Por: Mafalda Duarte.
La presente Semana del Clima en Nueva York es un momento importante para recordar los últimos datos sobre los temas climáticos y los eventos relacionados que están causando importantes daños humanos, económicos y ambientales.
El mes pasado, se produjo otro récord de temperatura en el mundo. Según datos de la NASA, acabamos de vivir el mes de agosto más caluroso en toda la historia. Eso no es todo: julio fue el mes más caluroso registrado jamás. Esto no es una anomalía. El siglo XXI ha sido testigo de 15 de los 16 años más cálidos registrados hasta la fecha.
En Estados Unidos, este verano se produjeron inundaciones en Luisiana, incendios forestales extremos en California y lluvias que ocurren una vez en un milenio en Maryland. En otras partes, el fenómeno de “El Niño”, intensificado por el cambio climático, está causando sequías y hambrunas, mientras que en la Gran Barrera de Coral de Australia se observa una decoloración generalizada de los corales. Los efectos del cambio climático se hacen sentir en todo el mundo.
Ahora las buenas noticias.
Los Gobiernos están pasando de los deseos a la acción, y más países ratificaron el Acuerdo de París sobre el cambio climático en los últimos meses. Esto se suma al encuentro formal de Estados Unidos y China, los mayores emisores mundiales de gases de efecto invernadero (GEI), en la reciente cumbre del Grupo de los Veinte (G-20). El Acuerdo de París podría incluso entrar en vigor a nivel mundial en los próximos dos meses, en caso de unirse 55 países que representan al menos el 55 % de las emisiones mundiales.
El sector privado también está prestando atención. Blackrock, la mayor administradora de fondos en el mundo con una cartera de alrededor de USD 5 billones, señaló recientemente: “Los inversores ya no pueden ignorar el cambio climático. Algunos pueden cuestionar a la ciencia, pero todos enfrentan una ola cada vez mayor de regulaciones relacionadas con el clima y trastornos tecnológicos”.
La publicación The Financial Times estuvo de acuerdo, y alentó a los inversores y los directorios a tener en cuenta las emisiones de GEI de los proyectos. Y durante la Semana del Clima, los pasillos en Nueva York estuvieron repletos de conversaciones acerca de todos los sectores que contribuyen a aumentar las medidas relacionadas con el clima.
Necesitamos avanzar más y de manera más rápida en al menos tres frentes.
En primer lugar, necesitamos aumentar el financiamiento verde. Tenemos que invertir alrededor de USD 90 billones en infraestructura sostenible a más tardar en 2030. De esta cifra, hasta tres cuartas partes deberán destinarse a economías en desarrollo y emergentes. El financiamiento privado será crucial si queremos pasar de miles de millones a billones de dólares. Como dijo el exsecretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, en un artículo reciente: “Con políticas, modelos e instrumentos financieros (como bonos y programas de incentivos) inteligentes, bien diseñados y coordinados, los países tienen el potencial de resolver algunos de los desafíos ambientales más urgentes del planeta, manteniendo al mismo tiempo el crecimiento económico”.
Los fondos de inversión en el clima (CIF, por sus siglas en inglés) —un fondo fiduciario para el financiamiento de actividades relacionadas con el clima por un monto de USD 8300 millones, que me siento orgullosa de dirigir y que el extesorero Paulson ayudó a crear y capitalizar— han apoyado las inversiones innovadoras y no contaminantes y las iniciativas de adaptación durante los últimos ocho años. El fondo ofrece financiamiento en condiciones concesionarias y con menor riesgo para apoyar a los pioneros, crear mercados, reducir los costos de las tecnologías de energía limpia, eliminar déficits de financiamiento y proporcionar soluciones de financiamiento novedosas en los países en desarrollo.
Y aunque tenemos resultados tangibles para mostrar y mucho más en preparación para ofrecer, también miramos hacia adelante y exploramos cómo seguir innovando y contribuyendo con el programa que busca pasar de miles de millones a billones de dólares. Concretamente, pensamos hacer esto a través de la creación de un nuevo instrumento de financiamiento cuyo objetivo es ofrecer una oportunidad única a los inversores institucionales que busquen una cartera diversificada y sostenible en las economías emergentes.
El Plan de Acción para el Clima y el Plan de Acción Forestal del Banco Mundial establecen una visión ambiciosa y los CIF pueden ayudar a convertirla en realidad. Un reciente informe de Brookings apoya esto: “El historial de los CIF que trabajan con los bancos multilaterales de desarrollo para financiar de manera conjunta la infraestructura con bajos niveles de carbono y con capacidad de adaptación al cambio climático ha demostrado que siguen siendo útiles. Además, los CIF no pueden ser reproducidos fácilmente por otros fondos”.
Necesitamos instrumentos de financiamiento ecológico innovadores para atraer miles de millones de dólares de los mercados de capitales privados. Pueden ser productos como los bonos verdes, seguros sobre el clima, y titularización de activos en fondos sobre el clima. Proyectos como estos pueden convencer a los inversores privados e institucionales de que los mercados verdes, inteligentes en relación con el clima, tienen las puertas abiertas para las empresas en todas las economías emergentes y en desarrollo, y que nosotros —los financistas multilaterales y que entregamos financiamiento en condiciones favorables— estamos ahí para ayudar a difundirlos.
Por último, necesitamos que los líderes políticos dejen de impulsar nuestras economías con fuentes de energía sucia, que han sido usadas durante más de dos siglos. Eso significa, empezar a ahorrar mucha más energía a través de la modernización de los edificios existentes y asegurar que se apliquen normas de eficiencia energética en las nuevas construcciones. Debemos cambiar los comportamientos en cuanto a la manera cómo nos desplazamos, cómo eliminamos los residuos y cómo consumimos. Y tenemos que hacer las cosas de un modo completamente diferente en un corto periodo de tiempo.
Básicamente, debemos darnos cuenta que las medidas que se necesitan son urgentes, se deben realizar de manera rápida y a una mayor escala, y que tenemos que actuar en consecuencia.
Nota publicada en Voces, Perspectivas del desarrollo del Banco Mundial, reproducida en PCNPost con autorización
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