Destino que entró en los ránking mundiales y se convirtió en uno de los polos de referencia de Europa, Portugal vuelve a batir este año récords de visitantes, atraídos por sus peculiaridades y su diversificada oferta turística.
Entre enero y julio pasados, el país recibió casi 9,6 millones de huéspedes (un 8,8 % más que el año pasado), procedentes en su mayoría de Reino Unido, España, Alemania y Francia.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) luso, entre 2002 y 2014 los huéspedes extranjeros en territorio luso pasaron de los 4,7 millones a 9 millones. De ahí que Portugal haya sido citado recientemente como uno de los mejores destinos de Europa en periódicos como The New York Times o The Guardian, así como en la televisión estadounidense CNN o la revista Forbes.
Este mismo año ha vuelto a ser elegido como el mejor país europeo por los lectores del diario estadounidense USA Today, título que ya conquistó el año pasado, junto con menciones en blogs, portales y webs especializados en viajes.
La presidenta de la Asociación de Hoteleros de Portugal (AHP), Cristina Siza Vieira, cree que el reconocimiento que el sector ha conquistado en todo el mundo responde, por una parte, a las inversiones estructurales realizadas para hacer frente a la crisis y, por otra, a diferentes contextos geopolíticos.
Las crisis y la inestabilidad política en algunos países del norte de África, como Egipto y Túnez, hicieron que muchos operadores de turismo canalizaran sus clientes a otros destinos europeos, entre ellos, Portugal.
Desde el punto de vista de la accesibilidad, Vieira recuerda que el país estuvo mal conectado por transporte aéreo durante mucho tiempo, hasta que ya en la década pasada comenzaron a operar las principales compañías aéreas de bajo coste y se abrieron nuevas rutas.
Además, la oferta hotelera se reestructuró para abarcar a más públicos y diversificó los tipos de acogimiento, desde los hostels hasta los hoteles de lujo, pasando por los alquileres de corta estancia y una gran oferta de cruceros. “Tenemos capacidad instalada para dar respuesta a una demanda de los más variados niveles”, subrayó.
Por ciudades, la soleada Lisboa, que registró 7 millones de pernoctaciones hasta el pasado julio, sobresale en el panorama turístico, ya que este año fue elegida como el segundo mejor destino europeo (Best European Destination 2015), solo por detrás de la francesa Burdeos.
Uno de sus principales atractivos, según coinciden los extranjeros, son los bajos precios, tanto en servicios como en el comercio, en comparación con otras ciudades del viejo continente.
Además, la capital lusa, especialmente en su zona histórica, preserva hasta hoy tradiciones y espacios que simbolizan la esencia de la cultura portuguesa y se mezclan con una creciente efervescencia multicultural. “Es una ciudad que abrió las puertas para una vivencia más ‘cool’, que supo aprovechar el fenómeno de la novedad”, afirma Vieira.
El desafío ahora, en su opinión, pasa por distribuir por otras zonas de la ciudad la presencia masiva de turistas que actualmente se concentra en el zona histórica. Además de la capital, Portugal ofrece otras muchas experiencias y paisajes -sierras, playas y vida urbana-, para diferentes épocas del año.
Al sur del país, las playas del Algarve y el Alentejo se encuentran en fase de expansión al turismo de naturaleza y aventura, y los archipiélagos de Las Azores y Madeira, acogen cada vez un mayor número de visitantes.
El norte del país, con la ciudad de Oporto y la ribera del Duero como principal atractivo, no se queda atrás como destino turístico.
“Portugal es un país pequeño. La gran cuestión es conseguir sustentar y crear ejemplos y pretextos para sucesivas visitas, pero estamos en el buen camino”, destacó Vieira.
Para conseguirlo, se ha recurrido también a distintos tipos de eventos, como los festivales culturales, los foros empresariales o las competiciones deportivas. Incluso a eventos transfronterizos con los que, en lugar de competir, se promueven destinos en conjunto como ocurre, por ejemplo, con el turismo termal, característico de la frontera entre el Norte de Portugal y la región española de Galicia. Bárbara Pereira – EFE
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