Por: Samuel Azout.
Muchas organizaciones trabajan para cambiar el mundo. Es decir, para mejorar significativamente la vida de la gente. Algunas son privadas, pero la mayoría son ONG’s, fundaciones, gobiernos nacionales, regionales o locales, organizaciones religiosas, bancos de desarrollo empresas sociales u organizaciones multi laterales.
Estas organizaciones luchan para superar una larga lista de problemas sociales como pobreza extrema, falta de justicia, violación de los derechos humanos, acceso a la salud, calentamiento global, deforestación, violencia contra la mujer, enfermedades como malaria, mortalidad infantil, pandillas, embarazo adolescente, falta de agua potable, falta de oportunidades de trabajo, deserción escolar y desnutrición, entre otros.
La mayoría de las organizaciones se dedican a hacer la vida un poco mejor dentro de un marco social existente. Aunque consiguen ayudar a muchas personas, por lo general no logran verdaderas transformaciones. Repartir alimentos y subsidios, construir escuelas y adjudicar viviendas gratuitas, pueden ayudar desde el punto de vista humanitario, pero no generan cambio social a gran escala.
Por fortuna, en los últimos años ha surgido una alternativa que sin ser gobierno ni empresa privada, navega entre los dos sectores. Se llama Emprendimiento Social. Las empresas sociales se caracterizan por utilizar el diálogo y la observación para entender las perspectivas de la gente. Además, suelen utilizar las fuerzas del mercado para diseñar sistemas de cambio social. Estas organizaciones evitan que las soluciones sean impuestas desde afuera, logran que broten desde adentro. Las empresas sociales empoderan a las poblaciones vulnerables para que tomen control de su propio futuro.
Las empresas sociales empoderan a las poblaciones vulnerables para que tomen control de su propio futuro.
Cuándo el afamado emprendedor social Mohammed Yunus empezó, el solo quería ayudar a los micro empresarios pobres de Bangladesh. Estos micro empresarios vivían en condiciones de miseria y eran explotados por intermediarios. Yunus desarrolló un modelo para prestarles dinero a bajos intereses y sin garantías, evadiendo los intermediarios abusivos. El revolucionario sistema logró que millones de personas escaparan la pobreza. Esto le mereció el Premio Nobel de la Paz en el 2006.
Cambiar el mundo es posible. Requiere desarrollar modelos de alto impacto y masificarlos en forma sostenible. Ejemplos de emprendimientos sociales sobresalientes se pueden encontrar en Getting Beyond Better, el libro de Sally Osberg y Roger Martin. Se destacan, entre otras, Riders for Health, organización que transformó el sistema de salud rural en siete países del África, Tostan que de manera novedosa logró acabar con la mutilación genital femenina en Senegal, One Acre Fund, empresa social que hizo posible que doscientos mil pequeños agricultores en Kenia, Ruanda, Burundi y Tanzania duplicaran el rendimiento de sus cultivos, e Imazon, una ONG que utilizando información de NASA logró influir en política pública y reducir 76% los niveles de deforestación en el Amazonas.
Como sugieren Osberg y Martin en su libro: “Para cambiar el mundo hay que desafiar los sistemas tradicionales e introducir modelos que transformen lo que es, en lo que debe ser.”
Imagen página principal: Niños en Yakarta, Indonesia. Wikimedia Commons. Por: Jonathan McIntosh, 2004. CC BY 2.0.
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