El mundo se cambia una calle a la vez: Laura Ballesteros

En México no se puede hablar de movilidad sin mencionar a Laura Ballesteros. A lo largo de su trayectoria y como mujer que hace ciudad, ha influido con su visión en planes y soluciones innovadoras de movilidad para enfrentar el cambio climático y lograr ciudades más seguras, sostenibles y equitativas.


mundo ONU Hábitat


Laura, ¿cómo puede enfrentarse el cambio climático desde la planificación de la movilidad en las ciudades?

Trabajar la movilidad sin un ejercicio autocrítico de aceptación de la emergencia climática es un error. Luchamos muchos años para que la movilidad tuviera un espacio protagónico en las distintas agendas dentro del gobierno y ahora tenemos la oportunidad de abordarla desde una visión sistémica, uno de los grandes faltantes en el manejo de la agenda de movilidad del país.

Por ejemplo, en Monterrey estamos trabajando a nivel institucional en la articulación de la acción climática a través de tres ejes principales: desarrollo urbano, movilidad y medio ambiente.

Cada agenda tiene algo muy importante que hacer por la ciudad, pero se deben ejecutar de manera entrelazada si se quiere ver todo su potencial. Es momento de que el desarrollo urbano y la movilidad dejen de estar separados, deben de tener esta unión y apostar por distintas centralidades urbanas que hagan posible el diseño de la movilidad sostenible.

¿Qué tan dispuestas están las personas a cambiar el automóvil para usar el transporte público o la bicicleta?

Todo tiene que ver con un cambio cultural y la infraestructura genera cultura. Como infraestructuralista estoy convencida de que, si queremos cambiar rápidamente nuestras ciudades, así como la cultura y la mentalidad, será necesario invertir en una infraestructura verde y sostenible que le ayude a la gente a “cambiar el chip” para que puedan experimentar diariamente el cambio que representa tener sistemas de movilidad diversos y sostenibles.

Vivir calles con movilidad peatonal, con buenas banquetas, intersecciones seguras y universales, con un reparto equitativo, con buenas rampas, señalización horizontal y vertical, con carril confinado para transporte público, bicicletas y espacios para el automóvil, es crucial para cambiar el mindset.

Otros ejemplos: la bicicleta pública ayuda a reducir el uso del automóvil, carriles de alta ocupación, viajes compartidos en donde tres o más usuarios realicen traslados en un solo auto cuando van al mismo lugar o se movilizan a la misma zona, transporte público sostenible con carriles confinados, buenas líneas de Metrobús que ayuden a bajarte del automóvil porque cubren tu viaje diario.

Todos estos son aspectos de cambio, no solo en la movilidad, sino también en lo cultural. Por eso, todos los que estamos involucrados en la movilidad estamos convencidos de que el mundo se cambia una calle a la vez.

¿Con qué herramientas se cuenta para atender la movilidad desde un enfoque inclusivo?

No podemos hablar de un nuevo modelo de movilidad si no procuramos que nadie se quede atrás, ese es el mandato que tenemos a través de Naciones Unidas y de los ODS, lo que nos obliga a trabajar en las interseccionalidades. Yo priorizaría dos: las infancias y las mujeres. A medida que hagamos ciudades para ambos grupos, vamos a lograr un cambio completo en el modelo de desarrollo.

Las infancias necesitan una ciudad a su alcance, que no sea peligrosa y en la que su vida no corra peligro al hacer un trayecto. En México, el 60% de los viajes de los niños es el camino hacia la escuela y la primera causa de muerte en las infancias son los accidentes viales, por lo que no podemos pensar que las ciudades no estén hechas también para ellos.

Ahora bien, es importante mencionar que hombres y mujeres tienen diferencias de movilidad claras y la ciudad no es neutral en cuestión de género. Esto es fundamental para aprender a hacer ciudad, pero sobre todo para aprender a hacer gobierno en una ciudad con características preponderantemente dispares.

Las mujeres tenemos un factor de vulnerabilidad en nuestros viajes por las situaciones de violencia que se viven constantemente en el espacio público, ahí hay mucho por hacer, pero también es importante destacar que somos nosotras las que hacemos la mayoría de los viajes.

En México más del 50% de los viajes los hacemos las mujeres, y esto se repite en las ciudades latinoamericanas. Además, en las ciudades de México hemos seguido una lógica patriarcal en donde la infraestructura y sobre todo la usabilidad de la calle no están planeadas para nuestras condiciones de viaje que son distintas ya que hacemos tareas de cuidado, entonces la movilidad de cuidado está a nuestro cargo y la infraestructura no está hecha para que traigas bultos, niños, abuelitos, cochecitos de bebé, sillas de ruedas, etc.

También sabemos que las mujeres hacemos de 5 a 6 trayectos al día a diferencia de los hombres que solo hacen dos en promedio. Además, el 60% de nuestros viajes los hacemos en medios de transporte público y no motorizado, a diferencia de los hombres que los hacen en automóvil.

Entonces aquí empieza una condición en donde queda muy claro que trabajar en movilidad sostenible es trabajar en una agenda 100% feminista y con perspectiva de género. Hacer calles para todos significa hacer calles para las mujeres, porque somos sus principales ocupantes.

¿Cómo ha influido en tu trabajo el hecho de ser mujer?

Ha influido para bien y para mal. Es muy difícil abrirse paso en un mundo político en donde el poder discrimina, donde al poder no le gusta que las mujeres se le pongan enfrente, en donde además el reparto de posiciones, de asignación de responsabilidades, incluso el acceso a los cargos de representación popular, tienen un sesgo de género. Además, de pronto entre nosotras mismas no somos capaces de construir redes de sororidad para ayudarnos a crecer, lo que dificulta aún más el trayecto.

Mi género siempre ha sido para mí una disputa de poder en lo político, pero al mismo tiempo una gran oportunidad de aprender a trabajar con más mujeres y de encontrar ahí la fuerza más grande para hacer ciudad. Por supuesto que es difícil, pero cada vez somos más y estamos siendo más estratégicas en el sentido de saber hacer equipo entre nosotras.

Está claro que cuando las mujeres hacemos ciudad, lo hacemos para todas las personas, de ahí también las bondades de que exista paridad en las posiciones de toma de responsabilidades y decisión de cuestiones técnicas o de agenda urbana, porque nosotras somos capaces de comprender con empatía esas necesidades, entonces tener esta diversidad de vivencias de una ciudad hace que esté más preparada para enfrentar los problemas del día a día de todas las personas.

Yo les diría a otras mujeres que no están solas. Cada vez somos más las que ocupamos espacios en política pública y de toma de decisiones. Mucho del trabajo que nosotras hemos hecho es justamente para que todas ustedes puedan estar aquí así que, ¡sigan sus sueños!


Activista, reguladora y experta en movilidad y políticas públicas con más de 15 años de experiencia en el sector público y sociedad civil, Laura Ballesteros es politóloga egresada del Tecnológico de Monterrey y maestra en Dirección Estratégica y Gestión de la Innovación por la Universidad Autónoma de Barcelona, programa IUP.


Nota publicada en ONU Habitat reproducida en PCNPost con autorización


Posts relacionados:

Revolucionar el mundo STEM para cerrar brechas de acceso y defender los derechos digitales

4 cosas que debes saber sobre la alimentación escolar en todo el mundo

“Mientras viva, cada día me despertaré y gritaré al mundo que la mutilación genital femenina es nociva, y que el matrimonio infantil no es diferente de la violación”

Cocinar en la cumbre del mundo: una familia de Nepal cuenta a la meteoróloga su experiencia de resiliencia al cambio climático


 

Debes loguearte para poder agregar comentarios ingresa ahora