Más de 1.000 millones de jóvenes se arriesgan a sufrir daños auditivos porque escuchan la música demasiado alta, avisó este viernes la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El nivel sonoro en los conciertos y discotecas suele ser demasiado alto, al igual que el volumen en los auriculares de los dispositivos de audio o de los smartphones. Según los datos recogidos por la OMS, cerca del 50% de los jóvenes de entre 12 y 35 años de países con ingresos altos o medios se exponen a niveles sonoros demasiado fuertes. “Cada vez más jóvenes corren el riesgo de sufrir daños auditivos. Tienen que ser conscientes de que la audición, una vez que se pierde, no vuelve”, afirmó este viernes la doctora Shelley Chahda, de la OMS.
Una exposición a niveles sonoros demasiado altos y de forma prolongada puede provocar daños irreversibles. En los lugares de trabajo, el ruido no debe superar los 85 decibelios para un máximo de ocho horas diarias de exposición. Para hacerse una idea, 85 decibelios es el ruido que percibe uno cuando está dentro de su coche, en medio del tráfico, en hora punta.
Muchos empleados que trabajan en discotecas, bares o en la organización de eventos deportivos afrontan niveles que llegan a alcanzar los 100 decibelios.
Según la OMS, uno no debería exponerse a tal ruido más de un cuarto de hora al día. Con vistas a la Jornada Mundial de la Audición, le 3 de marzo, el organismo recomienda sencillas medidas preventivas.
Los adolescentes tendrían que reducir el volumen de sus dispositivos de audio y teléfonos, evitar de utilizarlos más de una hora al día, llevar tapones en los oídos en los locales demasiado ruidosos y hacer pausas. También deberían vigilar el estado de su audición y realizar controles regulares.
La OMS también recomienda a los gobiernos imponer estrictas normativas sobre el ruido en los lugares públicos, y pide que los dueños de discotecas y bares bajen el volumen de la música.
Unos 360 millones de personas sufren algún tipo de daño auditivo en el mundo. Se deben a factores tan diversos como enfermedades infecciosas, genéticas, complicaciones durante el parto, el uso de ciertos medicamentos, el ruido o el envejecimiento. (AFP)
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