Sus trabajos condujeron a "la conclusión, de un considerable alcance, de que los neutrinos, durante mucho tiempo considerados como carentes de masa, la tienen, aunque sea débil" escribe el jurado, que saluda un "histórico descubrimiento".
Un japonés, Takaaki Kajita, y un canadiense, Arthur B. McDonald, obtuvieron el martes el premio Nobel de Física por sus “históricos descubrimientos” sobre el neutrino, una partícula cósmica fundamental para comprender el universo y su origen.
Kajita, nacido en 1959, y McDonald, en 1943, han refutado un principio de la física cuántica, admitido durante mucho tiempo, según el cual el neutrino no tenía masa: así, esta revelación supone el triunfo de la materia sobre la antimateria.
Sus trabajos condujeron a “la conclusión, de un considerable alcance, de que los neutrinos, durante mucho tiempo considerados como carentes de masa, la tienen, aunque sea débil” escribe el jurado, que saluda un “histórico descubrimiento”.
Todo ello permite comprender el funcionamiento interno de la materia y conocer así mejor el universo, explicó el jurado sueco.
Contactado por la Fundación Nobel, Takaaki Kajita explicó haberse enterado del premio por sus colegas suecos, cuando consultaba su correo electrónico. “Es una verdadera sorpresa para mí” reaccionó. “Es un poco difícil creerlo”.
Arthur McDonald dijo que compartía el “premio con numerosos colegas que realizaron un trabajo considerable”, afirmó.
El neutrino, partícula elemental de la materia -que podríamos comparar a un fantasma o a un camaleón- está mil millones de veces más presente en el universo que cada uno de los integrantes del átomo, pero pese a ello es increíblemente difícil detectarlo.
El neutrino, que intriga a los físicos desde los años 60, está en efecto desprovisto de carga eléctrica, lo que le permite atravesar todo tipo de obstáculos.
Su existencia fue formulada desde 1931 por el austríaco Wolfgang Pauli, premio Nobel 1945, y demostrada experimentalmente, 25 años más tarde, por el estadounidense Frederick Reines, premio Nobel 1995.
En 2002, el Nobel recompensó a un dúo de físicos estadounidense y japonés, Raymond Davis Jr y Masatoshi Koshiba, que revelaron sus famosas oscilaciones: al propagarse en el espacio a una velocidad cercana a la luz, el neutrino tiene la curiosa facultad de metamorfosearse en tres formas o identidades diferentes.
Un año luz de plomo:
Pero hasta ahora el neutrino mantenía aún sus secretos, ya que los científicos discrepaban sobre la masa de esta partícula: algunos la consideraban nula, y otros muy débil, inferior a la millonésima parte de la masa del electrón.
Por ello, uno de los grandes desafíos es “captar” a estos evasivos neutrinos. Así, de cada 10.000 millones de neutrinos que atraviesan la tierra, uno solo interactúa con un átomo de nuestro planeta y sería necesario un ‘muro’ de plomo de un espesor de un año-luz para detener a la mitad de estas partículas.
Ahora, Takaaki Kajita, de la universidad de Tokio, y Arthur McDonald, de la Universidad de Queen’s en Kingston (Ontario, Canada), han puesto de acuerdo a todo el mundo al ‘atrapar’ neutrinos entre las redes de sus observatorios, el Super-Kamiokande en Japón y el Observatorio de Sudbury en Canadá.
En 2014, el Nobel de Física fue otorgado a los japoneses Isamu Akasaki y Hiroshi Amano, así como el estadounidense nacido en Japón Shuji Nakamura, por haber inventado las bombillas de bajo consumo LED, una tecnología omnipresente hoy en nuestra vida cotidiana.
El lunes, el primer Nobel de 2015, el de Medicina, fue atribuido conjuntamente a William Campbell, de origen irlandés, al japonés Satoshi Omura y a la china Youyou Tu por haber desarrollado tratamientos contra infecciones parasitarias y la malaria.
Tras el de Nobel de Física este martes, seguirá el de Química el miércoles, el de Literatura el jueves y el de la Paz el viernes en Oslo. La serie se cerrará el 12 de octubre con el galardón de Economía.
El Nobel incluye una recompensa de 8 millones de coronas suecas, unos 855.000 euros o 950.000 dólares. AFP
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