Por: Oriana Lewis Ramos.
Hasta el 2006 solo el 3,8% de los niños afectados con el VIH/Sida en Colombia conocían su diagnóstico. Así lo encontró un estudio realizado ese año por la Universidad del Norte en el que se buscaba hacer un análisis de la niñez afectada con este virus en el país.
Protección ante daño psicológico, estrés emocional y temor a que fueran víctimas de discriminación y estigmas eran algunas de las razones que tenían los profesionales de la salud y los cuidadores para retrasar la entrega del diagnóstico a los niños.
La investigación, que fue realizada con la iniciativa del Icbf, Unicef y Save the Children, se llevó a cabo en cinco ciudades: Barranquilla, Cartagena, Santa Marta, Cali y Buenaventura. La realidad que se descubrió fue que a pesar de recibir tratamiento para el VIH, los niños creían que estaban recibiendo tratamiento para enfermedades asociadas a este, como la gripa y la neumonía.
Luego de hacer parte de este estudio, la psicóloga clínica Ana María Trejos, profesora de Uninorte, dedicó su tesis doctoral a crear un protocolo de revelación de diagnóstico. El resultado es el modelo clínico DIRÉ, que revela lúdicamente su condición a los niños y jóvenes entre los 5 y 17 años.
Según Trejos, antes de la creación del modelo, la práctica de la revelación no estaba consolidada y era poco el conocimiento de los pasos a seguir. “Durante el estudio se encontró que las IPS no tenían un protocolo ni una metodología sobre cómo hacer esto. Había demasiada ausencia de criterio sobre la edad en la que se debería empezar este proceso. Algunos profesionales de la salud decían que a los 10, a los 15 o los 18, e incluso había quienes creían que jamás se les debería decir a un niño que tiene el diagnóstico del VIH”, afirmó.
Sin embargo, de acuerdo con la psicóloga, entre más rápido se le diga al niño es mejor, debido a que tienen más tiempo de adaptarse y aprender a vivir con su condición. Además, comenta que si el niño escucha la información de su diagnóstico de forma inadecuada esto sí le podría causar un desajuste psicológico severo, que sería muy difícil de reversar, como depresión, ansiedad, problemas de agresividad y ruptura de normas.
“Hay niños que se han enterado buscando en internet el nombre de los medicamentos, otros porque miembros de su familia les han gritado sidosos. Si se llegan a enterar en la niñez tardía o adolescencia, se sienten engañados por los miembros del grupo familiar y pueden exponer a otros en la actividad sexual sin ellos saberlo. Los niños están empezando a tener relaciones desde los 10, 11 y 12 años de edad”, afirmó Trejos.
El modelo DIRÉ está conformado por 16 sesiones de trabajo que se dividen en cinco componentes: sesiones de educación a los profesionales de la salud, sesiones de educación a los cuidadores de los niños, sesiones de educación a los niños, sesión de revelación y sesiones de seguimiento. En las primeras, además de solicitarle el consentimiento al cuidador (cuidador porque muchos ya no están con sus padres biológicos sino con otros familiares o con familias adoptivas), se pide el consentimiento y se explica los beneficios que trae contarle la verdad al niño.
Parte del conocimiento que se les imparte a los cuidadores incluye un listado de preguntas difíciles y dolorosas que los niños pueden llegar a hacer, como ¿me voy a morir?, ¿cómo me dio esto? Para cada una de estas se tiene estandarizada la mejor forma de responder.
Dibujos para colorear de los micro organismos que los pueden enfermar y la construcción de un virus infantil con bolas de icopor son algunas de las actividades lúdicas que realizan los niños para entender qué es y cómo funciona el virus del VIH. Luego, con el protocolo que está diseñado y probado científicamente se les empieza a explicar lo que ellos tienen.
El modelo DIRÉ está siendo implementado en todas las IPS del régimen subsidiado en Barranquilla. Ya han sido casi 200 niños los beneficiados con este protocolo. Actualmente, Trejos se encuentra validando una estrategia complementaria que se llama Mi dragón dormido; un cuento que narra la historia de una niña que es portadora del virus y pasa por situaciones parecidas a las que pueden tener los niños: muerte de su madre, discriminación y toma de medicamentos.
Nota publicada en Universidad del Norte, reproducida en PCNPost con autorización
SOURCE: Universidad del Norte
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