La artista zambiana Esther Mwema, de 28 años, es experta en desigualdades digitales. Tras una larga trayectoria como activista en cuestiones de género y seguridad, su trabajo actual nace del deseo de aumentar la representación de las niñas en el ámbito de la gobernanza digital. La tecnología tiene una influencia excepcional y muy marcada en la vida de las y los jóvenes, por eso, Esther considera que “la participación de la juventud es innegociable” cuando se trata de su gobernanza. Es la fundadora de Digital Grassroots, la única organización liderada por jóvenes de la Coalición de Acción sobre tecnología e innovación para la igualdad de género del Foro Generación Igualdad.
Fallo del sistema
Esther indica que “en materia de género, lo que sucede en línea replica lo que pasa en el mundo real”. En una realidad modelada por el patriarcado, el colonialismo y otros sistemas jerárquicos, la tecnología refleja —e incluso acentúa— las desigualdades que generan estos modelos.
La activista destaca que los orígenes militares de Internet también han incidido en su gobernanza: “eso significa que no se le concedió importancia a los asuntos que afectan a las mujeres y a las niñas y a la forma en que la tecnología reproduce la desigualdad de género”. Sin una gobernanza efectiva, se ha frustrado el potencial de la tecnología para mejorar la vida de las mujeres y de otros grupos marginados.
En la era COVID, las desigualdades no han hecho sino crecer. “La pandemia acentuó nuestra gran dependencia de la tecnología, lo que resultó discriminatorio”, apunta Esther. “En realidad, exacerbó la exclusión porque, en función del lugar del mundo en el que vivieras, quizás no podías permitirte Internet. ¿Acaso todo el mundo tenía acceso a un teléfono o a un ordenador portátil para ir a la escuela? Sin duda, ahondó la brecha en este sentido”.
Un bien público
Esther cree que, a pesar de sus orígenes, la estructura fundamental de Internet invita a la igualdad y la cooperación. “Se diseñó a partir de unos principios de apertura que hacen que no sea propiedad de nadie”, recuerda. Y podemos empezar a mejorar su gobernanza simplemente defendiendo esos valores abiertos.
“Hoy la red es un servicio público”, señala Esther. “Por ese motivo, la forma en que interactuamos con ella tiene que centrarse en los derechos humanos y la dignidad humana”. Defiende que esa debe ser la base de la gobernanza de Internet: “Incorporar la perspectiva de género en la tecnología y la gobernanza de Internet consiste, en realidad, en desmantelar sistemas de desigualdad y en asegurar que todos los seres humanos pueden desarrollarse plenamente con autonomía, con dignidad, y que todas las personas pueden contribuir de forma igualitaria a darle forma a nuestro futuro digital”.
Los gobiernos pueden empezar a sentar estas bases promoviendo una participación equitativa en los espacios tecnológicos y aplicando una óptica feminista e interseccional a las leyes y políticas. “Son cosas tan simples como asegurar el acceso igualitario o la seguridad desde el diseño y garantizar que contamos con una legislación que responde a las necesidades digitales de las personas”, añade.
“Lo que debemos hacer es pensar en qué tipo de futuro queremos. Y eso también significa imaginar lo que la tecnología debería hacer por las personas, en lugar de dejar que el discurso de los grandes monopolios tecnológicos determine nuestras aspiraciones”, enfatiza Esther. “Porque la gente debe estar en el centro de todo”.
Una apuesta arriesgada
Esther sabe que construir ese mundo soñado no será fácil, pero eso no debe desalentarnos. Hemos de encontrar comunidades que nos ayuden a perseverar. “Primero tienes que cuidar de ti misma y no esperar que el sistema vaya a satisfacer tus necesidades inmediatamente. Es un camino largo, así que has de estar bien y confiar en otras personas. No es cosa de un día ni algo que puedas hacer en solitario”, afirma la activista.
“Hay vidas reales en juego, así que no podemos demorarnos. Olvidémonos de las grandes promesas y actuemos de verdad. Es un trabajo duro. Un trabajo duro que debemos hacer nosotras mismas lo antes posible”, concluye Esther.
Nota publicada en ONU Mujeres, reproducida en PCNPost con autorización
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