El Observatorio del derecho a la alimentación y a la nutrición 2016, presentado en la sede central de la FAO, advierte que las semillas y la biodiversidad se encuentran amenazadas por el incremento de la captura corporativa y la desidia de los estados.
La reconocida publicación, en la que se recogen las opiniones de diversas organizaciones de la sociedad civil, movimientos sociales, y figuras del mundo académico, expone cómo las empresas pretenden privatizar, monopolizar y controlar las semillas, patentando y mercantilizando esta fuente de vida en detrimento de los derechos humanos y del mantenimiento de la biodiversidad. A pesar de alimentar al mundo y de ofrecer resiliencia frente a los desastres naturales, los sistemas de semillas campesinas se encuentran en peligro.
Partiendo de un enfoque basado en los derechos humanos, Sofía Monsalve, secretaria general de FIAN Internacional, subraya que las variedades de semillas y las razas ganaderas no son mercancías que el mundo campesino deba comprar o vender, y tampoco son resultado de la invención científica. “Como recoge el Observatorio, el acceso de las personas del mundo rural a las semillas y las variedades ganaderas no debería formularse como el mero acceso a ‘mercancías o productos genéticos’ producidos por la industria y la ciencia, sino partiendo de la relación cambiante y colectiva que se establece con la naturaleza en los diversos territorios. Esto significa que los sistemas campesinos, al sustentar la biodiversidad ecológica, deberían ser reconocidos, protegidos y promovidos por los estados. Debe detenerse la criminalización actualmente en auge dirigida contra las personas que defienden el patrimonio común”, destacó Monsalve.
El Observatorio del derecho a la alimentación y a la nutrición 2016, titulado “Las Semillas en manos de los Pueblos“, resalta:
- Los sistemas de semillas campesinos, encargados de alimentar a la mayoría de la población durante siglos, se encuentran amenazados por la imposición de derechos y patentes de propiedad intelectual. Los derechos de los campesinos a la hora de conservar, utilizar, intercambiar y vender semillas han sido ignorados por los estados para favorecer el avance de la agenda corporativa. Las corporaciones transnacionales de las semillas y los agroquímicos buscan privatizar, monopolizar y controlar esta fuente de vida en detrimento de los derechos humanos y del mantenimiento de la biodiversidad. Las últimas tendencias, ejemplificadas en la reciente serie de enormes fusiones empresariales: Bayer – Monsanto, Dow Chemicals – Du Pont, y Syngenta – ChemChina, indican que las corporaciones pretenden acaparar un control más estricto sobre los recursos genéticos para obtener así incluso mayores beneficios.
- Las corporaciones, a menudo contando con el apoyo de los estados, están impulsando procesos de destrucción medioambiental, cambio climático y pérdida de biodiversidad, generando violencia, conflictos, desalojos y desplazamientos. El régimen alimentario impuesto por las corporaciones está conduciendo a la desintegración de la agricultura y de las explotaciones pesqueras a pequeña escala como medios de subsistencia sostenibles, y a la destrucción de experiencias de gestión colectiva de las semillas, la tierra y los recursos naturales como patrimonio común.
- El acceso y el control sobre las semillas y los recursos naturales están directamente relacionados con el aumento de la criminalización y el número de asesinatos sufridos por personas que defienden los derechos humanos. Solo en 2015, más de tres personas fueron asesinadas cada semana por defender sus tierras, bosques y ríos de los ataques de las empresas contaminantes y destructivas. Como la criminalización sufrida por las personas que defienden los derechos humanos se asocia cada vez más con las luchas ecologistas, las diferencias entre las luchas ecologista y por los derechos humanos se están difuminando gradualmente.
En sus recomendaciones, el Observatorio acentúa que:
- Los Estados deben multiplicar sus esfuerzos para cumplir con sus obligaciones en materia de derechos humanos, adoptando unas políticas y legislaciones más fuertes que reconozcan y protejan los derechos de los campesinos a conservar, utilizar, intercambiar y vender las semillas, derechos recogidos en el Tratado de Semillas de la FAO y actualmente debatidos en las negociaciones por una Declaración de la ONU sobre Derechos de los Campesinos y de otras Personas que trabajan en las Zonas Rurales. También necesitamos reconsiderar los contornos del derecho a la alimentación y la nutrición para mejor integrar los futuros desafíos en lo relacionado con el control y el acceso a los recursos naturales.
- Es necesario establecer unos “sistemas de alerta” coordinados que puedan prestar apoyo a las víctimas y activistas que están siendo acosados, criminalizados y encarcelados por defender el patrimonio de todos. El alarmante número de asesinatos y actos de violencia sufridos por las personas que defienden los derechos humanos demuestra que las legislaciones y mecanismos actuales establecidos en los niveles nacional e internacional son tremendamente insuficientes.
- Como indicaba la edición del año pasado de “La nutrición no es un negocio”, es necesario que los Estados eviten que las corporaciones puedan influenciar en los procesos internacionales (por ejemplo, en los ODS) o capturar los espacios de creación de las políticas públicas. El propósito de los derechos humanos está siendo desvirtuado por aquellas posturas que defienden la privatización y la mercantilización de los recursos.
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