Los robots llegaron a nuestras vidas para informarnos, servirnos de asistentes personales o simplemente hacernos compañía. Sin embargo, las máquinas de ciencia ficción que hacen soñar a algunos aún no están a punto, y su uso doméstico está por perfeccionar.
Pronto nos vamos a encontrar con robots más o menos futuristas, destinados a recibir al público, sobre todo en tiendas, estaciones, aeropuertos, museos o centros de congresos. Estos robots comprenden tus preguntas, siguen tu mirada, hablan varias lenguas y no pierden la paciencia si tienen que repetir las cosas.
Dos franceses de la empresa Event-Bots crearon Tiki en su garaje de Rouen (noreste). Tiki es una máquina con una pantalla en lugar de abdomen y una cabeza triangular animada por LEDs. De aspecto muy distinto, Leenbu, una impresionante robot con casco propuesta por la empresa Cyberdroid, es capaz de orientar a la gente e incluso de servir comida en una bandeja.
Estrella del salón Innorobo celebrado esta semana en París, el más conocido es sin duda Pepper, un robot humanoide muy charlatán creado por SoftBank Robotics (nuevo nombre de la sociedad Aldebaran) y que ya se comercializa en Japón.
Pepper, que ha sido probado en los últimos meses en supermercados Carrefour y en estaciones de trenes, estará ahora disponible en Europa. Las empresas interesadas deberán a su vez contactar desarrolladores de aplicaciones para configurarlo según sus necesidades.
Julien Seret, encargado de mercado de profesionales de la empresa SoftBank Robotics, cree que Pepper tiene un lugar “allí donde es necesario recibir al público”, pero se muestra más escéptico sobre su futuro en el hogar.
Desde que llegó al mercado, el año pasado, este simpático robot se ha hecho un hueco en unos 7.000 hogares de japoneses tecnófilos, pero el mercado aún no ha madurado lo suficiente, según Seret. “Aún esperamos los resultados de la experiencia nipona para perfeccionar sus usos, e inventar las aplicaciones necesarias”.
Un robot para adoptar:
Para Alain Goudey, profesor de marketing de la Neoma Business School, los robots aún no están lo suficientemente perfeccionados para introducirlos en nuestros hogares. Sus baterías son demasiado débiles y no entienden nada en cuanto hay un poco de ruido.
“La primera reacción es ‘waouh es genial’. Y después nos preguntamos ‘Ok pero ¿qué hace?’. El nivel de expectativa es tan alto que los constructores eligen con frecuencia formas humanoides”, comentó el investigador.
Aunque con algunas decepciones cuando la conversación con la maquina se agota, algunos robots de compañía – como Nao, que dio a conocer a Aldebaran antes del nacimiento de Pepper – hicieron pruebas en residencias de jubilados o con niños autistas.
De ahí, quizás, el nacimiento de Buddy (colega, en inglés), un divertido animal digital con ruedas y una tableta en lugar de cabeza, que reconoce a las personas alrededor de él, vigila la casa, detecta las entradas y salidas, organiza videoconferencias, hace deberes con los niños.
Concebido por la startup parisina Blue Frog Robotics, este compañero robot sonriente se enmarca en la línea del tamagotchi -un animal de compañía virtual japonés que causó furor a finales de los años 1990- o del perro robot de Sony, Aibo. También aspira a convertirse en un mando central para los objetos conectados de la casa.
El futuro de la robótica se encuentra en el robot de servicio, al servicio del humano para las tareas repetitivas y fáciles de la casa: Fabrice Goffin, codirigente de Zora Robotics, empresa belga que proporcionó sistemas de explotación a Aldebaran.
Goffin anunció la salida este verano de James, “un mayordomo conectado a cualquier cosa”, que podrá encargar la compra si la nevera está vacía. AFP
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