Salen del cubo de la basura de un hogar en Europa o Estados Unidos y acaban en el otro extremo del planeta. Millones de toneladas de desechos se exportan en el mundo cada año, en un mercado con reglas estrictas que no siempre se respetan.
En 2015, las exportaciones de los residuos de materias primas rondaron los 180 millones de toneladas, según cifras de las Naciones Unidas recopiladas por el Instituto de Industrias de Reciclaje de Desechos de Estados Unidos (ISRI, por sus siglas en inglés).
Es tan sólo una pequeña parte de la producción mundial de desechos, que supera los mil millones de toneladas de basura doméstica, pero estas exportaciones representaron un valor de 86.000 millones de dólares.
El comercio internacional de desperdicios concierne sobre todo los reutilizables como materia prima.
La chatarra constituye lo esencial de las exportaciones (87 millones de toneladas en 2015), por delante del papel (57,5 millones de toneladas), de los metales no ferrosos (16,3 millones de toneladas) y de los plásticos (11,8 millones de toneladas).
Estos residuos se exportan en estado bruto o bien tras una primera fase de clasificación y de tratamiento en sus países de origen que permite aislar los distintos materiales (papeles, plásticos, metales, etc.).
Como muchos otros productos, el volumen de los desechos exportados aumentó considerablemente en los últimos años. Se duplicó entre el comienzo de los años 2000 y la actualidad.
Estados Unidos es el principal exportador de desechos, con 42,8 millones de toneladas en 2015, por un valor total de 23.700 millones de dólares, según el ISRI.
China, gran consumidor de materias primas, recicladas o no, es el principal importador. En 2015, el gobierno chino lo evaluó en 49,6 millones de toneladas.
Los intercambios transfronterizos están motivados por las necesidades en materias primas de algunos países y además por la falta de capacidad de tratamiento o de salida para los bienes reciclados en los países de origen. También se debe al costo de la eliminación de los desechos, que varía mucho de un país a otro, en función de la fiscalidad y las leyes.
En Europa, Alemania se ha especializado en el tratamiento de los desechos tóxicos procedentes de distintos países.
Suecia importa, por ejemplo, grandes cantidades de desechos de sus vecinos europeos, sobre todo de Reino Unido, cuya incineración alimenta en energía las redes de producción de calor.
Comercio ilegal
Europa exporta mucho film plástico, papel y cartón, especialmente a Asia, donde se usan para la fabricación de embalajes.
Las asociaciones medioambientales son muy críticas con estos canjes, por estimar que debería hacerse a nivel local y nacional ya que el transporte de desechos y su tratamiento son contaminantes.
El comercio mundial de desechos está muy reglamentado desde los años 1990 con la entrada en vigor de la Convención de Basilea sobre el control de los movimientos transfronterizos de residuos peligrosos para intentar limitar su exportación a países en desarrollo donde la reglamentación es más flexible. Estados Unidos es uno de los pocos en no haberla ratificado.
Los Estados de la Unión Europea no tienen derecho a exportar desechos peligrosos a un país no miembro de la OCDE. También se prohíbe exportar fuera de la UE los desperdicios que acabarán en un vertedero.
Pero existe un negocio ilegal de desechos, sobre todo electrónicos. Varios estudios estiman que podría representar al menos el 20% del comercio mundial de residuos. AFP
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