Por: Samuel Azout.
Estos son algunos de los titulares del Diario El Heraldo en los últimos días: 18 de Noviembre: “Enfrentamiento entre Bandas, una de las Hipótesis de Balacera en El Ferry,” 15 de Noviembre: “Asesinan de Seis Tiros a un Prestamista en Delicias,” 14 de Noviembre: “En Rebolo Matan a una Joven por Evitar Ataque a Bala Contra su Novio,” 12 de Noviembre: “Asesinan a un Hombre Dentro de un Taller Mecánico en Las Torres,” 12 de Noviembre: “Muere un Albañil por un Disparo en una Pierna,” 25 de Octubre: “Blanca Luz fue Golpeada, Arrastrada y Electrocutada,” 23 de Octubre: “Un Muerto y Un Herido Deja Tiroteo en La Luz,” 20 de Octubre: “Asesinan a Mototaxista en el Barrio Carlos Meisel,” 14 de Octubre: “Matan a Tiros a Un Reciclador en Barrio Las Nieves,” 13 de Octubre: “Asesinan a Surtidor de Alimentos en San Felipe.”
En el 2015, Barranquilla tuvo un aumento del 22% en número de homicidios sobre el año inmediatamente anterior. Increíblemente, la Ciudad tiene hoy una tasa de asesinatos mayor que Bogotá y Medellín. Es incomprensible por la realidad histórica de estas dos capitales, y por la imagen que en algún momento tuvo Barranquilla de ciudad alegre, pacífica y tolerante, características de ciudades del Caribe.
Es hora de reconocerlo: las cifras son tan demoledoras como depresivas. La tasa de homicidios de Barranquilla es de 35 por cada 100 mil habitantes. Esto la ubica entre las 40 ciudades más violentas del planeta.
Más allá de las cifras, lo importante es entender las causas y trabajar con eficacia en las soluciones. ¿Cuáles son las causas de esta aterradora situación? ¿Qué se debe hacer al respecto?
Estudios recientes sugieren una fuerte relación entre desigualdad y violencia. En aquellas ciudades donde más familias han quedado rezagadas o excluidas, y donde los ricos se han apartado más del promedio de ingresos, se presentan más homicidios, atracos, violaciones, y otros crímenes. [1] Nos corresponde preguntarnos: ¿Porqué? ¿Qué ocurre al interior de las personas que las hace más violentas cuando la distribución de ingresos es más desigual?
El siquiatra James Gilligan del Centro de Estudios Sobre Violencia de la Universidad de Harvard sostiene que los actos violentos tienen origen en sentimientos de vergüenza y humillación. La mayoría de los actos violentos son perpetrados por hombres entre los 17 años y 27 años. Las mujeres, por su parte, presentan tasas de homicidios mucho más bajas que los hombres. Por lo general, las mujeres no pretenden cambiar para agradar a los demás, son más auténticas.
Los hombres se tornan violentos cuando no alcanzan el status o posición social deseada. Pierden lo más preciado, dignidad y honra. También se sabe que los jóvenes que crecen sin padres – desafortunadamente, es el caso de cientos de miles de familias encabezadas por madres solteras en Barranquilla –, están predispuestos a comportamientos hipermasculinos, donde la importancia del status cobra aún mayor fuerza.
La intimidación, el maltrato, el abuso, el matoneo, la vida precaria y la ausencia de ingresos, despiertan sentimientos de humillación y vergüenza entre los jóvenes. En sociedades desarrolladas el acceso a ciertas cosas como ropa, buena alimentación, servicios de salud, educación y vivienda digna, les permite recobrar algo del status perdido, pero en Barranquilla, muchos no tienen acceso a esta protección social básica.
Está comprobado científicamente que la violencia está asociada al atropello de la dignidad de los jóvenes. ¿En vez de concentrarnos exclusivamente en dotar la ciudad de costosas cámaras, armas, CAIs y policías para reprimir, no deberíamos también ocuparnos en desarrollar auto estima, confianza y control de emociones de nuestros jóvenes?
El deporte, la música, el arte, el teatro, la danza y la poesía pueden desarrollar habilidades sociales y emocionales como empatía, resolución pacífica de conflictos, asertividad, auto reflexión, pensamiento autónomo y trabajo en equipo. Estas expresiones humanas son herramientas costo eficientes y poderosas que permiten que nuestros jóvenes se sientan útiles, apreciados y ennoblecidos, alejándolos de la violencia y el crimen.
La policía y la justicia juegan un papel importante en la reducción del crimen. Pero la represión es inefectiva, y hasta contraproducente si no se combina con el desarrollo de habilidades para la vida en los más vulnerables. Es la mejor alternativa que tenemos para empezar el largo camino hacia la convivencia pacífica.
Mientras tanto, llamar a Barranquilla Capital de Vida, no es sino una gran contradicción.
[1] R. Wilkinson, K Prickett, The Spirit Level. New York: Bloomsbury Press, 2010.
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