Nadar ante 7.000 lobos marinos es posible a solo 6 millas del puerto de Lima

A solo seis millas marítimas del puerto del Callao, el más grande de Perú, más de 7.000 lobos marinos abarrotan las Islas Palomino, dos pequeños y rocosos islotes frente a la ciudad de Lima, donde estos animales nadan junto a las personas que se atreven a lanzarse a sus frías aguas.

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Acostumbrados a las constantes visitas de turistas y navegantes de la zona, una imponente manada de cientos de lobos marinos bucea y chapotea junto a los visitantes que ingresan a sus aguas y, en ocasiones, se toman la licencia de dejarse tocar por las personas, dar saltos o pegar aletazos para salpicarles con agua.

“Es una de las mayores colonias de lobos marinos de Perú”, indicó a Efe el director de la reserva nacional de islas, islotes y puntas guaneras de Perú, Mariano Valverde, donde las islas Palomino son una de los 25 áreas protegidas de esa reserva desde 2009, pero ahora despunta como la gran atracción para el turismo de naturaleza en la capital peruana.

Allí los lobos marinos conviven junto a una gran variedad de aves guaneras y marinas, entre las que hay una pequeña población de unos 25 pingüinos de Humboldt, y a partir de este año el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp) decidió regular y promocionar su ruta turística, que mezcla naturaleza e historia a partes iguales.

Los mamíferos conviven entre los vestigios que en esas islas dejó la fiebre del guano en la segunda mitad del siglo XIX, reducidos a un faro y un vetusto embarcadero de madera, cuyos dominios fueron reconquistados por los animales tras caer en el abandono, pero aún así la fauna no está exenta de amenazas.

En los últimos años proliferaron los tours turísticos y las visitas de particulares, al tiempo que, ante la escasez de alimento, los lobos marinos comenzaron a comer en las redes de los pescadores, quienes “les declararon la guerra y los han matado a golpes, a disparos, o lanzando dinamita”, afirmó Valverde.

El director de la reserva nacional advirtió que las aves también están en peligro por la caza furtiva de delincuentes que “llegan a las islas y las matan para comérselas o para venderlas”. “Ahora estamos empezando a trabajar con los operadores turísticos y pescadores para que todos tomemos consciencia de que este lugar debe perdurar”, dijo Valverde, cuya institución instruyó a cinco empresas que llevan a turistas a la zona en protocolos de conservación del ecosistema.

La jefa de operaciones de T&T Turismo y Servicios, Cecilia Salas, señaló a Efe que “la gente respeta más el hábitat de los animales” desde que el Sernanp controla la zona, sin que haya tantos yates particulares al costado de los lobos.

Una de las primeras recomendaciones del Sernanp fue evitar un contacto físico con los lobos marinos en los baños de los pasajeros junto a los mamíferos, pero el guía del Tour Marino Islas Palomino, Mariano Córdova, comentó a Efe que es difícil respetar una distancia de seguridad porque los mismos lobos se aproximan a las personas.

El experto comentó que el contacto con el lobo marino deber ser “espontáneo”, ya que “si el animal viene, no es necesariamente porque le hayas caído bien, puesto que a veces solo intenta proteger su territorio”.

“Provocar un contacto físico no es correcto. Hay que crear bastante consciencia en ese aspecto, porque muchas personas no conocen el comportamiento de los animales. El objetivo es que los visitantes tengan la experiencia de estar cerca de un animal silvestre, pero siempre respetando sus dominios”, explicó Córdova.

Al atardecer, los lobos se aglutinan entre las rocas de los dos islotes y ocupan toda su superficie, mientras emiten un ruido gutural y ensordecedor que colma el ambiente, en un espacio natural que apunta a ser la competencia más directa para la reserva de Paracas, donde existe otra importante colonia de estos animales. (EFE)

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