¿Porqué ahora sí?

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Por: Francisco Manrique. 

En días pasados, fui invitado a una reunión para conversar sobre los retos que enfrenta el gobierno de Santos para movilizar a la población colombiana a favor del proceso que se viene desarrollando en la Habana con las FARC. Entre los participantes, todas personas muy conocedoras de las dinámicas de lo que ha estado aconteciendo en este tema, había algunos que sostuvieron que hay barreras muy grandes para tener éxito en montar un proceso pedagógico efectivo en los próximos meses. Su opinión estaba basada en análisis agudos de la realidad nacional.

En medio de la conversación, yo comenté que era necesario aprovechar el proceso de negociación, como un buen pretexto para pasar un capítulo vergonzoso de nuestra historia, y así podernos enfocar en el siguiente capítulo, basado en una nueva narrativa de país. Más adelante, uno de los participantes refiriéndose a mi comentario, mencionó que no veía la razón para pensar, que el momento actual fuera una oportunidad, para poder cambiar radicalmente nuestra realidad.

De hecho, las encuestas recientes muestran un rechazo muy grande a las FARC (98%). Pero también, es evidente que hay una gran indiferencia en las zonas urbanas en relación con las negociaciones. La percepción es que el tema de la Habana no afecta la vida diaria de la mayoría de los colombianos, ni tampoco su futuro. De acuerdo a otras encuesta realizadas, el 65% de los colombianos que viven en las ciudades, no se siente hoy víctimas. Sin embargo, las encuestas demuestran que la gente si aprecia la paz.

La pregunta obvia que surgió fue: ¿cómo convencer a una masa de la población que no ve la razón para estar angustiados con el proceso, que piensan que los acuerdos no son necesarios, y que esta apuesta muestra es una posición egoísta de Santos que solo quiere el reconocimiento?.

El CVY -( “como voy yo”)- es el gran reto para llegar las personas que no se sienten que han sido tocadas, y que no ven que haya una oportunidad para lograr un país moderno al final del proceso. Sin embargo, como ya lo mencioné, nadie en su sano juicio se oponen a tener un país en paz, salvo aquellos que han aprovechado la violencia para lucrarse de ella. Estos si son los verdaderos enemigos del proceso.

Alguien resumió muy bien las reflexiones anteriores así: “a los colombianos si nos interesa cerrar ese pasado pero no nos interesa abrir un nuevo futuro”. La ausencia de una visión de futuro, suficientemente poderosa e inspiradora, es el eslabón perdido del proceso hasta la fecha.

Ante las consideraciones anteriores, me acordaba la discusión que surgió en la conversación en relación con la real posibilidad del impacto de los argumentos racionales en un entorno altamente emocional, donde reina la desconfianza, el miedo, la angustia, la indiferencia, la rabia, etc.

La verdad es que el mundo emocional es muy importante y muy complejo de ignorar. Las acciones humanas y los comportarnos de la gente están condicionadas en buena medida por sus estados de ánimo y su emocionalidad. Ambos definen una predisposición para la acción. Los primeros no son controlables, tampoco los escogemos, pero si la decisión de permanecer en ellos. La gente tiende a justificarlos cuando se les confronta con ellos.

Los estados de ánimo son juicios automáticos que hacemos del mundo y de sus posibilidades. Tienen una relación directa con el lenguaje que usamos, y se reflejan en las conversaciones que tenemos. Cambiando el lenguaje y las conversaciones posibilita generar cambios en los estados de ánimo y en las emociones.

El comentario anterior explica el porqué tiene sentido cambiar la narrativa en Colombia para utilizar un lenguaje menos violento y generar nuevas conversaciones de futuro en nuestra sociedad con un impacto positivo en los estados emocionales de los colombianos.

Es importante mencionar que, los estados de ánimo a nivel individual, también son contagiosos a nivel social y determinan las expectativas de la gente. La persona que no se hace cargo de sus estados de animo, tiende a tener un impacto muy grande en su entorno inmediato, abriendo o cerrando posibilidades. Por ejemplo, la desconfianza las restringe, el miedo las paraliza, el optimismo las posibilita. Las acciones que la persona toma están condicionadas por ellas, así como las conversaciones que se tienen y la forma como se escuchan.

Para lograr que una persona supere su estado de ánimo, es necesario que asuma una posición de observación diferente que le permita verlo. También, para que pueda apreciar las nuevas alternativas de acción que se le abren para cambiarlas, y para ver un futuro posible distinto. Para lograrlo, la dinámica de las conversaciones es fundamental para crear acciones, porque conversar en este contexto, es estar en un estadio de transformación mutua.

El crear nuevas narrativas de futuro, apoyadas en acciones que son ejemplo de lo que es posible lograr para cambiar la realidad, permite abrir nuevas convenciones y una distinta emocionalidad. Si esto se logra, hay una nueva perspectiva que facilita que la gente apoye la iniciativa. Van a ver la realidad a través de unas gafas diferentes.

Estas consideraciones, que vienen del mundo del coaching, pienso que aportan unas luces que valen la pena tenerlas en cuenta para diseñar una estrategia que permita movilizar a los escépticos y a los indiferentes.

No creo que sea posible ignorar los estados emocionales que se van a seguir produciendo en los próximos meses mientras que siguen las conversaciones en la Habana en medio de las operaciones militares. Hay que contar que esto va a ser así. Para la muestra un botón: la muerte de 11 militares en el Cauca hace tres semanas. Se pasó de un optimismo moderado a una indignación y un pesimismo muy grandes. Como consecuencia, las encuestas de hace dos semanas castigan fuertemente a Santos. Lo importante es diseñar estrategias que incorporen el manejo emocional, tema que no veo que se haya hecho de manera consciente.

Hechas las consideraciones anteriores, quisiera terminar este blog refiriéndome a un punto que me quedó rondando: ¿Porqué ahora si vale la pena apoyar el proceso?

Los argumentos puramente racionales son:

  • El costo que hemos pagado en términos de vidas humanas y sufrimiento de gente desplazada es insostenible.
  • Los retornos cada vez marginales de un esfuerzo militar que consume un 5% del PIB.
  • Los costos ocultos del conflicto armado que se pueden volcar hacia temas críticos como mejorar la salud y la educación.
  • Los cambios geopolíticos por el restablecimiento de relaciones entre Cuba y USA.
  • El debilitamiento acelerado de Venezuela y su impacto en las FARC.
  • El apoyo unánime y creciente de la comunidad internacional.
  • El conflicto ha servido de pretexto para desistitucionalizar al país y permitir el surgimiento de mafias regionales con alto impacto político nacional.
  • El abandono de zonas rurales, especialmente en las fronteras, ha abierto espacios para la ilegalidad.
  • La inseguridad urbana en buena medida es el resultado del desplazamiento de millones de campesinos hacia las grandes ciudades.

Los argumentos emocionales:

  • Colombia se merece un futuro diferente donde su capital humano no se desperdicie como lo hemos hecho hasta la fecha (más de 400.000 muertos).
  • La posibilidad de volvernos un referente positivo a nivel internacional por la manera creativa como abordamos el cierre de una época violenta y la apertura de la siguiente usando los recursos que nos ofrece el siglo XXI (Ciencia, Tecnología e Innovación).
  • Es la mejor oportunidad para construir Identidad nacional vs identidad fragmentada.
  • Construcción de valores vrs la guerra que son los anti valores.
  • Poder ver el dolor del otro y viceversa. Fortalecimiento de la solidaridad.
  • El sueño común del mañana en nuestros descendientes con una nueva narrativa de país.

Y si todo lo anterior no convence al lector, espero que las siguientes imágenes del excelente libro “La paz es la victoria” lo hagan. Las crudas fotos de Jesus Abad Colorado, y la recopilación de Rosario Molinos, dan argumentos contundentes para sustentar que debemos de pasar este vergonzoso capítulo de nuestra historia.


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Yo por mi parte me resisto a que Colombia siga por ese camino y por eso seguiré insistiendo en nuestra iniciativa para construir la nueva narrativa que nuestro país necesita a partir de la Educación, la Innovacion, la Paz y el Desarrollo (I x E= P + D)

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