Por: Samuel Azout.
“La grandeza no es producto de las circunstancias. La grandeza es el resultado de determinación y disciplina.” Jim Collins.
El afamado matemático y profesor Jim Collins ha dedicado su carrera a estudiar las organizaciones y sus líderes. En diálogo Socrático junto a grandes líderes Collins ha analizado comportamientos, valores, creencias y culturas de organizaciones de diferentes sectores. Las investigaciones de Collins son de tal profundidad y rigor que muchos lo consideran el mejor pensador del mundo en temas gerenciales.
De acuerdo con la revista The Economist (Management Guru, Agosto 8, 2.008), Good to Great de Jim Collins – el libro de negocios más vendido en la historia – es el Harry Potter de la literatura gerencial. Es un texto inmensamente popular, lleno de magia.
Collins estudia las empresas e investiga porqué algunas son más prósperas que otras. Según Collins, las empresas de desempeño superior se definen como aquellas que logran excelentes rendimientos financieros y sociales en forma consistente durante un largo período de tiempo. Collins no mide la excelencia por tamaño sino por resultados.
Jim Collins sugiere que la construcción de una empresa superior tiene cuatro fases.
En la primera fase el líder debe conformar el equipo. Debe retirar a las personas incompetentes y vincular a personas hábiles y capaces. Suena contra-intuitivo, pero Collins insiste en que primero hay que determinar quién y luego qué. Es decir, montar la gente adecuada en el ‘bus’ y luego definir qué camino va a tomar.
En la segunda fase, las empresas sobresalientes desarrollan un modelo operativo. Una empresa sobresaliente define claramente: 1) en qué actividad va a ser la ‘mejor del mundo’, 2) cual es su pasión y, 3) como se originarán sus beneficios económicos. En esta fase el equipo conformado en la fase # 1 se compromete a una meta ambiciosa y audaz.
En la tercera fase se asegura la disciplina de ejecución. Según Collins, las empresas superiores las componen personas muy disciplinadas. En las empresas sobresalientes, las personas no ocupan cargos, asumen responsabilidades. Estas empresas no dependen de un milagro, ni de una gran innovación, ni de un golpe de suerte. Dependen de personas comprometidas y competentes, remando en una misma dirección, construyendo ventajas competitivas reales y sostenibles.
En la cuarta fase, las empresas sobresalientes construyen mecanismos catalizadores de progreso. No dependen de un individuo carismático para lograr resultados superiores. En vez, crean una ambición o una causa que trasciende cualquier persona. En una empresa superior, el líder tiene gran ambición por la causa, sin egoísmos. Una mezcla paradójica de humildad personal y orgullo profesional.
Las empresas superiores mantienen unos valores ideológicos básicos que nunca cambian, pero proponen cambios en todo lo demás. No cambian los principios, pero sí cambian las prácticas operativas y las estrategias. Estas deben adaptarse permanentemente a un mundo que no se detiene. Aún aquellos que no se identifican totalmente con las ideas de Collins deben reconocer que esta forma de ver el cambio – nunca en principios y siempre en estrategias y operaciones – hace mucho sentido.
De acuerdo a Jim Collins “la mayoría de las empresas necesitan desesperadamente mayor disciplina. Las empresas mediocres no despliegan una cultura de disciplina. En cambio, las empresas verdaderamente superiores tienen gente disciplinada, con mente disciplinada, tomando acciones disciplinadas.”
Para Collins, la disciplina no es una ley de negocios; es una ley de grandeza.
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