El proceso de paz en Colombia recibió este viernes un “espaldarazo” con el Nobel de la Paz al presidente Juan Manuel Santos, pero analistas advierten que no será fácil salvar el acuerdo rechazado por los colombianos en un plebiscito.
“Este espaldarazo del comité Nobel y de la comunidad internacional va a fortalecer a Santos y los esfuerzos de rescatar el proceso”, dijo el politólogo estadounidense Marc Chernick.
Santos ha redoblado su apuesta por la paz esta semana, luego de que los colombianos no refrendaran el domingo el pacto sellado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) para poner fin a más de medio siglo de conflicto, alcanzado tras casi cuatro años de negociaciones en Cuba.
Tras el revés electoral, el mandatario abrió un diálogo nacional con la oposición liderada por el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), gran triunfador luego de encabezar una feroz campaña contra el pacto. También envió a los negociadores de paz del gobierno a La Habana para reanudar las conversaciones con los rebeldes.
Pero el camino será arduo: Santos deberá alcanzar un acuerdo con la oposición, que ya pidió ajustes a lo pactado, y luego tratar de que las FARC los acepten.
“El gobierno está buscando una salida en dos frentes: con la oposición y con las FARC. Ambos dijeron estar dispuestos a dialogar para salir de la crisis, pero hasta ahora las FARC no han dicho que se podría renegociar el acuerdo”, agregó.
Chernick duda de que se pueda cambiar demasiado el pacto sellado el 26 de septiembre en una pomposa ceremonia ante 15 jefes de Estado y el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.
“No creo que haya mucho margen de maniobra para cambiar el acuerdo ya alcanzado; si llegan a alguna enmienda será cosmética. Y hay una presión de tiempo para salvarlo. No va a ser fácil”, apuntó.
“Hay que ver si se puede llegar a un consenso nacional, que inclusive podría incluir al ELN”, apuntó sobre el Ejército de Liberación Nacional, segunda guerrilla de Colombia, que los últimos días ha dado señales de estar dispuesta a instalar la mesa formal de negociaciones anunciada en marzo.
Sumar al ELN permitiría cerrar un conflicto que ha a lo largo de las décadas ha involucrado a guerrillas de izquierda, paramilitares de derecha y agentes estatales, con un saldo de más de 260.000 muertos, 45.000 desaparecidos y 6,9 millones de desplazados.
El tiempo es clave
Un día antes de reunirse con Uribe, a quien no veía desde hacía más de cinco años, Santos insistió sobre tomar medidas urgentes. “No podemos prolongar este proceso y este diálogo por mucho tiempo, porque estamos en una zona gris, en una especie de limbo que es muy peligroso y muy riesgoso, que puede echar al traste todo el proceso”, dijo.
En aras de resolver el impasse, puso plazo hasta el 31 de octubre para el cese al fuego con las FARC, que rige de manera bilateral desde el 29 de agosto.
“¿De ahí para adelante continúa la guerra?”, se preguntó en Twitter el máximo comandante de las FARC, Rodrigo Londoño (Timochenko), a lo que el propio Santos replicó más tarde aclarando que “puede ser renovado”.
Para la analista política Laura Gil, el tema no es menor. Esta politóloga no descarta que el presidente ponga fin al alto al fuego “si no hay una hoja de ruta clara y definida antes del 31”, aumentando la presión contra la oposición. “Y la oposición tiene pánico, porque sabe que el primer muerto caerá en su cabeza”, señaló.
El director del centro del análisis del conflicto Cerac, Jorge Restrepo, explicó que el cese al fuego “era dependiente” del acuerdo, por lo que, advirtió, el rechazo del pacto en el plebiscito “supone el reinicio del conflicto”.
“Decisión militar lógica”
La cúpula de las FARC ha llamado a una “movilización pacífica” para respaldar lo pactado con el gobierno, celebrando en las redes sociales las marchas multitudinarias de esta semana por la paz tanto en Colombia como en varias ciudades del mundo. Pero al mismo tiempo, ordenó a sus miembros ubicarse en “sitios seguros” para “evitar provocaciones de quienes se oponen al acuerdo de paz”.
Antes del plebiscito, las FARC comenzaron a reagruparse para iniciar el traslado de 5.765 combatientes, según sus propias cifras, a los 27 puntos acordados para la dejación de armas e iniciar su reinserción en la vida civil. El proceso, bajo supervisión de la ONU, debía durar 180 días a partir de la firma.
Ahora, ante la incertidumbre sobre el proceso de paz, guerrilleros reunidos en el sur del país para la décima conferencia de las FARC que aprobó el pacto, regresaron el jueves a sus campamentos.
“Es una decisión militar lógica: el acuerdo quedó congelado en su implementación”, explicó el coronel retirado Carlos Alfonso Velásquez, que enseña sobre el conflicto en la Universidad de la Sabana.
El experto atribuyó la medida a “una desconfianza moderada” de las FARC, que sigue siendo una organización al margen de la ley.
“Este ha sido un conflicto con características tenues de guerra civil, pero si no se resuelve satisfactoriamente para todos puede reactivarse ya como una guerra civil con características más gruesas”, advirtió. AFP
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