Todo empezó en el instituto, cuando inicié un programa de reciclaje. Más tarde, en la universidad y la facultad de derecho, siempre pensaba lo mismo: ¿cómo puedo utilizar lo que he aprendido para crear un futuro sostenible? Después de ser madre por segunda vez, sabía que sería capaz de saltar delante de un autobús para salvarles la vida; entonces, me di cuenta de que estábamos construyendo una sociedad que es en realidad un autobús que se dirige hacia nuestros niños y niñas, así que quizás tengo un vínculo aún más emocional con la sostenibilidad por ser madre. El hilo conductor está muy presente en todo lo que he hecho, ya sea en materia de políticas, regulación o litigios.

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¿Cuál cree que ha sido la clave para lograr convencer a las empresas de hacer evaluaciones del riesgo climático y adoptar objetivos sostenibles?

El haber mantenido la presión y haber impulsado a los principales actores financieros —inversionistas, empresas, entidades reguladoras y responsables de la toma de decisiones políticas— a afrontar el riesgo climático. Hemos planteado las razones económicas para actuar por el clima y gestionar sus impactos, especialmente en las comunidades más afectadas. Hemos conseguido que las y los líderes más influyentes del sector privado apoyaran la acción mediante cambios normativos y políticos. Hemos estado trabajando para crear sostenibilidad en los mercados financieros y estamos empezando a ver un cambio real.

¿Cuándo entendió la importancia de la desigualdad de género en su trabajo?

Es un interés más reciente. No debería serlo, porque está muy claro que las mujeres sufren las repercusiones de múltiples modos, en mayor medida que otros. En la COP26, las mujeres intervinimos con determinación, más que nunca y de un modo coordinado, y nos dimos cuenta de que no sólo habíamos reunido a un grupo de activistas, sino a presidentas de bancos, de instituciones financieras y de corporaciones. Elaboramos un informe de grupo sobre la importancia del papel de las mujeres en las finanzas.

Las mujeres están soportando el embate de la crisis climática y son la clave para lograr economías equitativas y sostenibles, pero siguen estando excluidas de los más altos niveles del mundo financiero. La equidad de género es importante para lidiar con el cambio climático. Percibo más actividad, más compromiso y un reconocimiento de la función única y especial que tiene el género en las finanzas, en la equidad y la sostenibilidad.

¿Qué hace falta para que una mujer tenga éxito como líder de la acción por el clima? 

Greta Thunberg es un ejemplo perfecto de una mujer joven que ha tenido una repercusión increíble en este mundo. Es muy clara en su idea de que los pequeños pasos ya no sirven. Su tenacidad, su valentía para resistir, hacer sacrificios y decir la verdad son admirables. Dice las cosas como son, sin filtros y desde la perspectiva de alguien que tiene toda su vida por delante… y tiene razón. Nos merecemos esa crítica. Tiene mucha repercusión porque conecta con la gente. Conecta con la juventud de una forma arrolladora y todas y todos debemos aprender de ella.

¿Qué mensaje le gustaría transmitir sobre el lema del Día Internacional de la Mujer de este año: “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”? 

Estos aspectos son inseparables y si pensamos que se pueden abordar individualmente, estamos limitándonos y arriesgándonos a no avanzar. Es imposible gestionar el cambio climático sin las mujeres ni las personas de color y por eso deben participar en el proceso y tomar decisiones. No se puede considerar el clima por un lado y la igualdad de género por el otro. Necesitamos un debate integral.

También hemos de pasar de las palabras a los hechos. Es posible lograr un mundo equitativo, justo y con cero emisiones netas. Necesitamos un mundo en el que los flujos financieros avancen en la dirección correcta. Debemos centrarnos en los cambios normativos y políticos, concediéndoles la máxima prioridad. Cada compromiso debe sustentarse en objetivos, para poder saber si realmente se han cumplido. Pero sólo tenemos tiempo para actuar con valentía. No se trata de cambios pequeños, sino de transformaciones radicales que no serán cómodas. Si no actuamos, las consecuencias serán mucho mayores.