Por: Paola Sosa.
Mis amigos viajan, Juan consiguió un nuevo empleo, Lilian cambió su carro, mi cuñado salió con sus amigos a divertirse. ¿Yo? Sin viajar, en el mismo trabajo, sin carro y sin poder salir ni un fin de semana…
Reflexión: ¡NADIE es mejor que yo, siendo YO MISMO en mi mejor versión!
Esa lucha constante entre mi mente y mi envidia, yo quiero, yo necesito, yo debo ser mejor que aquel, yo, yo. Pero… ¿Acaso quién me ha limitado a soñar? ¿A tomar acciones para moverme hacia adelante? ¿Quién? ¿Mis amigos? ¿Juan? ¿Lilian? ¿mi cuñado? ¿o soy yo mismo? La verdad siento que analizo mucho y me está ganado la mente porque “tiene la razón”
¿Seré yo que me estoy limitando a avanzar? ¡NO! Para nada… Mis padres me enseñaron que mis pasos deben ser firmes y seguros, que primero la casa, luego la educación de mis hijos, sostener mi
hogar, cuidar mi trabajo y honrar la oportunidad de mi empleo.
(Suspiro) esas eternas conversaciones conmigo mismo me están robando el tiempo, mis sueños, mi esperanza, mis ilusiones, mis anhelos!
¿Qué podré hacer? Pedir ayuda es válido, es de valientes.
Permítete reconocer que te ayuden, que eres un SER humano, NO un PENSANTE humano. Elévate la vara, ponte retos, lánzate, arriésgate, aprende a decir que no, siente cada vivencia de tu vida, elige, haz silencio, pierde, gana. Pero no te quedes inmóvil, muévete que solo tú eres tus propios limitantes.
“La manera de ver la luz divina es apagar tu propia vela”–Proverbio antiguo
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