Por: Claude Bissot Verhulst.
Tengo el deplorable hábito de desayunar leyendo a tiempo las noticias internacionales. Digo que esta pésima manía de comer noticias disfrutando al mismo tiempo de una deliciosa omelette con arepas de queso no son compatibles con el sabor muy amargo que me dejo la noticia de otra manifestación de la sórdida brutalidad del tristemente conocido Estado Islámico.
Los iconoclastas jihadistas redujeron en ruinas, las esculturas, los bajos relieves y otros tesoros pre-islámicos en la región de Nínive en Irak y por colmo de perversidad publicaron on line el video de este acto de barbaría. En el museo de la ciudad de Mosul acabaron en minutos con golpes de masa, cinceles y perforadoras imponentes piezas de arqueología de 2700 años de antigüedad, objetos inestimables para la memoria de la humanidad.
El video propagandista hecho con efectos filmográficos tales como repeticiones y cámara lenta muestran esculturas únicas de la remota era asiría, golpeadas por martillos maneados por militares tan ignorantes como inescrupulosos, caer de sus bases y estrellarse contra el suelo. Horríficas, lamentables, apocalípticas imágenes que hacen temblar la sensibilidad de la comunidad intelectual internacional totalmente impotente.
Al igual de los Talibanes quienes en marzo 2001 dinamitaron los monumentales Budas de Bamiyan en Afganistán, hoy los ideólogos del autonombrado Estado Islámico destruyen impunes los tesoros de la Humanidad queriendo reducir a cenizas la herencia de la Historia.
Con masacres, desapariciones, esclavitud, torturas y la entera panoplia del horror del terrorismo que hoy se completa con la destrucción sistemática de la Cultura Universal, esta organización afirma su deseo de llevar el obscurantismo a donde se expanden los territorios de sus conquistas y en las áreas de su influencia sacudiendo y haciendo tartamudear nuestra Civilización.
Funesto desayuno para la Humanidad.
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