Por: Noreyana Fernando.
Crecí en un país en desarrollo y recuerdo haber tenido algunas soluciones ingenuas pero inteligentes para las desigualdades que enfrenté en mi vida y en mi entorno. Apenas había entrado a la adolescencia y ya le preguntaba indignada a mis padres: “¿Por qué no podemos simplemente solucionar todo para todos?”.
Una década después —ahora gracias a una educación de calidad y cierta experiencia laboral—, esas ideas son probablemente menos ingenuas (y, espero, un poco más inteligentes).
Pero, ¿dónde debería expresar estas ideas? La respuesta es: en las salas de los directorios empresariales, las oficinas gubernamentales y las reuniones de alto nivel sobre políticas. Ese fue el planteamiento de un grupo de líderes mundiales que se congregaron en las Reuniones de Primavera del Banco Mundial en abril recién pasado.
El encuentro —organizado en conjunto con el Reino de Dinamarca— incluyó a altos funcionarios de Gobiernos y de organismos de desarrollo, y a representantes de organizaciones de la sociedad civil, fundaciones, grupos juveniles y el sector privado. Los asistentes debatieron acerca de las soluciones para los problemas más apremiantes que afectan el futuro de los jóvenes.
Y todos estuvieron de acuerdo en que lo más importante eran las opiniones de los jóvenes presentes en el debate esa mañana. Se alcanzó un consenso muy claro y se coincidió de manera tácita en la reunión que es urgente que la juventud se involucre en los procesos de formulación de políticas y toma de decisiones relacionados con su futuro. Esto es especialmente importante dado que los jóvenes en el mundo que están excluidos del desarrollo quizás se sienten fuera de lugar, alejados de la vida cívica y cada vez más atraídos por posturas extremistas.
En la actualidad, se calcula que la población juvenil en el mundo llega a 1800 millones de jóvenes, una cifra que representa casi un cuarto de la población mundial, y se espera que algún día se conviertan en adultos felices. Es decir, actualmente, 1 de cada 4 personas aspira a contar con una educación completa, un trabajo sostenible, y una vida larga y saludable.
Las decisiones que tomamos como jóvenes —en términos de educación, empleo, migración, participación y salud— tienen consecuencias serias y duraderas en todos los habitantes del planeta, incluso en las próximas generaciones. Es motivante saber que podré ser partícipe en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y en los esfuerzos por lograr la igualdad de género y un clima más sostenible.
Sin embargo, pese a todas las cosas transcendentales que están en juego, las estadísticas mundiales son alarmantes: los jóvenes representan más de la mitad de los desempleados del mundo; 121 millones de niños no van a la escuela; las complicaciones durante el embarazo y el parto son la segunda causa principal de muerte entre las niñas de entre 15 y 19 años de edad. Los jóvenes son también el grupo de la población que migra en mayor cantidad, (PDF, en inglés) dejando atrás sus hogares en búsqueda de mejores oportunidades o entornos más pacíficos.
Para encarar estos desafíos se necesitará la participación de los jóvenes en la toma de decisiones, y diversas medidas. A continuación presentamos otras recomendaciones surgidas durante el diálogo:
- Se trata de una cuestión relacionada con el género: existen disparidades enormes en la educación para las mujeres. Una joven que no puede controlar si tendrá hijos o no y cuándo quedará embarazada enfrenta obstáculos para completar su educación o mantener un trabajo decente. Por lo tanto, como lo señaló uno de los líderes en el encuentro, la igualdad de género no solo es una medida correcta, sino también una medida acertada desde el punto de vista económico.
- También se trata de una cuestión relacionada con el cambio climático: los jóvenes de hoy deberán lidiar con el cambio climático mañana, el año próximo y en 2050. Al mismo tiempo, los jóvenes están también creando soluciones en materia de eficiencia energética. Ellos impulsan las campañas relacionadas con el cambio climático en todo el mundo. Por lo tanto, es importante conectar a la juventud y el medio ambiente, de manera similar a lo que está haciendo la Fundación del Fondo de Inversión para la Infancia.
- Los primeros 1000 días y la adolescencia son etapas fundamentales: el día después del nacimiento de un bebé no es demasiado pronto para tomar medidas. Una cantidad cada vez mayor de evidencias científicas demuestra que invertir en los primeros años es crucial para asegurar que los niños desarrollen todo su potencial.
- Provocar disrupción: un joven que participó en el encuentro apoyó una solución que es tan disruptiva como Silicon Valley. Además, muchas organizaciones se han dado cuenta que la tecnología y las plataformas digitales son la mejor manera de llegar a los jóvenes, donde ya están produciéndose discusiones sobre #adulting (actuar como un adulto) y su futuro.
- Analizar el empleo, pero no solo el empleo: es más complejo que tener un trabajo o, incluso tener un buen trabajo. Hay mucho que aprender a partir de las aspiraciones de los jóvenes que emigran a diferentes países. A menudo, ellos lo hacen para buscar una mejor calidad de vida. Pensemos en maneras en que se podría reconstruir esa calidad de vida en sus países de origen.
- Los datos y las alianzas son importantes: los datos sobre proyectos de desarrollo exitosos no solo deben ser recopilados y mantenidos; además, deberían ser compartidos entre organizaciones y sectores. Esta es una de las muchas opciones que existen para llegar a una solución horizontal.
Al salir de la sala, luego del debate realizado temprano en la mañana, supe que no solo el café me había dado energía. Me sentí motivada por un marco estimulante: una solución para los jóvenes, por los jóvenes. Ahora espero que los jóvenes se sientan empoderados para utilizar su creatividad y sus ambiciones de ser productivos a fin de hacer una diferencia en sus vidas y en las vidas de quienes les rodean.
Nota publicada en Voces, Perspectivas del desarrollo del Banco Mundial, reproducida en PCNPost con autorización.
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