Los pueblos de Cataluña sueñan con la independencia ¿Y Barcelona?

El líder de Ciudadanos, Albert Ribera habla en conferencia antes de las elecciones en Barcelona, septiembre 20, 2015. AFP PHOTO / JOSEP LAGO

El líder de Ciudadanos, Albert Ribera habla en conferencia antes de las elecciones en Barcelona, septiembre 20, 2015. AFP PHOTO / JOSEP LAGO


Como cientos de pequeñas localidades catalanas, Santpedor, pueblo natal de uno de los independentistas más famosos, Pep Guardiola, sueña con que las elecciones del domingo conduzcan a la secesión, una tendencia contrarrestada en la cosmopolita ciudad de Barcelona.

En este pueblo de 7.000 habitantes de donde es originario el exentrenador del FC Barcelona y actual técnico del Bayern Múnich, un grupo de amigos se ilusiona con el posible resultado de unos comicios regionales centrados en la separación de España.

“Son importantísimos para nuestro país”, dice Josep Boladeras, de 62 años, banquero jubilado. Junto a su mujer Carme Arnó, ama de casa de 59 años, y sus amigos Fidel Santamaria, pequeño empresario de 55 años, y Joan Fargas, maestro de 64 años, impulsaron una de las más de 550 consultas municipales sin valor legal organizadas en 2010 en toda Cataluña sobre la independencia.

Arraigados en el corazón geográfico de la región, al pie de la imponente montaña de Montserrat, cuna del nacionalismo catalán, se enorgullecen de haber estado en el “embrión” de un movimiento que después subió como la espuma.

“Hace cinco años, cuando hablabas de independencia, para mucha gente era como si le hablaras de OVNIS, nunca habían pesado que fuera posible”, dice Boladeras mostrando la antigua capilla gótica del siglo XIV donde Santpedor organizó su consulta, una réplica de la convocada el 13 de septiembre de 2009 en Arenys de Munt.

Fue allí donde todo comenzó. “Aquí siempre ha habido un sentimiento identitario muy fuerte” y “una mayoría abrumadora de concejales independentistas”, explica Josep Manel Ximenis, exalcalde de Arenys, banquero de 53 años y promotor de aquella histórica primera consulta.

Recibieron amenazas de ultraderechistas españoles, pero aún así la participación superó el 40% y 96% votó por la independencia, recuerda mientras a su alrededor, en una plaza, un grupo de niños juega al fútbol gritando en catalán.

“Tan catalán como español”

“En los pueblos pequeños o medianos, la gente está mucho más cohesionada desde un punto de vista cultural, lingüístico, social”, explica el sociólogo Jordi Guiu, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.

Y “de cierta manera se impone una forma de pensar”, agrega, reconociendo que ahora muchas zonas rurales “casi viven en un estado de ánimo como si Cataluña ya fuera independiente”.

“Petrolios Independientes” puede leerse en una gasolinera de L’Ametlla del Vallès, a unos 40 km de Arenys, una pequeña cadena de tres estaciones que se enorgullece de tributar sus impuestos sólo al gobierno regional catalán y no al español.

“Yo quiero la independencia, así que prefiero que los impuestos vayan a Cataluña”, dice Joana Malpesa, una transportista de 22 años, mientras se dispone a llenar el depósito.

Por los 100 km de sinuosas carreteras secundarias que llevan hasta Santpedor, bordeadas de campos de cultivo, granjas y colinas boscosas, a la entrada de casi cada pueblo un cartel anuncia “Municipio por la independencia”, identificándolo como miembro de una asociación que reúne a 741 de las 948 poblaciones de Cataluña.

Una agrupación que suma casi la mitad de los habitantes de esta región de 7,5 millones de personas y a la que la ciudad de Barcelona decidió recientemente no adherir.

Es precisamente en la capital catalana y su periferia urbana, con 2,2 millones de habitantes, muchos originarios de otras regiones del país, donde según todos los sondeos hay más partidarios de seguir en España.

“No estoy de acuerdo con la independencia. Soy catalana y estoy orgullosa de serlo y es mi manera de ser española, pero el resto de mi familia es de otras partes de España y no por ello quiero despreciar mis orígenes”, afirma en Badalona, un suburbio obrero barcelonés, Laura Tinadonis, administrativa de 24 años, que acude a un mitin de Ciudadanos, partido nacido en 2006 para oponerse a la secesión.

Mientras los voluntarios reparten globos y rosas naranjas, el color del partido, Teo Gautier, de 27 años, responsable de un almacén, que como Tinadonis prefiere hablar en castellano, asiente: “me siento tan catalán como español y no podía concebir la idea de que nos separen”.

A favor o contra la secesión, todas las formaciones políticas han entendido que se juegan mucho en torno a Barcelona. Y aquí concentran sus esfuerzos de campaña, porque en los pueblos las cartas parecen estar echadas. (AFP)


 

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