No cabe duda de que el capitalismo y el crecimiento económico desempeñan un papel fundamental a la hora de ayudar a las personas a salir de la pobreza por sí mismas.
1. “La pobreza está disminuyendo en todo el mundo. La esperanza de vida es cada vez mayor y la gente disfruta de una mejor salud. ¿Por qué debería preocuparnos que unas pocas personas se hagan tan ricas?”
Que la pobreza extrema ha disminuido de forma significativa durante los últimos 25 años no solo es cierto, sino que es, además, una excelente noticia. De hecho, el número de personas que viven sumidas en la pobreza extrema, es decir, con menos de 1,9 dólares al día, se ha reducido en más del 50%. Sin embargo, hay diversos motivos que nos impiden darnos por satisfechos o, tan siquiera, continuar como lo hemos hecho hasta ahora.
Durante este mismo período, la desigualdad ha aumentado dentro de la mayoría de los países hasta alcanzar niveles muy peligrosos. Existen numerosas pruebas que indican que la desigualdad extrema produce efectos sociales, políticos y económicos muy negativos. También obstaculiza la lucha contra la pobreza. Sí, en los últimos años muchas personas han conseguido salir de la pobreza, especialmente en países como China. No obstante, los datos indican que si además se hubieran tomado medidas para reducir la brecha entre ricos y pobres, a finales de la década pasada 700 millones de personas menos vivirían sumidas en la pobreza extrema.
Asimismo, mientras el número de personas que viven en la pobreza extrema ha disminuido, existe un gran número de personas pobres, es decir, que ganan poco más de 1,9 dólares al día. Estas personas trabajan largas jornadas en difíciles y peligrosas condiciones y, aun así, tienen dificultades para salir adelante. Entre estas personas se encuentran muchas de las que cultivan los alimentos que consumimos o cosen las ropas que compramos. Trabajan en las cadenas globales de suministro que reparten enormes beneficios entre quienes se encuentran en la parte más alta de la pirámide económica mientras que no se paga un salario digno a los trabajadores y trabajadoras más pobres.
¿Cómo podemos aceptar tal injusticia?
2. “Fijémonos en el caso de China. Cuando abrió su economía y abrazó el capitalismo de libre mercado, el número de personas sumidas en la pobreza se desplomó. Entonces, ¿por qué oponerse al capitalismo de libre mercado?”
China es el principal motivo por el que el porcentaje de personas que viven en la pobreza en todo el mundo ha disminuido tanto y tan rápido. En los últimos años, cientos de millones de chinos y chinas han conseguido salir de la pobreza extrema. Esto ha sucedido desde que China comenzó a abrir su economía, por lo que no cabe duda de que el capitalismo ha desempeñado un importante papel en este caso de éxito. Sin embargo, China no ha seguido de ninguna manera la versión extrema de capitalismo de libre mercado que normalmente prom8ueven el Institute of Economic Affairs y otros lobbies que abogan por esta forma de capitalismo. De hecho, es todo lo contrario. El Gobierno chino mantiene un considerable control sobre la economía, recauda ingresos fiscales de las personas más ricas y ha hecho grandes inversiones en salud y educación. El premio Nobel de Economía Amartya Sen ha sugerido que este es uno de los principales motivos por los que China ha obtenido mejores resultados que la India a la hora de reducir el nivel de pobreza. Hay muchas cosas que China podría hacer mejor, pero ha logrado importantes avances en la lucha contra la pobreza. La idea de que todos estos avances son el resultado de un mercado libre y sin regular es claramente errónea.
Un estudio del FMI ha evidenciado que la redistribución no socava el crecimiento, al contrario de la desigualdad extrema que hoy vemos. La buena noticia es que, si combatimos la desigualdad extrema, podemos crear una economía que sea tanto más justa como más dinámica.
No cabe duda de que el capitalismo y el crecimiento económico desempeñan un papel fundamental a la hora de ayudar a las personas a salir de la pobreza por sí mismas. Todo lo que decimos desde Oxfam es que debe haber un cierto control y equilibrio para garantizar que ambos funcionen para todas las personas. Es algo obvio que ha quedado respaldado por las experiencias de China y otros países del mundo.
3. “Oxfam es una ONG. ¿Por qué se mete en política?”
Poner fin a la pobreza es la razón de ser de Oxfam, pero sabemos que no alcanzaremos este objetivo a menos que trabajemos con otros actores para abordar los principales problemas estructurales que sumen y atrapan a las personas en ella.
Esto implica abordar problemas realmente graves como la desigualdad económica, la discriminación de género y el cambio climático. Y la raíz de todos estos problemas es, fundamentalmente, el desequilibrio de poder.
Para entender las causas y encontrar soluciones debemos fijarnos en quiénes han tomado las principales decisiones, en interés de quiénes se han tomado, y a quiénes se ha excluido de estos procesos. También debemos fijarnos en quiénes son los responsables y quiénes tienen la capacidad de hacer las cosas de la forma correcta. Y esto, muy a menudo, implica presionar a los Gobiernos para que tomen mejores decisiones.
4. “Oxfam sigue criticando a las grandes empresas. ¿Es que está en su contra?”
En los últimos años nos han hecho esta pregunta en repetidas ocasiones. Y, sencillamente, no, no es así. Gran parte de la labor de Oxfam implica proporcionar apoyo de forma activa y fomentar el desarrollo de empresas en comunidades de todo el mundo. Así, hemos establecido relaciones de colaboración muy productivas con muchas empresas, tanto grandes como pequeñas.
A lo que nos oponemos es a un modelo de negocio centrado en maximizar los beneficios a costa de pagar salarios de pobreza, de poner en peligro a los trabajadores, de contaminar el planeta o de evadir y eludir impuestos. Nos alegra que se nos considere en contra de este tipo de empresas.
Desde Oxfam queremos ver empresas que demuestren que hay otra forma de hacer las cosas; que los beneficios no es lo único que les importa.
Queremos ver Gobiernos que castiguen malas prácticas empresariales y apoyen de forma activa otras más positivas. Esto incluye fomentar el desarrollo de modelos de negocio alternativos que tengan un objetivo social y distribuyan el poder y los beneficios de forma más justa entre las diferentes partes interesadas.
5. “El año pasado Oxfam dijo que ocho personas poseían la misma riqueza que la mitad de la población mundial. Ahora dice que son 42. Parece que la desigualdad está mejorando, pero Oxfam acaba de decir que está empeorando. ¿En qué quedamos?”
Desafortunadamente, ambas cifras no son comparables. Las cifras que presentamos en nuestro nuevo informe se han obtenido a partir de datos extraídos de la lista Forbes y el Global Wealth Report de Credit Suisse. Credit Suisse es la fuente de datos más confiable con respecto a cuánta riqueza posee cada sector de la población global (teniendo en cuenta el valor de las acciones, de las propiedades, del ganado, etc.). Esto es, sin duda, algo muy difícil de calcular, por lo que siempre tratan de mejorar e incluir nuevas fuentes de datos. Esto significa que las nuevas cifras no siempre son comparables a las de informes pasados.
Para saber cómo está evolucionando la desigualdad es necesario volver a calcular las cifras de informes anteriores conforme a estos datos más actuales. Así, desde Oxfam hemos recalculado la cifra del año pasado y hemos concluido que, en 2016, 61 personas poseían la misma riqueza que la mitad de la población mundial, no ocho. Ahora, esta cifra ha disminuido hasta los 42, por lo que resulta coherente con el resto de evidencias que demuestran que la desigualdad de riqueza está aumentando.
Pero lo verdaderamente importante no es si son ocho, 42 o 100 las personas que poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial. Lo verdaderamente importante es que una pequeña élite de milmillonarios (principalmente hombres) es más rica de lo que jamás habría imaginado, mientras 3 700 millones de personas poseen, juntas, menos del 1% de la riqueza global. Este enorme desequilibrio de riqueza se traduce en un enorme desequilibrio de poder y oportunidades.
6. “Oxfam habla de desigualdad, pero paga a sus directores ejecutivos salarios enormes. ¿No es hipócrita?”
Oxfam es una confederación formada por 20 organizaciones miembro. Los salarios de las diferentes directoras y directores ejecutivos difieren en función del tamaño de la organización y la realidad del mercado nacional correspondiente. En cada caso, el salario es coherente con la responsabilidad de la persona en cuanto a la gestión de una organización que pertenece a una de las principales ONG internacionales del ámbito humanitario y del desarrollo, y se garantiza que los ratios salariales sean razonables. Por ejemplo, el actual ratio entre el salario más elevado y el más bajo de nuestros empleados en los Estados Unidos es 9:1. Esta proporción es muy diferente a los desorbitados ratios salariales que vemos en otras partes de nuestra economía. Por ejemplo, el año pasado se reveló que los directores ejecutivos de las principales empresas de los Estados Unidos ganan 271 veces más que un trabajador medio.
7. “Oxfam habla como si los beneficios económicos no pudieran aumentar y todo se redujera a redistribuir la riqueza de forma más equitativa. Pero esto no es cierto. Si la economía crece, hay más para todo el mundo. Y los milmillonarios son los verdaderos creadores de riqueza, quienes impulsan el crecimiento económico. Así que, ¿no se les debería premiar por ello?”
Por supuesto que el crecimiento económico puede aportar beneficios. Pero ya en este momento estamos viendo cómo esos beneficios van a parar a manos de las personas más ricas. Así, el año pasado, el 1% más rico acaparó el 82% de la riqueza generada a nivel mundial. Necesitamos tanto Gobiernos como empresas que adopten medidas para garantizar que el crecimiento beneficia a todas las personas, especialmente a las más pobres.
El crecimiento económico no depende de las acciones de unos pocos empresarios, sino del trabajo de los millones de trabajadores y trabajadoras que fabrican cosas, cultivan alimentos y compran productos. Todo el mundo tiene derecho de disfrutar de los beneficios del crecimiento económico.
Recientemente, el FMI ha evidenciado que la redistribución –a través de la aplicación de mayores impuestos a los ricos y el uso de los beneficios para financiar servicios públicos de los que disfruten todas las personas– es una muy buena forma de combatir la desigualdad sin que esto menoscabe el crecimiento económico.
El crecimiento económico inclusivo va a desempeñar un papel fundamental en la lucha contra la pobreza en muchos países. Sin embargo, también sabemos que es necesario combatir al mismo tiempo la desigualdad o destruiremos el planeta del que todas las personas dependemos. Con los actuales niveles de desigualdad, la economía global tendría que incrementarse 175 veces para que todas las personas ganarán cinco dólares al día. Obviamente, esto es totalmente insostenible.
Debemos encontrar una forma diferente y mejor de compartir la prosperidad.
Por esto, pedimos a todas las personas que nos ayuden a difundir este mensaje y se unan a nuestro movimiento para exigir a los Gobiernos y las grandes empresas que hagan las cosas de otra manera.
Nota publicada en Oxfam, reproducida en PCNPost con autorización
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SOURCE: Oxfam
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