Los miedos que deberá combatir Duque tras triunfo de la derecha en Colombia

Aun cuando su triunfo fue categórico, el presidente electo de Colombia, Iván Duque, deberá despejar los miedos que despierta entre opositores, minorías y víctimas del conflicto interno, el retorno al poder de la derecha uribista, que gobernó con mano dura entre 2002 y 2010.

¿Retorno de la guerra?:

Jackeline Castillo perdió a su hermano Jaime, un vendedor de dulces que desapareció en Bogotá el 10 de agosto del 2008. Dos días después fue hallado muerto con cuatro tiros en la espalda en el mismo sitio del noreste de Colombia donde otros 18 jóvenes fueron encontrados en circunstancias similares.

Castillo fue presentado como un rebelde abatido en combate y su caso desató el escándalo de los “falsos positivos”: un eufemismo condenado internacionalmente para referirse a las ejecuciones extrajudiciales de civiles cometidas por la fuerza pública entre 2002 y 2008, en medio de la feroz lucha antiguerrillera.

“Eran inocentes. Ahora con la llegada de este gobierno se siente miedo, incertidumbre, impunidad, repetición de la guerra”, dijo Jackeline a la AFP.

Según la ONG Human Rights Watch, “más de 3.000 civiles” fueron ejecutados por militares entre 2002 y 2008. La justicia ha condenado a 961 uniformados por estas muertes, de acuerdo con la fiscalía.

Delfín del expresidente Álvaro Uribe (2002-10), Duque triunfó en las presidenciales del domingo con el reto de devolver la seguridad a los campos y ciudades. Con mayorías aseguradas en el Congreso, prometió hacer “correcciones” al acuerdo de paz que desarmó a 7.000 combatientes y transformó en partido a la exguerrilla comunista. Los cambios estarían encaminados a encarcelar a los jefes rebeldes acusados de delitos atroces e impedirles ejercer como congresistas.

El domingo Sofía Nariño, exguerrillera de las FARC, lloró con el resultado de los comicios. “Dijimos que con el gobierno que fuera hacíamos a la paz”, afirmó entre sollozos antes de recalcar “el miedo” que siente por los jóvenes en caso de que el próximo gobierno lance “medidas represivas”.

Pese a que en Colombia siguen operando bandas de narcotraficantes y rebeldes del ELN, lo convenido con las FARC alivió un conflicto armado que en medio siglo ha dejado más de ocho millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados.

“Los que estamos en el campo somos los más afectados por la guerra, sería bueno que se continuara con ese proceso” de paz, dijo Marta Bula, una campesina de 56 años a quien el gobierno liberal de Juan Manuel Santos le devolvió tierras de las que paramilitares de ultraderecha le despojaron.

Duque ha dicho que también endurecerá las condiciones del diálogo con el ELN.


Iván Duque Marta Lucía Ramírez

Presidente electo de Colombia, Iván Duque, junio 17, 2018. AFP PHOTO / John VIZCAINO


La “rabia” de Uribe:

Como muchos de los millones que votaron en contra de la derecha, la comerciante Andrea Sandino teme que Duque sea un títere de Uribe, el controvertido pero también popular expresidente, que alcanzó la mayor votación para el Senado en marzo pasado. Tengo “miedo de que no cumpla las promesas, sino que le deje todo el poder a Uribe, que es un hombre lleno de rabia que va a volver al poder con más rabia”.

Con 41 años, el ascenso de Duque – que logró una votación récord de 10,3 millones de votantes (53,98%) – está estrechamente ligado a Uribe, quien logró endosar su enorme apoyo a este exsenador que prácticamente era un desconocido en la política hasta hace cuatro años.

Con varios políticos encarcelados y él mismo investigado, Uribe se siente un  perseguido de la justicia. Al momento enfrenta 14 investigaciones judiciales por manipulación de testigos, nexos con paramilitares de ultraderecha, interceptaciones ilegales, sospechas todas negadas por su defensa.

La oposición de centro e izquierda que salió derrotada el domingo teme que el futuro gobierno pueda influir sobre la justicia y dejar en la impunidad estos casos. “Buena parte de su círculo tiene procesos abiertos con la justicia. Y Duque deberá responder a sus exigencias y condicionamientos”, afirma el analista Fabián Acuña de la Universidad Javeriana. Duque ha dicho que no es un “títere” y que confía en la inocencia del expresidente.

“Control” de las libertades:

Como Uribe, Duque se ha definido defensor de los valores tradicionales. Se dice “provida” y en contra del matrimonio y adopción gays, de la eutanasia y de la despenalización o legalización de la droga. “Seguro habrá mucho control a las libertades”, dice con vehemencia Diego Calle, un trabajador del sector ambiental que apoyó a Gustavo Petro, el exguerrillero derrotado por Duque.

Colombia permite el matrimonio homosexual, la dosis mínima de droga, el aborto en ciertos casos, y la siembra y consumo de marihuana con fines medicinales.

Al ser elegido, Duque aseguró que no va “a despojar a nadie de los derechos que ha adquirido”.  Pero sus opositores temen que la adhesión y apoyo de la ultraderecha y evangélicos, configuren un gobierno demasiado conservador. “En América Latina ya están poniendo candidatos y van con una agenda más agresiva de protección a la familia, en contra de minorías y podemos incurrir” en lo mismo, agregó Acuña.

Duque propone “recuperar” cátedras de urbanidad y cívica en los colegios “para fortalecer valores, ética y ciudadanía, que corrijan hábitos sociales dañinos”. AFP


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