Por: Leila Macor.
Un caimán gigante pasea por un campo de golf. Una mujer va a la emergencia con un tiburón aún hincándole el diente. La policía no consigue remolcar un coche de los Picapiedra mal estacionado. Todas esas historias tienen algo en común: ocurren en Florida.
Y en junio se suman dos detalles: Florida entra de lleno en la temporada de huracanes… y la de tiburones.
El cuadro se completa con el calor infernal, los insectos de tamaños paquidérmicos y los “sinkholes”, unos hoyos que se abren en el suelo cada tanto y que pueden tragarse hasta un camión.
“Verán, la gente de la Cámara de Comercio prefiere que no mencionemos esto, pero la verdad es que Florida está tratando de matarnos”, publicó la semana pasada el periodista Craig Pittman en el Tampa Bay Times.
Este estado del sureste estadounidense es tan proclive a protagonizar noticias insólitas, que los floridianos tienen un chiste interno para identificarlas: Florida Man (hombre en Florida).
Porque tales noticias usualmente arrancan diciendo “Hombre en Florida…” y a partir de allí todo puede pasar: Hombre en Florida demanda a un restaurante apenas despierta del coma. Se arranca las yemas de los dedos a mordiscos para ocultar sus huellas. Descubre que está herido de bala tres días después de dispararse accidentalmente.
Y estos son ejemplos de casos reales y recientes.
Así, Florida Man es un hashtag -también vale “Florida Woman”-, un meme y una cuenta de Twitter.
Pero la inclinación del “Estado del Sol” por la extravagancia data desde mucho antes de la era de internet y tiene razones identificables.
Nada es nuevo:
“Florida comenzó a ganarse una reputación por sus excentricidades en los años 1920, cuando los charlatanes inmobiliarios hacían cosas absurdas para obtener la atención de los diarios del norte”, dijo Craig Pittman.
En esos tiempos, los pioneros de la región tenían que ser muy creativos para atraer inversores y turistas a este pantano infestado de mosquitos y caimanes.
“Por ejemplo, en 1921 Carl Fischer, que desarrolló Miami Beach, compró un elefante bebé llamado Rosie y lo llevó como ‘caddy’ cuando el presidente electo Warren Harding jugó golf allí”, contó Pittman, autor de varios libros sobre Florida.
La foto de Harding y el elefante “se hizo viral antes de que se inventara el término”, añadió el escritor, que presenta este viernes en Miami su próximo libro, “Oh Florida!”, sobre estas historias insólitas y su impacto a nivel nacional.
Pero no fue hasta el año 2000 que Florida superó a California como “capital de la rareza”, según Pittman, gracias al dudoso recuento electoral que le dio a George W. Bush la presidencia.
Nada está oculto:
La explicación a parte de esta excentricidad es más bien prosaica.
La ley de registros públicos de Florida, llamada Ley del Sol, determina que todos los asuntos del gobierno son públicos y que, por tanto, deben estar abiertos al público. “Casi indiscutiblemente, Florida tiene las mejores leyes de apertura gubernamental en el país”, dijo Barbara Petersen, presidente de la Fundación Primera Enmienda, una ONG que protege la libertad de expresión y de prensa.
Petersen explicó que toda comunicación o reunión entre oficinas o funcionarios, si se trata de un asunto público, es accesible a cualquier ciudadano que así lo requiera. Esto incluye emails, SMS, fotos o videos.
“Esa ley hace que sea increíblemente fácil para los periodistas en Florida escribir historias insólitas”, escribió Kyle Munzenrieder, bloguero del Miami New Times, en un post el año pasado.
En cambio, aunque en otros estados también ocurren rarezas, un reportero tiene que superar tantas trabas para confirmar la información que no vale la pena el esfuerzo.
Pero la ley de registros públicos no explica la totalidad del fenómeno “Florida Man” que tanto divierte a los locales. También colaboran el clima, las alimañas, los huecos súbitos y la diversidad de la población.
Y esto sin hablar de Disney World. AFP
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