en células madres permitirá replicar partes del cuerpo humano. Con los avances de la genética podremos modificar la vida para vivir más, ser mejores y más inteligentes.
En los últimos 25 años, 75 países han incorporado prácticas democráticas. Corea del Norte es el único país verdaderamente aislado del mundo. La posibilidad de compartir información y conocimiento con nuevas tecnologías ha integrado al planeta. La globalización llegó para siempre.
El reconocido economista Ian Goldin de la Universidad de Oxford en su libro The Butterfly Defect señala que la globalización también ha traído consigo dos graves problemas. El primer problema es inequidad. La globalización no ha sido incluyente. Personas, comunidades y regiones que no tienen la capacidad para subirse al tren de la globalización, simplemente se quedan atrás. Las razones pueden ser falta de conectividad, aislamiento geográfico, bajo nivel educativo, poco acceso a servicios básicos de salud, habitabilidad o justicia, analfabetismo o vejez.
El segundo problema tiene que ver con fenómenos que Goldin denomina ‘riesgos sistémicos.’ Entre ellos se destacan la destrucción de la biodiversidad, el cambio climático, las crisis financieras, pandemias y el extremismo violento. Cada vez un número mayor de personas en Europa, Estados Unidos y el Medio Oriente culpan a la globalización de la desigualdad, las epidemias y el terrorismo, y consideran que la apertura y la integración son grandes amenazas al bienestar de la humanidad.
Para enfrentar los peligros de la globalización, debemos entender que la solución a los problemas muchas veces no están solo dentro de nuestras fronteras locales, regionales o nacionales. El ciber terrorismo y los problemas financieros, ambientales, epidemiológicos, no se resuelven localmente. Estos problemas requieren la cooperación y coordinación de muchas regiones, países e instituciones.
Para nivelar la cancha es importante que Estados Unidos y Japón desmonten subsidios a ciertos productos agrícolas. Esto ayudaría mucho a los países más pobres. Por su lado, aquellos países con mucha gente viviendo en pobreza pero que no son pobres (como Colombia) deben crear sistemas de protección social para los más vulnerables.
Para que la globalización sea incluyente los países ricos deben suavizar las restricciones a la migración, la cual constituye una gran oportunidad para el desarrollo.
Estas ideas no son nuevas pero se pierden en medio de la complejidad de la relación globalización-pobreza. Pero si no actuamos para ponerlas en práctica, la distribución de los beneficios de la globalización seguirán siendo peligrosamente desiguales.
Como dice Goldin, “para cosechar los ‘bienes’ de la globalización, necesitamos invertir en instituciones que mitiguen los ‘males’.
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