Decía Clint Eastwood en su interpretación de Harry el Sucio en la película llamada La Lista Negra que las opiniones son como los culos, cada uno tiene el suyo. Se me antoja que esta celebre frase, un tanto modificada aplica también a las encuestas, es decir, las encuestas son como los culos. Cada uno tiene el suyo y lo usa como quiere.
Para probar mi teoría me permito hacer el siguiente ejercicio:
- Yo hago parte del 48% de la población masculina.
- Hago parte del 20% de esa población que se encuentra entre 40 y 50 años.
- Me incluyen los estudios dentro del 8% de la población que ha tenido entrenamiento militar.
- Soy parte del 1.96% de colombianos que lee más de 11 libros al año.
- Hago parte del 1% de la población bilingüe (inglés).
- Hago parte del 20% de la población con ojos color verde.
- Soy parte del 0.5% de la población que ha disparado una Walter PPK.
- Hago parte del 5% de la población que conoce 10 países o más.
- Soy parte del 1% de la población a quien le gustan las aventuras riesgosas y extremas.
- Soy parte del 1% de la población que se manda a hacer vestidos y usa corbatas inglesas.
De un análisis a fondo de las estadísticas que menciono podría concluir con un bajo margen de error que yo soy James Bond. Ahora bien, mi amigo Nano (economista de los buenos), un poco mas serio en estos temas, diría que soy un ciudadano de clase media, del común. Y la verdad es que es posible que Nano tenga razón, sobre todo por que él me conoce y sabe que no soy James Bond.
Con este ejemplo y mi vagabunda interpretación, quiero señalar cómo los ciudadanos del común nos vemos sometidos a una serie de interpretaciones que mas con el deseo y los interés personales que con la ciencia, buscan demostrar posiciones que quieren hacernos ver como absolutas. Vía la interpretación estadística el alcohol, el cigarrillo, las drogas, la carne, el pescado, la carne de cerdo, al arroz, las verduras, la leche, el gluten, las frutas y los granos, entre otros, se han convertido en agentes de muerte para la humanidad. Cada quien toma la estadística que le conviene y en una actitud adoctrinadora de hare krishna nos quieren llevar a vivir la vida que ellos han decidido vivir, así muchas veces no se atrevan a confesar los motivos de su decisión.
El ámbito político y social no se aparta de ese comportamiento. Los académicos y políticos interpretan las cifras para condenar o no el homosexualismo, para oponerse a la adopción por parte de parejas gays, para encontrar las causas de la guerra en el país, para justificar los programas de desarrollo de la educación, para sustentar la gestión publica en infraestructura, equidad, distribución de la riqueza y disminución de índices de la violencia (para mencionar algunos ejemplos dentro de miles de posibilidades a los que nos someten). Todos sin excepción tienen clara la idea que quieren defender y leen las cifras a medias o al revés, para transmitir sus mensajes de verdad.
Y yo prefiero, como diría Ignacio, un desacuerdo honesto a un acuerdo deshonesto. Prefiero que las personas sin intención de convencerme de sus propias verdades, me digan de frente cuales son sus motivaciones en la defensa de sus ideas. Me gustaría que me contaran que la lactosa les genera flatulencia, que la carne no la digieren con facilidad, que el gluten los sube de peso, que hacen parte de un movimiento nueva era en donde el Sifu les ha dicho que no pueden comer proteína animal. Prefiero saber que los homosexuales les generan repudio, prefiero que me digan que son de izquierda, de derecha, o de centro, con tranquilidad (y yo recibirlos con la misma tranquilidad). Por último prefiero que nuestros gobernantes se digan la verdad y nos la digan a nosotros, prefiero que miren con ojos críticos su gestión y que con esos mismos ojos me miren a la cara y me digan que lo pueden hacer mejor.
Creo que el camino de mi deseo de conocer la verdad se sostiene en la tolerancia. En la aceptación de las creencias de los demás sin juicios destructivos que llevan a la concepción binaria de la sociedad. Creo en el debate transparente de ideas que puedan confluir en la construcción de un sistema mas incluyente y respetuoso. No quiero más la repetición incesante de mentiras, sustentadas en cifras amañadas y peligrosamente interpretadas, que esconden a los verdaderos seres humanos que están detrás de ellas. Me gustaría que alguien nos hablara de las estadísticas, que muestran el impacto de la intolerancia y la poca aceptación legitima del otro como un legitimo otro en las verdaderas cuitas del ser humano y sus sociedades.
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