Investigadora Javeriana, en colaboración con Icontec, lideró el proceso internacional para reglamentar la investigación en células madre de médula ósea.
Por: Miguel Martínez Delgadillo
Hace unas semanas se dio un hecho histórico para la ciencia del país. Tras cuatro años de discusiones científicas, una reglamentación internacional pensada y planeada por una colombiana, fue aprobada por la Organización Internacional de Normalización (ISO, por sus siglas en inglés). Viviana Marcela Rodríguez, profesora del Departamento de Microbiología, Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad Javeriana, lideró la construcción del estándar mundial Norma ISO 24651, para la investigación en células madre mesenquimales, aquellas que fabrican y reparan cartílagos, huesos y la grasa de médula ósea.
Foto: Freepik
Pesquisa Javeriana habló con la investigadora sobre la importancia de este logro y sobre su experiencia personal durante el proceso.
Pesquisa Javeriana ¿Qué es una Norma ISO?
Viviana Marcela Rodríguez: Son documentos para regularizar procesos. Existen normas ISO en todos los ámbitos, a nivel industrial, farmacéutico, comercial y ahora a nivel de biotecnología. Estas normas llevan a que todos los que trabajan en un procedimiento específico lo hagan de manera homogénea y con lineamientos definidos.
Además, también crea pautas para auditar y controlar los procesos. Definen parámetros de comparación de resultados y que todos los que lo hagan, tengan los mismos estándares de calidad.
PJ: ¿Qué son las células madre? ¿Para qué sirven? ¿Cómo funcionan?
VMR: Son las que permiten que un órgano permanezca viable durante toda la vida del individuo. Que cuando sufre algún daño, pueda autorrepararse. En esa medida, todos los órganos tienen sus propias células madre. Cuando existe un daño muy grande, que sobrepasa la capacidad de este tipo de células para reparar tejidos, ahí es cuando tenemos disfunciones o enfermedades porque le resulta imposible reparar el daño.
Estas células existen en cantidades muy pequeñas en cada tejido y si uno quisiera usarlas para un potencial terapéutico, habría que extraerlas de los tejidos, llevarlas al laboratorio, aumentar su número e inyectarlas de nuevo en el paciente. Todo ese procedimiento es lo que nosotros regularizamos. Había muchas formas de hacerlo y estas redundan en que se obtenga resultados muy diferentes, incluso contradictorios.
PJ: Hasta el momento, ¿Cuál era su regulación?
VMR: No existía ninguna regulación a nivel internacional. En términos de cómo tomarlas y utilizarlas para investigación, no había nada. Existían algunas regulaciones, más a nivel de prohibición. Estados Unidos tiene una regulación muy restrictiva sobre el uso de células madre para tratamiento de enfermedades, pero son normativas internas de ese país. A nivel internacional, absolutamente nada. Antes todo el proceso se hacía desde lo empírico y muy dependiente de los recursos de cada laboratorio.
Esta Norma ISO la propusimos y diseñamos desde Colombia, a través de un trabajo colaborativo entre ICONTEC y la Pontificia Universidad Javeriana y finalmente ha sido aceptada por muchos países. Con esto le estamos diciendo al mundo cómo tiene que trabajar en el laboratorio con un tipo particular de células madre (mesenquimales de médula ósea), cuáles son los requisitos para cultivar este tipo de células para que todos lo hagamos igual, podamos hablar un mismo lenguaje y comparar los resultados de una manera más regularizada.
Japón, Estados Unidos y Canadá ya arrancaron con normativas similares con otros tipos de células madre, pero nosotros fuimos los que abrimos la puerta con esta Norma de ISO de Colombia, ICONTEC y Universidad Javeriana para el mundo, diseñada por colombianos.
PJ: ¿Cómo surge esta idea y cómo se termina discutiendo?
VMR: Yo voy a cumplir 25 años en la Javeriana, de esos llevo 22 trabajando en células madre. Mientras presidía el Comité Nacional de Biotecnología, al cual me invitó ICONTEC, nos llegó una norma de China en la que proponían que se hiciera una norma ISO en células madre para muchos tejidos simultáneamente. Frente a esta propuesta tuvimos una posición crítica dado que cada tejido tiene un tipo de células madre diferente.
Fue a raíz de esa posición crítica que ISO internacional decidió encargarnos la misión de elaborar esta norma para un tipo de célula madre específica (célula mesenquimal de médula ósea humana) y su uso para investigación. Nosotros en la universidad no hacemos este tipo de reglamentaciones, esto se logró gracias al trabajo colaborativo con Icontec que es el ente experto en normalización.
Durante este proceso, tuvimos una primera reunión en Berlín en la que presentamos algunos conceptos y las bases de cómo queríamos armar la norma. Luego se hizo una reunión en Tokio donde Icontec presentó la parte normativa y a medida que avanzábamos con diferentes países, íbamos obteniendo el aval para seguir a la siguiente etapa.
Finalmente, en sesión plenaria, en Toronto, presenté la norma a los 36 países asociados a ISO internacional del área de biotecnología, luego de un debate de unas seis horas, casi que unánimemente nos dijeron que estaban todos de acuerdo y que podríamos darle continuidad y seguir el proceso hasta finalizarla.
PJ: ¿Por qué Colombia, que no es una potencia en estos temas, termina liderando este proceso?
VMR: Aunque tenemos limitaciones para financiar nuestras investigaciones en comparación a países del primer mundo, el recurso humano con el que contamos es muy valioso, y eso fue lo que ocurrió. Cuando empezaron las reuniones científicas estuvimos a la par de los otros países y eso nos dio la credibilidad suficiente para que nos fueran dando el aval. Había expertos de todos los países, pero también representantes de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de muchas entidades gubernamentales que están muy pendientes de que todas estas normas se diseñen con mucha rigurosidad.
Nosotros por supuesto no somos potencia, pero tenemos la experiencia, lo estamos haciendo bien y tenemos la capacidad científica para poder establecer estas discusiones. De hecho, se sorprendieron mucho de lo que hacemos acá porque tienen una concepción bastante diferente como hacemos ciencia.
Afortunadamente también contamos con la Universidad Javeriana. La infraestructura y laboratorios que tenemos aquí, muy pocas universidades los tienen. Eso también nos da un grado de competitividad que no nos deja tan atrás de lo que pueden hacer otros países.
PJ: ¿Cómo fue liderar este proceso siendo mujer?
VMR: Muy difícil. Esa fue una de las barreras que curiosamente fue la que más me sorprendió. Yo iba muy tranquila con lo técnico porque lo llevo haciendo por más de 20 años, pero la barrera de género fue difícil. Especialmente con los representantes de los países asiáticos porque con ellos, a este nivel de discusión, no participan las mujeres.
En las primeras discusiones los representantes de algunos países asiáticos no querían hablar conmigo, sino que se entendían con Andrés Hernández, experto de Icontec. Él mediaba entre nosotros hasta que en algún momento se requirió una comunicación directa para aclarar conceptos científicos específicos y finalmente tuvieron que escucharme. De ahí la conversación se tornó como una rutina, pero fue difícil por mi condición de género. Yo nunca había sentido eso ni en la universidad, ni en Colombia, ni siquiera en Latinoamérica, pero en esa instancia, con personas de culturas tan diferentes, ya lo sentí.
Pero justamente ahí es donde las capacidades científicas son tan valiosas porque la discusión sobrepasa esas barreras. Ahí ya pude hablar de ciencia de forma igualitaria.
PJ: ¿Tendrá que ver, además de eso, con el estigma del país tercermundista?
VMR: Nunca lo dijeron explícitamente, pero uno sabe que sí. A la gente le causaba curiosidad qué hacía Colombia discutiendo un tema que pensaría uno que es exclusivamente de países del primer mundo. Esta experiencia además nos permitió hablar de Colombia, de nuestra cultura, música, flores, gastronomía y otros aspectos de nuestro país desconocidos por representantes de otros países.
Hace poco el presidente de ISO internacional se comunicó con ICONTEC para preguntar si teníamos otra norma para proponer desde Colombia. Quedamos en el radar y eso es muy importante porque eso nos permite permear otros espacios en el área de la ciencia.
PJ: ¿Por qué es importante que sean los expertos en estos temas quienes terminen dictando las regulaciones de la política pública?
VMR: Yo creo que tenemos que sentir esa responsabilidad. ¿Cómo es posible que estemos hablando de las células madre desde los años 60 o 70 y hasta el año 2022 se propone una regulación? Tal vez nosotros al estar ocupados en responder preguntas científicas se nos ha olvidado que también tenemos un compromiso social que va más allá del laboratorio. Eso es responsabilidad de nosotros, nadie más lo puede hacer porque finalmente somos nosotros los que conocemos la discusión científica y tenemos la experticia para aportar soluciones a ese tipo de necesidades de la sociedad.
Yo creo que tenemos que involucrarnos cada vez más porque de lo contrario, estas regulaciones las terminan haciendo personas que no conocen del tema y se generan regulaciones con poca fundamentación, que nadie usa, que nadie entiende. Nosotros somos los que tenemos la autoridad técnica y científica para hablar de estos temas.
PJ: ¿Qué se siente saber que, en cualquier parte del mundo, cuando alguien vaya a trabajar con este tipo de células madre, tiene que guiarse por la norma que usted escribió?
VMR: Es una gran satisfacción saber que se ha hecho un aporte a la sociedad. Estoy muy contenta. Fue un arduo trabajo muy silencioso durante cuatro años, pero es una gran satisfacción porque finalmente son las huellas que se dejan en el paso por la vida académica y científica.
Nota publicada en Pesquisa Javeriana, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: Pesquisa Javeriana
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