El papa Francisco denunció este domingo delante de 20.000 enfermos y discapacitados en la plaza de San Pedro la “patología del sufrimiento” de la sociedad contemporánea y la marginalización que sufren los discapacitados.
En la solemne misa en el Jubileo de los enfermos, el evangelio del día fue interpretado por primera vez por un grupo de discapacitados mentales vestidos con trajes de la época de Jesús que representaron con gestos el relato de la mujer pecadora que derramó un perfume sobre los pies de Cristo.
Durante la ceremonia retransmitida en todo el mundo una joven ciega hizo una lectura de un misal en braille. Los textos del día fueron traducidos por sordos en el lenguaje internacional de signos y personas con síndrome de Down ayudaron en la misa.
La comunión fue distribuida a miles de personas en sillas de ruedas.
Se considera que una persona enferma o discapacitada no puede ser feliz, porque es incapaz de realizar el estilo de vida impuesto por la cultura del placer y de la diversión. En esta época en la que el cuidado del cuerpo se ha convertido en un mito de masas y por tanto en un negocio, lo que es imperfecto debe ser ocultado, porque va en contra de la felicidad y de la tranquilidad de los privilegiados y pone en crisis el modelo imperante.
Es mejor tener a estas personas separadas, en algún ‘recinto’, tal vez dorado, o en las ‘reservas’ del pietismo y del asistencialismo, para que no obstaculicen el ritmo de un falso bienestar. En algunos casos, incluso, se considera que es mejor deshacerse cuanto antes, porque son una carga económica insostenible en tiempos de crisis.
Jorge Bergoglio.
Francisco contrapuso “la terapia de la felicidad”, que puede devolver el deso de vivir, a “la patología del sufrimiento”. “Hoy una de las patologías más frecuentes son las que afectan al espíritu (…) Cuando se experimenta la desilusión o la traición en las relaciones importantes (…) la tentación de replegarse sobre sí mismo llega a ser muy fuerte”.
El papa señaló que algunos enfermos vuelcan toda su esperanza en los descubrimientos de la ciencia, pensando que “ciertamente en alguna parte del mundo existe una medicina capaz de curar la enfermedad”. “E incluso aunque esta medicina se encontrase no sería accesible a todos”.
Alrededor de 20.000 personas enfermas o discapacitadas vinieron a Roma entre el viernes y el domingo. El Vaticano ha hecho de este Jubileo de personas enfermas el punto culminante de la mitad del Año Santo de la Misericordia, recordando la importancia del respeto por los enfermos en la enseñanza de la fe cristiana. AFP
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