Por un país moral

Logo UnNorte Universidad del NorteLa corrupción que por estos días es noticia en el país, no es un hecho aislado ni mucho menos novedoso. Es un problema grave que está generalizado a nivel mundial y del cual tendremos que superar la etapa de impavidez ante el asombro.

Ya decían algunos que después de que en Colombia superáramos el conflicto armado con las FARC (que fue el centro de atención y la excusa de muchos políticos para explicar todo lo malo que nos pasaba), empezaríamos a ver que tenemos otros problemas más estructurales como sociedad.

De golpe, la ciudadanía se vio horrorizada por los casos de corrupción de altos funcionarios que juegan a su antojo con el dinero del erario público. Aún más indignante es que se trata de personas formadas en las mejores universidades del país y del mundo, quienes tuvieron las mejores oportunidades. Buenos profesionales, pero seres humanos que nunca tuvieron la convicción moral ni intelectual de que uno se gana la vida limpiamente.

Esto nos lleva a reflexionar, como institución de educación que somos, sobre la responsabilidad de inculcar en nuestros estudiantes los valores que los conviertan en verdaderos ejemplos de moral para una sociedad que tiene que cambiar y que tiene todavía 50 años por delante para hacerlo, porque el nuevo país se demora todavía.


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Imagen cortesía de Sira Anamwong en FreeDigitalPhotos. net


Para remediar la situación no basta con implementar castigos contundentes a los culpables. Eso no es suficiente. Lo primordial, lo más profundo —como lo han dicho muchos académicos— es el cambio de nuestra mentalidad. El cambio de que la vida no es para ir haciendo cortes y trampas. No es eso lo que queremos enseñar a nuestros estudiantes. Les queremos enseñar que más que competir, en la vida profesional lo fundamental debe ser compartir y ser solidario.

En una licitación se compite, y hay quienes hacen trampa para ganar. Esa mentalidad de competir, llevándose por delante todo para triunfar, no puede guiar el accionar de una persona que se forma para transformar su entorno. Tampoco lo es en una universidad que está llamando a la equidad social, a la solidaridad social.

Lo más importante es que nuestros futuros profesionales sean íntegros moralmente, íntegros en su ejercicio laboral y que sepan trabajar solidariamente. En Colombia debemos desacostumbrados a hundir al otro, al vecino, para subir. Nuestra convicción es que si salimos adelante, lo hacemos todos, en compañía.

Las generaciones de estudiantes que serán los profesionales del mañana tienen unos retos tremendos en esta Colombia. Saldrán airosos en la medida en que no dejen que sus sueños y anhelos de ahora se mueran o se contaminen por los impulsos de una sociedad capitalista que incita a la competencia desenfrenada.

No podemos tolerar más los actos de corrupción. Hemos olvidado que estamos en la sociedad para hacerla crecer, para hacerla mejor. Somos conscientes de que necesitamos una sociedad renovada y esto dependerá de que cada individuo se tome en serio su papel protagónico, de que acabemos con las inequidades sociales, de que mejoren nuestras instituciones.

Es hora de asumir lo que somos, lo que queremos ser y lo que no estamos dispuestos a tolerar. Confiamos en que sembraremos la semilla del cambio en los egresados de la institución. Estamos dispuestos a convencerlos de que aquí, en nuestros claustros académicos, no solo se transforman como seres humanos, sino que serán capaces de transformar a los otros.


 

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