Por cada año que cumple su hija, Inés Cano se tatúa una mariposa. Así celebra, gracias a la marihuana medicinal, en vías de ser legal en Colombia, la resistencia de la niña a la epilepsia crónica que padece desde que nació.
Doce mariposas le recuerdan que es posible mitigar el sufrimiento de Luna -a quien la epilepsia le generó convulsiones extremas y retraso en el neurodesarrollo-, en momentos en que el gobierno se dispone a regular por decreto el uso de cannabis con fines terapéuticos. “Luna todos los días de su vida convulsionó, al despertar y al dormirse. Podía convulsionar una, dos horas”, cuenta desde su casa en Medellín (noroeste) Inés, quien durante siete años cargó a su hija en la espalda hasta que la pequeña pudo caminar.
“La convulsión es dolor, angustia, impotencia. Es un fantasma que te atrapa, pero el cannabis hizo que se sintiera mejor. Luna empezó a reconocer colores, a comer sola, a ser más independiente”, afirma esta mujer de 36 años, a quien a pesar de todo se le dibuja una sonrisa.
Luna tomó 12 tipos de medicación anticonvulsionante, sin éxito. Los estimulantes tampoco servían “porque tiene un sistema de defensa muy bajito”, explica esta aguerrida madre. “Ninguna le sirvió, hasta los 11 años. Fue entonces que “se (le) encendió esa ‘lucecita’ en el camino: el cannabis medicinal. Es la única solución”, asegura.
Desde enero pasado, una gota de extracto de cannabis en la noche representa la esperanza de un día sin convulsiones para Luna. “Al noveno día (de tomarlo), deja de convulsionar como si fuera un milagro. Por eso pienso que es importante, y más en el país en que vivimos, con tierras fértiles, sacarle el provecho a esa matica (plantita)”, cuenta.
El decreto que prepara la administración de Juan Manuel Santos reglamenta la producción, distribución, comercialización y exportación de marihuana con fines terapéuticos.Adicionalmente, el Congreso estudia un proyecto de ley sobre cannabis medicinal, que espera definir tasas para los cultivos, entre otros detalles.
“La China del cannabis”
En Colombia, donde es legal cultivar hasta 20 plantas de marihuana, ya se consiguen productos terapéuticos que emplean su hoja. “El decreto lo que va a hacer no es legalizar el uso de marihuana terapéutica, porque eso ya lo permite la Ley 30 de 1986. Lo que va a hacer es facilitar los procesos de venta, compra y transformación”, dice Paola Pineda, quien atiende a Luna en Medellín.
La doctora, especialista en derecho médico y tratamiento del sida, se puso desde hace años la camiseta de los defensores de la planta.
“Me parecía muy duro que las familias se separaran del resto de su núcleo familiar, que se fueran a un país que no era el suyo, que vendieran todo en Colombia para buscar esa oportunidad terapéutica (en otros países), cuando nosotros aquí la teníamos”, señala.
Por eso, trabaja en conjunto con pequeños productores nacionales que llevan años investigando la productividad de las plantas, aprovechando los “vacíos” de aquella primera ley.
“Esos vacíos fueron los que yo utilicé en un principio para darme confianza y empezar a meterme de lleno en el tema del cultivo y manipulación de plantas”, confiesa Mauricio García, uno de los fundadores de Cannalivio, que elabora desde hace casi ocho años marihuana medicinal en Medellín.
Aceites, ungüentos y hasta un bálsamo labial hacen parte de su oferta, envasada en empaques verdes y algo rústicos, como si se tratara de remedios caseros… aquellos de las abuelas.
Tenemos condiciones particulares de suelos, de materias primas, con los que podemos hacer unos óptimos productos, subraya este ingeniero civil, egresado de la Universidad Eafit de Medellín.
Para él, la regularización de marihuana medicinal en Colombia, ubicada en pleno trópico, abre un inmenso panorama de posibilidades.
“La producción en otros países es totalmente en interior con luces artificiales, sistemas de riego y alimentación. (…) Colombia podría convertirse en la China del cannabis”, dice, emocionado. AFP
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