Milena Busquets, un fenómeno literario que rompe fronteras

Vive en Barcelona, tiene 42 años, dos hijos y protagonizó lo nunca visto en la última Feria del libro de Fráncfort. Milena Busquets es un fenómeno literario que rompe fronteras con “También esto pasará”, una “carta de amor” a su madre, la fallecida editora Esther Tusquets, plena de “autenticidad”.

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“Honestidad” y “una voz original” que “suena a verdad” es lo que aporta, según dice a Efe la propia Milena Busquets, al panorama literario internacional con una novela, en gran parte autobiográfica, que publica en español Anagrama y veintiocho editoriales más en otros idiomas, como Gallimard (Francia), Hogarth Press (USA), Harvill Secker (UK) o Companhia das Letras (Brasil).

Una novela que evoca a la en su época tampoco convencional “Bonjour tristesse” (“Buenos días, tristeza”, 1954), de Françoise Sagan, según el editor Jorge Herralde (Anagrama), quien considera a Milena Busquets como la “gloriosa excepción”, un “caso atípico” de “buena literatura” en el panorama de hegemonía del entretenimiento.

Y un fenómeno que él, en sus 45 años de oficio, “jamás” había visto que ocurriese “algo así”: la venta generalizada del manuscrito de una autora prácticamente desconocida y cuya primera novela, “Hoy he conocido a alguien” pasó sin pena ni gloria por el gran público, explica en declaraciones a Efe.

Ahora su agente, la directora y fundadora de la Agencia Pontas, Anna Soler-Pont, tiene “avanzadas” conversaciones con productoras anglosajonas para adaptarla al cine, pero con “calidad”, precisa. “También esto pasará” se abre y se cierra en el cementerio de Cadaqués (Gerona, noreste de España) con el entierro de la madre de la protagonista, Blanca. Allí reposan también los restos de Esther Tusquets (Barcelona, 1936-2012), directora editorial de Lumen y escritora, con obras como “El mismo mar de todos los veranos” o su novela autobiográfica “Habíamos ganado la guerra”, entre otras.

Al igual que su progenitora, Blanca-Milena piensa que hay que vivir intensamente, ser lo más feliz posible y hacer feliz la gente que nos rodea, y ese mensaje está en “También esto pasará”. La trama, que se desarrolla en apenas 172 páginas y transcurre en un verano en Cadaqués, con su intensa luz que lo baña todo, habla del dolor de la pérdida y del desgarro de la ausencia.

Pero también de la reafirmación de la vida a través de los hijos, las amigas, los hombres que han sido o son importantes y del sexo. Partiendo de lo íntimo, de la enfermedad y muerte de su madre, de sus relaciones personales, Blanca-Milena combina lo etéreo y lo profundo para bucear en las aguas universales del amor o la muerte. Y que le lleva a afirmar: “La ligereza es una forma de elegancia. Vivir con ligereza y alegría es dificilísimo”.

Como difícil fue para Busquets escribir “También esto pasará”, con un texto “muy trabajado”, con una prosa en la que hay un “gran autocontrol”, pues no quería “pasarse de sentimental”, ni que fuese un diario, sino una novela, que destilase “honestidad sin filtro”, pero con cosas reales y otras “absolutamente inventadas”. “Lo relativo a mi madre creo que es todo cierto, aunque quizá ella desde allí arriba diría que no fue así, pero fue como lo viví”, dice la escritora, quien asegura que su “alma está ahí”, en el libro.

“No hay nada impostado”, continúa, y lee el e-mail de felicitación que en el mismo sentido le escribió el escritor Juan Marsé: “El libro tiene esa cualidad hoy tan difícil: trasmite verdad”.

La verdad que contiene es un “homenaje” a su madre, el “gran amor” de su vida, con la que mantuvo “una relación apasionada e intensa, enriquecedora y estimulante”. Un amor correspondido cuyo recuerdo es “un arma poderosa” para “enfrentarse al mundo”. “Mi madre está en mí, mira a través de mí, la siento absolutamente presente en mi vida y en mi literatura, me acompaña. Vivir sin ella en mi alma no podría”, confiesa, y añade que también echa de menos a otras dos mujeres muy amigas de su madre, las escritoras Ana María Moix y Ana María Matute, también fallecidas.

“Eran mujeres increíbles, valientes, luchadoras, que no lo habían tenido fácil, que abrieron el camino, que se reían de todo, que eran bondadosas con todo el mundo, humildes. Su recuerdo me empuja”.

Sobre mujeres y sobre nuestro mundo girará su nueva novela, en la que ahora trabaja, con la determinación de no perder el norte. “La vida no me va a cambiar. Seguiré yendo a Cadaqués a visitar a mi madre. Las pérdidas están ahí. Espero y deseo que la vida no me cambie, me alegrará a mi y a mi entorno durante un tiempo, y después esto también pasará, como pasa todo, lo bueno y lo malo”.

Fue el mensaje, envuelto en cuento oriental, que le regaló su madre, como un bálsamo, para aliviar su pena por la muerte de su padre, por un cáncer, cuando ella tenía 17 años. A sus padres, Esther y Esteban, y a sus hijos, Noé y Héctor, dedica su novela. (EFE)


 

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