El balneario más exclusivo de América del Sur, Punta del Este, conjuga no sólo codiciadas playas, sofisticación gastronómica y lujosas grifas de moda, sino que funciona como un apetitoso mercado de arte internacional con vista al océano Atlántico.
Considerada por la revista Forbes como la “Hamptons de los porteños” o la “St. Barth de Sudamérica”, es en Punta del Este y sus alrededores donde la élite argentina construyó sus moradas de descanso hace más de un siglo, donde la colombiana Shakira tiene su casa de verano y donde el magnate estadounidense David Rockefeller eligió viajar en enero.
Según informó el ministerio de Turismo recientemente, 390.881 personas visitaron Uruguay en enero, la mayoría argentinos y en segunda medida brasileños. Pero la cantidad de turistas que habrán visitado las costas uruguayas durante el verano austral 2015 se sabrá en abril, cuando se entreguen los indicadores trimestrales.
Entre ellos, el particular turismo de lujo que visita Punta del Este –un balneario 142 Km al este de Montevideo que aloja a la mayoría de los visitantes veraniegos– tiene apetitos que trascienden restaurantes y playas y se interesa cada vez más en el arte.
“El público que llega es sofisticado, está informado y es consumidor de arte en sus países. El 80 por ciento de mis clientes son argentinos y el resto brasileños, estadounidenses y europeos”, dice a la AFP el artista plástico uruguayo Rodrigo De Castro. “La gente acá está distendida”, coincidió su colega Gustavo Vázquez. Las parejas “pueden pasear juntas, tienen tiempo para decorar sus casas y entre otras cosas para comprar arte”.
La “función social” del arte:
La Fundación Atchugarry, del consagrado escultor de mármol de Carrara Pablo Atchugarry y que recibe a miles de visitantes por año, es uno de los polos artísticos clave de Punta del Este. Emplazada en un predio verde de 25 hectáreas está su mayor obra: tres salas de exposición, un anfiteatro, un auditorio y un parque se esculturas.
Nacido en Montevideo, pero radicado hace más de 30 años en la ciudad italiana de Lecco, en el Lago de Como, sus obras adornan parques y espacios públicos de Italia y el principado de Mónaco.
En verano, Atchugarry se instala en su Fundación donde busca que “el arte cumpla una función social, que la obra esté al servicio de la colectividad y pueda ser vista por el mayor número de personas posible”, dice a la AFP.
Además, este verano debutó en Punta del Este la primera feria de arte contemporáneo internacional “Este Arte”, con dos docenas de prestigiosas galerías europeas y latinoamericanas, con la idea de insertarse en el intenso circuito anual del arte latinoamericano que incluye a Buenos Aires, Rio de Janeiro, Bogotá, Santiago y Miami.
La Barra, reducto de galerías:
A 15 km de Punta del Este se encuentra La Barra, un antiguo pueblo de pescadores que ha crecido hasta convertirse en uno de los lugares más populares del balneario con un nutrido circuito de galerías y ateliers de arte. El artista plástico uruguayo Carlos Musse cree que “en paralelo al boom de la construcción y la inversión inmobiliaria también aumentó la presencia de artistas y galerías para satisfacer una demanda sostenida que no sólo es de verano”.
Por su parte, Silvia Arrocés, directora de la Galería del Paseo, coincidió en que “el desarrollo de la construcción y el interés de los propietarios de casas y apartamentos de invertir en arte” son el motor propulsor detrás de las iniciativas artísticas del balneario.
Un poco más al este, en el balneario de José Ignacio, está la Estancia Vik, un hotel-estancia de lujo con 12 exclusivas suites decoradas por los mejores artistas contemporáneos, un encargo de su propietario multimillonario noruego Alexander Vik, un amante del arte que recibió la reciente visita de Rockefeller. (AFP)
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