Entre las poblaciones más afectadas e invisibilizadas por la violencia que se vive en Colombia están los pueblos indígenas, quienes a pesar de sus esfuerzos por salvaguardar sus comunidades y culturas, no han sido ajenos a la afectación directa del conflicto armado y por ende al desplazamiento forzado.
En el departamento de Arauca, en los municipios de Arauca y Puerto Rondón, se ubica el pueblo indígena Hitnü que en su lengua significa “gente”. Este pueblo está conformado por 578 personas divididos en dos resguardos: San José de Lipa y La Vorágine, subdivididos a su vez en siete comunidades, protegidas por el Auto 382 de 2010, que los declaró en riesgo de extinción física y cultural.
Una de las comunidades se llama Cuiloto Marrero; está ubicada en Puerto Rondón y conformada por 105 personas, en su mayoría niños y niñas, quienes se vieron obligadas a desplazarse desde el 11 de junio de 2009, tras el asedio permanente de los grupos armados organizados y el asesinato de su docente frente a la comunidad. Desde su salida, se ubicaron en la Vereda Corocito de ese municipio, donde hoy permanecen y esperan ser reubicados.
Al igual que en Arauca, en el departamento de Caquetá, 167 indígenas que conforman la comunidad Embera Chamí fueron obligados a salir de su territorio en varias ocasiones. En el 2005, en vista de la imposibilidad de regresar, se ubicaron en las periferias de Florencia, la capital.
Ambas comunidades estuvieron sometidas por más de 6 años a vivir en situaciones infrahumanas, insalubres y de hacinamiento, donde el impacto del desplazamiento generó pérdida de sus costumbres, cosmovisión, debilitó sus gobiernos y sistema de justicia propios, en una sola palabra impactó su cultura y los introdujo en un mundo ajeno y difícil.
En el caso de los Embera Chamí, una orden judicial obligó a las instituciones de Caquetá a reubicarlos en el año 2009. Desde esa época a la fecha en un ejercicio de coordinación institucional, donde el ACNUR ha jugado un papel preponderante, se les ha garantizado progresivamente la efectividad en su reubicación. Entre tanto, para los Hitnü de Cuiloto Marrero, apenas comienza este proceso, gracias a la voluntad de la Gobernación de Arauca que decidió comprarles un predio para su reubicación.
Fue por eso que el ACNUR en Arauca, en un ejercicio de intercambio de experiencias con la oficina de ACNUR en Neiva, promovió una visita a la vereda San José de Canelos, de Florencia, donde fueron reubicados los Embera Chami, del Gobernador de Cuiloto Marrero, Néstor Tocaria, y Leidy Paola Tocaria, quien representó a las mujeres Hitnü, acompañados de la Secretaria de Desarrollo Social del Departamento de Arauca, Eyegma Chavez Traslaviña y la responsable de Víctimas de esa entidad, Mercedes León.
Durante dos días de intercambio se produjo un diálogo nutrido a partir de preguntas que el gobernador Hitnü había preparado con su comunidad en temas de salud, educación, agua y saneamiento, vivienda y seguridad alimentaria. Muy atento el cabildo anfitrión fue dando respuesta de manera clara y acertada a sus hermanos indígenas araucanos, advirtiéndoles sobre la responsabilidad y el trabajo que se debe desarrollar desde lo comunitario e institucional, sin olvidar que su mayor fortaleza fue la unión, el compromiso y el trabajo de toda la comunidad Embera Chamí en el proceso de reubicación.
También se sostuvo un amplio dialogo con la Directora territorial de la UARIV Caquetá, Dra. María Dolores Sanabria, quien dijo que esta es una gran experiencia de articulación interinstitucional, donde el ministerio público ha jugado un papel importante, sin dejar de resaltar todo el apoyo que la oficina de ACNUR en Neiva ha brindado a este exitoso proceso.
En palabras de la Dra. Eyegma Chávez Traslaviña, “La misión fue enriquecedora pues pudimos obtener de una forma veraz toda la información sobre el proceso, con la visión desde lo comunitario e institucional”. Por su parte, Mercedes León valoró la misión como un camino que les permite retroalimentarse y enfatizó: “podemos decir que nos hace falta un poco más en el tema de coordinación institucional, es una gran debilidad que se presenta en nuestro departamento; además aprendimos que cada institución debe reconocer desde su competencia qué puede aportar y cuáles pueden ser sus compromisos frente a los procesos de reubicación”.
Con este intercambio de experiencias, la Oficina de ACNUR en Arauca espera haber puesto un grano de arena en el proceso que se avecina para la comunidad Cuiloto Marrero y el gran reto que tiene la institucionalidad en Arauca para impulsar el primer proceso de reubicación en su historia (Por Fausto Yesid Quintero Picón, Asistente de Programa, Oficina de Terreno ACNUR, Arauca. UNHCR ACNUR)
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