Por: Juan David Cárdenas.
El 23 de septiembre el gobierno colombiano y el grupo insurgente de las Farc-Ep anunciaron a través de un comunicado conjunto la llegada a un acuerdo (con el paso de los días se ha evidenciado que aún no lo es) frente al punto de la negociación relacionado con la justicia transicional.
Las reacciones al interior de la sociedad colombiana reflejaron el alto grado de polarización que se vive en el país. Unos sectores se mostraron optimistas y esperanzados frente a la posibilidad del feliz término de la negociación. Otros sectores fueron más cautos y escépticos mientras que algunos sectores, que se han opuesto desde el comienzo a los diálogos, se mostraron totalmente en contra de los acuerdos anunciados. Lo que realmente causo cierta sorpresa fue la manera en como los medios masivos de comunicación reaccionaron y cubrieron el hecho.
Desde la teoría del framing[1] se plantea que frente a un acontecimiento, en este caso un proceso político trascendental para el país, los medios pueden construir marcos de interpretación que enfaticen sobre las causas, las consecuencias, las soluciones o los problemas del hecho. No es un secreto que los medios masivos en Colombia han asumido líneas editoriales claras frente al conflicto y su solución.
Sin embargo es válido preguntarse en este particular momento cual ha sido el papel frente a la perpetuación del conflicto y frente a la construcción de una matriz de interpretación de la realidad más inclinada hacia los hechos del conflicto –cada vez más escasos- o hacia los hechos del proceso de negociación. Esto es, como los medios contribuyen o no con su cubrimiento noticioso a generar en la sociedad sentimientos positivos o negativos, no solo frente al proceso político y sus actores, sino frente a la paz como un bien deseable y los sentimientos y emociones que deben rodear un proceso de esta naturaleza como el perdón, la tolerancia, la reconciliación, el dialogo y la aceptación de la pluralidad de pensamiento en el marco de una democracia.
No se trata aquí de sugerir líneas editoriales ni de censurar posturas. Se trata de proponer una reflexión sobre la importancia de abandonar la mirada inmediatista y las rutinas noticiosas convencionales y darle un vuelco al cubrimiento del conflicto y el proceso enfatizando en su contextualización, en la participación de distintos actores, entre ellos las victimas –tan importantes en el discurso pero invisibilizadas en la práctica-.
Los medios de comunicación no pueden ser herramientas de perpetuación del conflicto y el discurso del odio. Se pueden exponer puntos de vista críticos, opuestos, sin necesidad de recaer en la violencia, en la sobreexposición de los actos de barbarie. La labor de construcción de memoria histórica ya la adelantan otras entidades con más experiencia y sensibilidad. En esa dirección deben avanzar los medios en un posible escenario de post conflicto.
En momentos relevantes para el futuro de una sociedad los medios deben mostrar grandeza histórica hasta para exponer sus críticas e inconformismo frente a la realidad. Se debe ir más allá de los simples intereses particulares y pensar en que la paz es un bien supremo y un derecho constitucional de todos los colombianos en donde los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en los procesos de aprehensión, asimilación e implementación de una cultura de paz.
[1] Teoría del efecto de los medios sobre la opinión pública que sostiene que los medios construyen marcos de interpretación para el análisis de la realidad a partir de sus propias agendas e intereses.
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