PJ: ¿Cómo fue liderar este proceso siendo mujer?

VMR: Muy difícil. Esa fue una de las barreras que curiosamente fue la que más me sorprendió. Yo iba muy tranquila con lo técnico porque lo llevo haciendo por más de 20 años, pero la barrera de género fue difícil. Especialmente con los representantes de los países asiáticos porque con ellos, a este nivel de discusión, no participan las mujeres.

En las primeras discusiones los representantes de algunos países asiáticos no querían hablar conmigo, sino que se entendían con Andrés Hernández, experto de Icontec. Él mediaba entre nosotros hasta que en algún momento se requirió una comunicación directa para aclarar conceptos científicos específicos y finalmente tuvieron que escucharme. De ahí la conversación se tornó como una rutina, pero fue difícil por mi condición de género. Yo nunca había sentido eso ni en la universidad, ni en Colombia, ni siquiera en Latinoamérica, pero en esa instancia, con personas de culturas tan diferentes, ya lo sentí.

Pero justamente ahí es donde las capacidades científicas son tan valiosas porque la discusión sobrepasa esas barreras. Ahí ya pude hablar de ciencia de forma igualitaria.

PJ: ¿Tendrá que ver, además de eso, con el estigma del país tercermundista?

VMR: Nunca lo dijeron explícitamente, pero uno sabe que sí. A la gente le causaba curiosidad qué hacía Colombia discutiendo un tema que pensaría uno que es exclusivamente de países del primer mundo. Esta experiencia además nos permitió hablar de Colombia, de nuestra cultura, música, flores, gastronomía y otros aspectos de nuestro país desconocidos por representantes de otros países.

Hace poco el presidente de ISO internacional se comunicó con ICONTEC para preguntar si teníamos otra norma para proponer desde Colombia. Quedamos en el radar y eso es muy importante porque eso nos permite permear otros espacios en el área de la ciencia.

PJ: ¿Por qué es importante que sean los expertos en estos temas quienes terminen dictando las regulaciones de la política pública?

VMR: Yo creo que tenemos que sentir esa responsabilidad. ¿Cómo es posible que estemos hablando de las células madre desde los años 60 o 70 y hasta el año 2022 se propone una regulación? Tal vez nosotros al estar ocupados en responder preguntas científicas se nos ha olvidado que también tenemos un compromiso social que va más allá del laboratorio. Eso es responsabilidad de nosotros, nadie más lo puede hacer porque finalmente somos nosotros los que conocemos la discusión científica y tenemos la experticia para aportar soluciones a ese tipo de necesidades de la sociedad.

Yo creo que tenemos que involucrarnos cada vez más porque de lo contrario, estas regulaciones las terminan haciendo personas que no conocen del tema y se generan regulaciones con poca fundamentación, que nadie usa, que nadie entiende. Nosotros somos los que tenemos la autoridad técnica y científica para hablar de estos temas.

PJ: ¿Qué se siente saber que, en cualquier parte del mundo, cuando alguien vaya a trabajar con este tipo de células madre, tiene que guiarse por la norma que usted escribió?

VMR: Es una gran satisfacción saber que se ha hecho un aporte a la sociedad. Estoy muy contenta. Fue un arduo trabajo muy silencioso durante cuatro años, pero es una gran satisfacción porque finalmente son las huellas que se dejan en el paso por la vida académica y científica.


Nota publicada en Pesquisa Javeriana, reproducida en PCNPost con autorización


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