Por: Sandrine Muir-Bouchard.
María Ramírez nació a los 33 años. La mujer en una oficina de dos metros cuadrados en Bolivia, donde se acumulan libros, materiales promocionales y papeles del Colectivo Rebeldía, volvió a nacer cuando se dio a sí misma la oportunidad de abrir sus alas y volar por primera vez.
La María de antes nació en el infierno. Nunca conoció a su padre. Su madre se volvió a casar y su padrastro la agarró de “criada”. A los 4 años de edad ya limpiaba la casa y cuidaba a sus hermanos. Había golpes, muchos golpes.
Lo que más temía aquella María era cuando su padrastro bebía, entones buscaba la pistola, una calibre 38 muy pesada para sus brazos flacos de niña de 6 años, y corría a esconderse para evitar que él disparase sin motivo como hizo en una ocasión.
María temía que matara a su madre. Y no sería un hecho aislado, ya que en Bolivia 415 mujeres fueron asesinadas entre 2013 y 2015. La violencia machista es alarmante en este país.
Huellas del machismo
“Creo que esto ha marcado mucho de mi vida, demasiado”, cuenta la María de hoy. “He cuidado de no caer en un matrimonio a este extremo de violencia. Me he cuidado bastante, y sigo cuidándome con este tema. Pero me doy cuenta que he quedado tan marcada, tan traumada…”
A sus 20 años María fue madre soltera, pero su niña falleció al año y medio de nacer. Unos años más tarde, se casó y tuvo 3 hijas. Cuando su esposo empezó a estudiar agronomía, a María le encantó y se puso a leer sus libros. Luego, él empezó a hacer política, así que María empezó a estudiar las leyes para apoyarlo. Orgullosamente, acompañaba a su esposo en todo, era su pilar. Pero a María le faltaba algo.
Volar por primera vez
En algunos talleres de empoderamiento se ha dado cuenta de que podría existir otra realidad para las mujeres. Y decidió volver a perseguir sus sueños.
“Me di cuenta que me relegué, yo no existía como María Ramírez. Yo era mamá, yo era esposa, yo era la bruja del cuento en muchos casos. Era todo, menos María Ramírez.”
Puso fin a su matrimonio, asumiendo un costo muy alto: separarse de sus tres hijas. Ellas tendrían un futuro mejor, estudios y oportunidades, viviendo con el padre.
“Decidí sacrificarme”, cuenta María, con un nudo en la garganta. “No me importa lo que a mí me pasa, lo que yo sufra, mis hijas no van a vivir lo que yo”, se acuerda María, crispando su cara con dolor. Expira. “Ya son más que su mamá. Y son más feministas que su madre ¡y me encanta!”, cuenta con una risa de alegría.
“El precio de verlas brillar más que yo ¡lo paga todo! No creen en el príncipe azul. Quieren volar.” Llora. “El mundo es mejor para ellas y sigo luchando para ellas, para las otras niñas. Me consta que otro mundo es posible.”
¿Sabías que al menos una de cada tres mujeres (35%) experimentará algún tipo de violencia a lo largo de su vida? Esto equivale a más de 1.000 millones de mujeres en todo el mundo.
COMPARTE la historia de María y como ella digamos ¡Basta! Acabemos con las violencias contra mujeres y niñas.
Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización
SOURCE: Oxfam
Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora