Liderazgo, formación y revolución

Por: Gustavo Mutis.

El liderazgo colectivo de la única fuerza capaz de impulsar la transformación que demanda Colombia.


El liderazgo es una responsabilidad que le competen a todos los colombianos. Solamente cuando dejamos atrás el apego a la figura de un gran líder salvador, héroe o caudillo, y empecemos a ejercer el liderazgo colectivo en cada una de nuestras responsabilidades, podemos iniciar una verdadera transformación de Colombia y recuperar la fe en nosotros mismo,s en el país y en nuestros líderes.

Se ha tergiversado de tal manera el concepto de liderazgo que resolvamos la figura del líder para unos pocos seres humanos extraordinarios, llenos de privilegios, frutos del ejercicio del poder formal, legítimo o no. Sólo nos interesa el líder carismático capaz de llevarnos a la tierra prometida, que cuenta además con el don especial de la palabra para comunicarse y conmover a sus seguidores, quién le entrega la responsabilidad de hacer las grandes transformaciones que un país o una empresa necesitan. El liderazgo es un asunto de posición, un honor, un privilegio de pocos. Esta deformación ha generado una gravísima enfermedad social: la “liderodependencia”.

Como consecuencia de esa deformación, somos testigos de la forma como el concepto de liderazgo se transmite distorsionada mente en los colegios, en las universidades, en las empresas en la gestión pública o en los medios de comunicación. Reforzamos el perfil del líder buscando atributos específicos de su personalidad y de comportamiento, de sus características y de su forma de ser, y posteriormente los convertimos en un modelo que la sociedad debe seguir.

Hay que reconocer que bajo este modelo también ha surgido grandes líderes que siempre admiraremos por el tamaño de sus aportes a la sociedad: Cristo, Mahoma, Gandhi, Gaitán, Galán Luther King, Lleras, López Pumarejo, Bolívar y Mandela. Sin embargo, paradójicamente en la gran mayoría de los casos, esa misma sociedad que lograron transformadas encargo posteriormente encarcelarlo o matarlos, sólo llegó a comprenderlos después de su muerte.

El verdadero líder no busca su propio liderazgo. Por el contrario, busca eliminar dependencias y ataduras. Ahí es donde radica la grandeza de su misión. El médico ansia la salud de su enfermo, el maestro trabaja para qué el discípulo lo exceda con crecer, el padre sueña con la independencia de sus hijos, y el líder empresarial político sabe que sólo el liderazgo colectivo se puede lograr en forma perdurable, las grandes transformaciones que requiere una empresa o un país.

Liderazgo político:

Las características esenciales del liderazgo político para la próxima década, no son otras que aquellas que acompañaron las grandes revoluciones políticas, sociales o empresariales que marcaron un hito en la historia de la humanidad. El reto el liberal una gran revolución intelectual, entendida ésta como una revolución distinta a la que estamos acostumbrados, a que nos pretenden imponer con la violencia y con el terrorismo, los grupos alzados en armas. Es una nueva revolución, es una conspiración social entendida, según las palabras las palabras de Teihard de Chardin en La Energía Humana como: “una aspiración común ejercida por una esperanza colectiva, una conspiración que reúne los individuos que respirar el mismo aire o aspiran a lograr objetivos comunes”.

La transformación de Colombia sólo se iniciará cuando aceptemos que el futuro no existe y que no le podemos endosar toda la responsabilidad sobre nuestra suerte al próximo presidente. El futuro lo tenemos que construir todos, todos los días. El futuro somos nosotros mismos, nosotros somos la revolución. Para formar esta conciencia colectiva, los líderes políticos deberían ante todo, decretar una “gran emergencia intelectual”, o dicho de otra forma, liberar un proceso para recuperar la capacidad de generar verdaderas alianzas frente a los problemas más grandes del país.

Es por eso que el primer gran reto de los líderes actuales formar un gran consenso por Colombia a través de la búsqueda de las coincidencias entre partidos y fuerzas políticas, social organizada y forjadores de opinión. Se trata de generar una unión de todos los poderes en torno a la forma cómo deben abordarse los temas fundamentales: el rediseño del estado (no sólo la disminución de tamaño) la paz, la reforma pensional y la de salud, la educativa y la de justicia.

Para ello se requiere una gran tolerancia, entendida ésta como la capacidad para aprovechar y celebrar las diferencias. La democracia no sólo permite la diversidad, sino que debe estimularla y promoverla. Solo entonces será posible ver en Colombia un pacto como el de la Moncloa, aquella mesa en la que se sentaron todas las fuerzas españolas del post franquismo y que permitió no sólo el acero pacífico al poder de alguna vez clandestino Felipe González, sino la modernización de la propia España. Sólo entonces será factible que aparezca una figura como la de Federik De Klerk, quien con sus consensos y acuerdos múltiples pavimento la entrada a la presidencia de Sudáfrica de Nelson Mandela y el final de apartheid.

Liderazgo empresarial:

El nuevo liderazgo empresarial de besar sustentado en los grandes descubrimientos científicos sobre el funcionamiento del universo y los avances de la llamada Nueva Ciencia, que deja atrás la concepción mecanicista de Newton. A partir de la observación juiciosa y científica de otros seres vivos hemos aprendido, que existen otras formas superiores de organización. En las aves, en los delfines, en las abejas, en las hormigas y los propios seres humanos, se encuentran sistemas de organización que son fuente inagotable de enseñanza para el sector empresarial.

Seguir su ejemplo deben llevar al sector empresarial a dejar atrás las organizaciones en estructuras cerradas, llenas de divisiones, conflictos y luchas de poder donde el ejercicio del liderazgo y la inteligencia está limitada a unos pocos.

Desde esta óptica, los verdaderos líderes de las gestiones pública y privada, con quienes se dedican a crear una nueva arquitectura empresarial, es decir, una comunidad sin fronteras, basada en alianzas, simbiosis y múltiples fuentes de nutrición colectiva, por medio de sistemas abiertos e interdependientes; con redes fluidas y capacidad de auto adaptación y autocontrol. Es decir sistemas con estructuras tubulares y no piramidales. Lo fascinante es que existe un reconocimiento mundial respecto a que en una organización la única ventaja competitiva real, perdurable y no fácilmente copiables, es el aprovechamiento adecuado del liderazgo colectivo y el uso apropiado de la inteligencia y el talento de todos los trabajadores.

Es un hecho que las organizaciones, hoy más que nunca, requiere la producción permanente de ideas y de innovación, imaginación, creatividad y liderazgo colectivo es decir, de un capital intelectual. Ya no estamos en la sociedad del harware y el software sino en la sociedad del brainware. En ella, el papel más importante del líder empresarial es crear una comunidad cuya ventaja competitiva real y perdurable sea precisamente el aprovechamiento del talento y el liderazgo de todos.

Ahora bien, el liderazgo empresarial será sólo será tal, si está centrado en logros, en resultados. El liderazgo no es un atributo de personalidad, sino ante todo, una actividad, una acción permanente que debe producir unos resultados tangibles para beneficio de una comunidad específica. El liderazgo tiene lugar todos los días y deben ejercer lo todos aquellos que tengan alguna influencia con clientes, proveedores, capacidad productiva, etc. El rol más importante del director de una empresa es el de crear una cultura apasionada por los resultados, con una vocación infinita para hacer que las cosas sucedan. Y esto sólo se logra con el ejercicio permanente de liderazgo por parte de todos los trabajadores.

Educación para el liderazgo:

“Hasta ahora hemos enseñado conocimientos y técnicas, pero no hemos enseñado a pensar”. Es pavoroso reconocer que esas palabras de Leonardo Da Vinci conservan hoy su validez. La mayor responsabilidad en la familia y en los colegios debe ser formar en cada niño un líder integral, sano, auténtico, lleno de fe y de esperanza en sí mismo y en el entorno que lo rodea.

Debemos formar una juventud capaz de prosperar en la crisis y la incertidumbre. Enseñarles a los niños a los jóvenes aprovechar las diferencias, y admirar el equilibrio de otra forma a cuidar la tierra en que vivimos. La educación debe ser integral. No sólo debe transmitir información y conocimientos básicos, sino vincular a los jóvenes con la posibilidad de construir sanamente su propio futuro, cuidando y cultivando propósitos nobles.

Infortunadamente la primera huella que la escuela y la televisión imprimen en los niños, es la necesidad de generar permanentes victorias sobre sus compañeros. Es aberrante ver algunos programas de televisión que promueven todo tipo de violencia, consumismo, lujuria y abuso de poder, o ver los juegos electrónicos dedicados en su mayoría a premiar en los niños su capacidad de destrucción.

Es sistema educativo ha limitado capacidades esenciales de los niños tales como la imaginación, la creatividad, el desarrollo de los afectos, el cultivo de las vocaciones, y en general, el uso apropiado de toda la potencialidad existente en el cerebro. Nadie duda que unos de los mayores descubrimientos científicos de nuestro tiempo es la inteligencia múltiple y evolutiva, es decir la posibilidad de todo ser humano de desarrollar ilimitadamente su inteligencia. EL repertorio genético del cerebro incluye el número infinito de potencialidades y de nuevas formas de interacción que muy pocos desarrollan y que la educación no ha querido incluir dentro de sus programas tradicionales. Es como si tuviéramos un gran piano en nuestro interior, pero solo algunos pocos aprendieran a tocarlo.

Los líderes deben iniciar una verdadera revolución educativa, rediseñando los conceptos sobre lo que significa aprender, lo cual no significa únicamente adquirir conocimientos, sino aprender a ser, a desarrollas con pasión y método las vocaciones internas naturales; aprender a aprender, a desaprender, a vivir, a amar la patria, los valores, la Historia y el futuro.

Ojalá los lideres que construyamos puedan también valorar un momento de silencio ante la creación, el goce de una obra de arte, el vuelo de las aves y el placer de construir una familia. Ojala los niños que son los líderes del futuro, puedan volver a soñar. Este es el reto más importante y más digno del liderazgo.


 

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